El Diario |Snirius|

30

Severus respiro profundamente antes de mirar a Luna cansado. "No."

Estaba ignorando por completo la petición de Luna, sobre acompañarla a algún lugar del castillo. No era un buen momento, había soportado demasiadas cosas estos días, y esa reunión con el profesorado lo hacía más difícil, apenas contenía el impulso de lanzar un Cruciatus contra Barty Crouch Jr. Así que necesitaba estar solo, lejos de cualquier ruido o conversación, especialmente de una que involucra a una joven tan instante como Luna.

Se masajeo la sien, sintiendo su cuerpo cansado. Era difícil, detestaba decirle que no a Luna, no solo porque le resultaba difícil negarse a sus peticiones, sino porque sabía que ella nunca pedía nada complicado, nunca exigía más allá de pequeños favores. Sin embargo, no era el momento adecuado para un paseo nocturno.

"Tío Sev, solo será un momento," insistió Luna, tomando suavemente su mano en un intento de atraerlo fuera de la oficina.

"Luna, enserio... ahora no," respondió con firmeza, tratando de no mostrar cuanto lo irritaba la situación. No era culpa de la chica que él hubiera tenido que lidiar con Barty en Hogwarts. "Necesito descansar."

De pronto, Luna se lanzó hacia él y lo rodeó con sus brazos en un abrazo repentino. Severus sintió cómo su cuerpo se tensaba por la sorpresa. Escuchó el murmullo de Luna, pero al estar su rostro presionado contra su pecho, las palabras eran apenas un murmullo incomprensible.

"Te he dicho que no pegues tanto tu cara a mí... Merlin, eres peor que un chicle," refunfuñó, aunque terminó devolviéndole el abrazo, casi a regañadientes. ¿Cómo se podía resistir a una chica tan tierna? "Pero esto no hará que cambie de opinión, ya te conozco, siempre lo haces. Me chantajeas con tus abrazos para que no pueda decirte que no."

Luna sonrió con picardía, separándose un poco. "Funciona, ¿no?" dijo con descaro. Volvió a tomar su mano. "Solo acompáñame, ¿sí? Prometo que si lo haces, no te molestaré cada fin de semana con nuestras sesiones de esmalte."

Severus entrecerró los ojos. Esto era, claramente, un chantaje emocional. Lo peor de todo es que no le molestaba. De hecho, se sorprendía de lo mucho que Luna lograba distraerlo de la nube oscura que parecía cernirse sobre él últimamente. Y, si tenía que ser honesto consigo mismo, no le desagradaban esas tardes de esmalte. Era una distracción tranquila, aunque siempre se aseguraba de eliminar cualquier rastro de color de sus uñas al final del día.

"Está bien," murmuró, soltando su mano para alisar sus túnicas. "Pero será mejor que te des prisa o cambiaré de opinión."

Caminaron por los corredores del castillo, y Luna, como era habitual, hablaba de cosas extrañas y maravillosas. Mientras avanzaban, mencionó que las niñas de su habitación la habían estado ignorando últimamente. Severus, como siempre, pensaba en lo difícil que debía ser para ella encajar. Desde pequeña, había sido "diferente", una peculiaridad que la hacía especial, pero también solitaria. Sin embargo, parecía que a Luna no le importaba en absoluto. Era admirable la manera en que ella solía ver las cosas, por eso Severus no se preocupaba demasiado, Luna era fuerte.

La conversación cambió hacia la celebración que se avecinaba, Luna habló de cómo este año su padre había planeado todo un viaje entretenido, se mostraba feliz y sonriente. Xenophilius había invitado a Severus con intenciones de viajar los tres, pero siendo el miserable que creía, Severus rechazó la idea. Se sentía algo idiota, más porque ahora la invitación sonaba bastante tentadora.

"Luna, estaba pensando y..." sus palabras se fueron apagando conforme llegaban al final de su caminata.

Sin esperar, Luna se abalanzó hacia la puerta que se había aparecido justo enfrente de ambos y la abrió con entusiasmo.