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Estos últimos días el estrés estaba consumiendo a Severus. El insomnio no se había presentado de tal magnitud, no desde que Severus era un mortifago, ahora sin más, estaba siendo difícil seguir con su trabajo.

Nunca fue amante de enseñar, se había encasillado en acatar una orden, como todo en su vida, donde solo estaba diseñado para seguir y cumplir. Pero conforme los años pasaban se había acostumbrado a su rutina, a lo tedioso que era permanecer en el castillo, cuidar de niños y dar clases. Este año se había vuelto sostenible, con Barty molestando cada tanto, pero eso solo fue a principios de curso, después de salir en su viaje con Luna y el viejo Xeno, esa conformidad se había ido en decadencia.

Severus lavó su rostro y sin mirarse al espejo, tomó el suéter navideño de Luna, abrió la puerta y salió a caminar por los pasillos.

Ya habían pasado diez años desde que comenzó a dar clases, muchos podrán decir que no es mucho tiempo, pero sigue siendo agotador. Para Severus requería de mucha energía, de básicamente entregarse a un trabajo que él nunca quiso. Nunca volvió a hablar con Albus sobre su trato, a diferencia del primero que habían hecho, este no estaba concretado, era una simple deuda.

Hace años, Severus habría agachado la cabeza y continuado su labor, pero ahora, ya no estaba seguro de si podría seguir.

Severus sintió por fin la brisa fresca, febrero los había acompañado con una helada, así que fuera de los encantamientos del castillo estaban casi congelándose. Por suerte, Severus había traído consigo el suéter de Luna y claro un par de hechizos para calentarse.

El lago se veía tan oscuro, solo con el reflejo de la luna creciente.

"¿No puedes dormir?."

Aquella pregunta hizo que Severus volteara a ver a su lado, estaba Sirius sentado en la orilla del lago. ¿Cuánto tiempo llevaba ahí?.

"No," se detuvo a pensar si debería regresar al castillo. Pero al ver la tranquilidad de Sirius, se quedó ahí estático. "¿Y tú?," ante su pregunta, el solo sacudió su cabeza aún sin mirarlo.

Severus se permitió observar a Sirius, este se mantenía tranquilo, solo observando el lago, llevaba consigo un suéter pero nada completamente acogedor, así que supuso que también contaba con encantamientos de calefacción. Con el silencio, Severus se sorprendió, pensando que Sirius preguntaría el porqué estaba ahí afuera, que Severus contestaría de manera brusca y esa atmósfera tranquila se arruinaría. Lo cual no sucedió.

Era reconfortante que no fuera tan intrusivo.

"Harry me pregunto sobre que se sentía gustar de alguien," comentó sutilmente. Severus se sorprendió, no pensó que Harry preguntaría tan pronto sobre esos temas. "Creo que está confundido. Y yo simplemente lo arruiné."

"Que ironía," el comentario los mantuvo en un silencio pesado. No quiso decirlo tan rapido ni de mala manera, pero simplemente sucedió. Y ante todo pronóstico, Sirius no reclamó ni afirmó, solo continuó.

Sirios por su parte, respiro para no hacer una tontería, ya había decidió que cambiaría para ganar la confianza de Severus. No perdería cualquier momento solo por comentarios sarcásticos.

"Es tan difícil lidiar con adolescentes."

"Intento comprenderte," Severus se cruzó de brazos ante una ventisca repentina. "Pero mi ahijada es singular, le he dicho que lo diferente no es malo, sin embargo, me he enfrentado a sus preguntas desde que tiene uso de consciencia."

Sirius se ríe, pensando en una pequeña Luna preguntando cosas vergonzosas a un Severus joven que jamás ha podido encontrar palabras reconfortantes.

"¿Y el niño Malfoy?," se recostó un poco en la hierba, sintiendo lo frío de la tierra húmeda.

El Diario |Snirius|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora