Severus despertó despacio, aún enredado en la suavidad de las sábanas de Sirius y con el brazo de éste reposando sobre él, cálido y relajado. Con sumo cuidado, se deslizó de su abrazo, moviendo el brazo de Sirius y permitiéndose unos segundos para observarlo. Algo en esa cercanía le provocaba una extraña paz e inquietud al mismo tiempo. Mirar su rostro dormido, con la respiración acompasada y el cabello desordenado, le recordaba cuán irreal parecía todo aquello, como si el tiempo y las diferencias hubieran desaparecido.El sentimiento de somnolencia, que en el pasado lo había confortado al pretender que todo había sido solo un sueño, ahora lo abandonaba. La realidad era clara, tangible, y lejos de inquietarle, Severus se sorprendía queriendo sentir la presencia de Sirius a su lado. La suavidad de ese pensamiento le dio fuerzas para levantarse en silencio, caminando hacia el baño.
Entró y se detuvo al ver los productos que, claramente, pertenecían a Sirius. Optó por usarlos, y mientras el agua caía sobre él, el aroma a canela comenzó a impregnarlo. Era extraño; nunca habría pensado en ese olor como parte de Sirius, pero de alguna manera, parecía encajar. Mientras continuaba la ducha, Severus se perdió en sus pensamientos, reviviendo lo que había pasado y cuestionando todo lo que podría venir después. Quería mantenerse optimista, alejar los pensamientos negativos que siempre parecían aguardarlo en los rincones de su mente, pero una parte de él no podía evitar sentir miedo. Solo había estado en una relación, y justamente con la misma persona. Antes había sido un amor juvenil la primera vez, un amor sencillo. Las horas que pasaron juntos, aunque pocas, habían sido como destellos de luz en medio de una vida llena de sombras. En ese entonces, el amor se sentía alegre, casi inocente, y hasta los malos días podían arreglarse con una sonrisa o un simple gesto.
Pero ahora, todo era diferente. Ya no eran jóvenes, y lo que él sentía ya no era el refugio cómodo de antes. Ahora el amor era algo desconocido, algo que no lograba encajar en la vida que había construido. No se sentía como un escape, sino como un riesgo, una posibilidad que lo hacía tambalear entre el anhelo y la duda.
De pronto, la voz de Sirius lo sacó de sus pensamientos. "¿Estás en la ducha? Son las nueve de la mañana de un domingo, pensé que nos quedaríamos más tiempo en la cama." Severus maldijo por lo bajo, sintiéndose ridículamente nervioso. Apagó la regadera y se envolvió en una toalla, apenas ajustándola cuando abrió la puerta para encontrarse con Sirius de pie, ya vestido con sus pantalones de pijama pero sin camisa, con una sonrisa traviesa en su rostro.
"Estos sí son buenos días," dijo Sirius, acercándose poco a poco. "Se siente como Navidad... ¡desenvolver mi regalo!," murmuró mientras sus dedos jugueteaban en el borde de la toalla de Severus. Aunque una parte de él se sentía tentada a rendirse a esa coquetería, Severus se mantuvo firme y le dio la vuelta, desviando su atención.
"Usé tus cosas," dijo con voz neutral. "¿Me prestas algo para vestirme? Solo para llegar a mi habitación, después te lo devuelvo." Las palabras parecían secas, casi robóticas, y Severus podía notar cómo sus propios gestos se tensaban, como si intentara imponer una distancia que ni él mismo deseaba.
Percibiendo su incomodidad, Sirius se acercó despacio y posó sus manos sobre los hombros de Severus, rodeándolo en un abrazo inesperado. La piel de Sirius, seca, contrastaba con la humedad que aún quedaba en la de Severus. La calidez del gesto fue inesperada, y Severus sintió cómo sus nervios comenzaban a calmarse, aunque el corazón seguía martilleando en su pecho.
"Tranquilo," murmuró Sirius junto a su oído, su voz baja y calmada. "Yo también estoy nervioso. Puedes tomar lo que quieras, lo mío es tuyo," añadió, y antes de soltarse le dio un beso en la mejilla.
Severus se sintió rígido, sin saber si debía corresponder esa muestra de afecto o, simplemente, aceptarla. Su mente intentaba procesar una respuesta, pero cada opción le parecía insuficiente. ¿Cómo podría estar seguro de que lograría expresar algo real? Quizá fuera el temor de que su habilidad para demostrar afecto estuviera tan oxidada que no fuera suficiente para alguien como Sirius, quien, a pesar de su propio pasado, siempre había sido tan transparente en sus sentimientos.
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El Diario |Snirius|
FanfictionHarry encuentra accidentalmente el diario de nada más que Severus Snape. Curioso por conocer los secretos de su profesor, comienza a leerlo, sin esperarse realmente todo lo que contiene. . . . Aviso. Los personajes y la imagen de la portada no me pe...