Severus se encontraba en su habitación, incapaz de conciliar el sueño. La inquietud en su mente era tan intensa como siempre. Sentado junto a la mesita de noche, sostenía una taza de té entre sus manos mientras la libreta que Sirius le había regalado reposaba a su lado, aún sin usar.
Después de aceptar su enamoramiento, Severus había regresado al banquete donde todos celebraban. El ambiente era agradable, casi festivo. Barty se había permitido beber con Hagrid, y ambos lloraban por sus respectivas parejas, quienes estaban lejos. La alegría reinaba entre risas y camaradería, pero la presencia de Sirius lo mantenía en tensión. Se sentó en el lugar habitual y Sirius, sin perder su actitud casual, le ofreció una sonrisa antes de entregarle una taza de té ya preparada.
Sirius hablaba de cosas sin importancia, como solía hacerlo, pero Severus apenas escuchaba. Su mente estaba enfocada en otra cosa: lo cerca que estaban, lo consciente que ahora era de cada uno de los gestos de Sirius, de cómo su corazón parecía acelerarse con cada mirada o movimiento. Todo desde el momento en que se dio cuenta de sus sentimientos por él.
Ahora, en la quietud y calidez de su habitación, Severus se sentía avergonzado. El destino parecía disfrutar jugando con él, uniendo a dos personas que no podían, bajo ninguna circunstancia, estar juntas.
"Sirius Black... ¿por qué siempre haces esto conmigo?" murmuró Severus en voz baja, con un suspiro, mientras tomaba la libreta entre sus manos. Seguía vacía. Ni siquiera se había molestado en colocar su nombre en la portada.
Severus decidió que era hora de comenzar. Movió su varita con precisión y murmuró un hechizo que acababa de crear, uno que había estado rondando en su mente desde que recibió la libreta. Con un sutil destello, las palabras La alquimia de los hechizos aparecieron elegantemente en la portada, junto con su nombre en letras más pequeñas, justo debajo.
Severus observó el resultado y no pudo evitar sentirse orgulloso. Era un pequeño logro, pero significativo. Su corazón latía más rápido al recordar que sin Sirius, no habría retomado este pasatiempo, este aspecto de sí mismo que una vez había dejado atrás.
Respiró profundamente, intentando calmarse. No podía permitirse el lujo de dejarse llevar por sus sentimientos ahora, no cuando sentía que, por primera vez en mucho tiempo, podía avanzar, aunque fuera solo un poco.
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Habían pasado dos semanas desde San Valentin, y aunque Sirius pensó que había hecho lo correcto, aún estaba ese sentimiento de querer correr para hablar de su amor junto a Severus. Siempre intentaba calmarse, por obvias razones no podía hacer eso, se sentía satisfecho por tomarlo de tal manera y tener tanto autocontrol, algo que simplemente no lo describía. El movimiento de la libreta había sido acertado, ya que ambos se mantenían de una cierta manera más consientes de sus presencias.
Esa noche Sirius había salido a caminar, algo que hacía para pasar el rato, los sábados en el castillo eran aburridos. En medio de su trayecto, se encontró con Severus, quien portaba ropa más cómoda que sus túnicas para enseñar.
"Hey," saludó mientras se acercaba, Severus le devolvió el gesto. "Esta muy silencioso sin los estudiantes, ¿verdad?"
"Así son los fines en el Castillo, agradables y tranquilos," comenzaron a caminar juntos, casi al instante.
Aún era temprano y el castillo estaba tranquilo. Sirius y Severus continuaron caminando juntos por los pasillos, una escena que habría sido inimaginable años atrás. La conversación entre ellos fluía de manera natural, entre comentarios casuales y el ruido distante de algunos estudiantes jugando en la nieve.

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El Diario |Snirius|
FanfictionHarry encuentra accidentalmente el diario de nada más que Severus Snape. Curioso por conocer los secretos de su profesor, comienza a leerlo, sin esperarse realmente todo lo que contiene. . . . Aviso. Los personajes y la imagen de la portada no me pe...