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El partido de Gryffindor contra Hufflepuff era intenso, con los jugadores volando por el campo a gran velocidad, pero el ambiente se sentía más ligero gracias a los comentarios de Luna Lovegood, que observaba el encuentro desde las gradas con su peculiar mirada.

"¡Harry está por alcanzarla!" gritó Luna mientras Harry Potter volaba en su escoba, los ojos fijos en la lejana y brillante Snitch dorada que zigzagueaba entre los jugadores. Su voz sonaba tranquila, pero su entusiasmo era evidente.

Los seguidores de Gryffindor contenían el aliento, sus ojos seguían a Harry con nerviosismo.

"Sin suerte aún, Diggory," añadió Luna, casi despreocupada, mientras Cedric intentaba esquivar a los cazadores de Gryffindor, fallando en su intento de marcar. "Supongo que los tejones no tienen tanta prisa hoy."

Sirius Black, desde su asiento junto a los profesores, no podía dejar de sonreír. Su ahijado volaba con una agilidad que lo llenaba de orgullo. Era como ver a James en sus días dorados de Hogwarts, pero con un toque más sereno, más enfocado. Su corazón se hinchaba de emoción cada vez que Harry se acercaba más a la Snitch.

"¡Vamos, Harry!" murmuraba para sí mismo, sus manos apretadas en puños mientras miraba el partido con intensidad.

Luna seguía narrando el partido con su toque único. "Los cazadores de Hufflepuff están haciendo un esfuerzo... un poco cansado, diría yo. ¡Ah! Pero miren, Harry sigue detrás de la Snitch, tan brillante como siempre." Su tono se mantenía ligero, pero cada palabra parecía llevar una pizca de picardía.

La Snitch se lanzó hacia arriba, volando sobre las cabezas de los espectadores. Harry aceleró detrás de ella, estirando la mano con determinación. Cedric, que había intentado perseguirla, estaba unos metros detrás.

"Diggory lo intenta... otra vez," comentó Luna con un toque de indiferencia. "Pero parece que no tiene muchas oportunidades hoy. Harry está demasiado cerca."

Y en un instante, se desató el clímax del partido. Harry estiró el brazo, su mano rozando la Snitch, y la atrapó en un movimiento perfecto. El estadio explotó en gritos de euforia, Gryffindor había ganado.

"¡Sí!" gritó Sirius, levantándose de su asiento, aplaudiendo y gritando de alegría mientras los jugadores de Gryffindor rodeaban a Harry, levantándolo en los hombros y celebrando. Su emoción era palpable, se sentía lleno de orgullo, su felicidad irradiaba mientras miraba a su ahijado brillar.

En medio del júbilo, Sirius no se había percatado de algo importante. En medio del brillo y los abrazos, busco entre la multitud, y Severus no estaba ahí. No lo había visto en los asientos del profesorado ni entre el público. Pero sin mucha preocupación decidió bajar de las gradas con los demás.

Podía recordar perfectamente cómo Severus, en su juventud, evitaba los partidos de Quidditch, prefiriendo la soledad de la biblioteca o sus rincones ocultos. Nunca cambió esa costumbre hasta que comenzaron a salir juntos. Entonces, Severus acudía a cada partido, aunque no entendía del todo el deporte, y siempre aplaudía cuando Gryffindor ganaba. Claro, lo hacía de manera despreocupada, pero Sirius sabía que ese gesto, aunque pequeño, significaba mucho.

¿Seguirían sin gustarle los partidos? se preguntó Sirius mientras observaba cómo los estudiantes celebraban. Harry era llevado en hombros por sus compañeros, y aprovechando ese momento, Sirius decidió retirarse del estadio.

Al mirar alrededor, vio a Barty Crouch Jr., que también parecía disfrutar del ambiente festivo. Sirius se le acercó, aprovechando la oportunidad para preguntar: "¿Has visto a Severus?"

Barty lo miró con una ligera sonrisa. "Severus nunca viene a estos eventos, a menos que Dumbledore lo obligue," respondió con tono despreocupado.

Sirius se quedó pensativo por un instante. Tal vez Severus estaba solo, como solía estar en los viejos tiempos. Era una buen para seguirlo, no había tenido una oportunidad para volverse a disculpar, bueno, si hubieron muchas oportunidades pero Sirius no se había cómo hacerlo correctamente. Era difícil enfrentarlo, Severus parecía no permitírselo, como si nunca cedería a estar solos de nuevo.

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