46

486 92 9
                                    

Sirius no sabía qué hacer. Después del almuerzo, Dumbledore había dado un descanso para que los alumnos disfrutaran de la tradición de San Valentín. Esto era una verdadera tortura para él. No quería salir del aula, ya que no sabría cómo actuar si volvía a encontrarse cara a cara con el patronus de Severus.

Además, estaba ese regalo escondido en el gabinete. Sirius pensaba dárselo a Severus, como una muestra de gratitud por haberlo salvado de Azkaban y, bueno... también porque era San Valentín, y no estaba de más ofrecerle un obsequio. Pero ahora, con el asunto del patronus, todo se había complicado. Había considerado correr hacia él, declararle su amor, porque después de todo, ese patronus parecía confirmar los sentimientos de Severus. Sin embargo, cuando lo pensó con más claridad, la idea le pareció absurda. No se había esforzado tanto solo para arruinarlo siguiendo de nuevo sus impulsos sin pensar en las consecuencias.

Sirius suspiró y se dejó caer en su silla, mirando el aula vacía.

"¿Por qué el amor es tan complicado?", murmuró, cerrando los ojos. Necesitaba calmarse y pensar con más claridad.

──────────────────

"Bien, este es el último." Severus miró a la joven que se sonrojaba mientras le entregaba un pedazo de pergamino escrito. Él suspiró y lanzó el hechizo, dejando que una luz brillante se colara por toda su oficina. Tomó la rosa, envolviéndola con el papel, y dijo en voz alta: "Harry Potter". El patronus salió disparado de la habitación.

"Gracias, profesor." La chica pelirroja salió corriendo de la oficina, dejando finalmente un poco de paz en Severus.

Había pasado todo el día entregando rosas y cartas. De joven, nunca pensó que sería una tarea agotadora. ¿Qué tan difícil podría ser entregar una flor? Pero el costo de todo aquello era usar su magia hasta el límite para que el hechizo del patronus fuera impecable.

Severus comenzaba a relajarse cuando escuchó la puerta crujir.

"Ya entregué la última", dijo mirando hacia la puerta, donde Harry apareció con una expresión nerviosa, sosteniendo la rosa. "¿Sucede algo, Potter? Temo que no puedo hacer mucho más allá de entregar lo que me piden."

Harry parecía dudar antes de hablar. Se veía avergonzado, evitando la mirada del profesor. Severus conocía muy bien las crisis adolescentes; no en vano tenía dos ahijados bastante dramáticos. Pero era agotador que Harry acudiera a él en lugar de a su padrino.

"Fue una chica", dijo Severus levantándose de su escritorio y poniéndose frente a Potter. "Quien te envió esta rosa." El rostro de Harry pasó de la vergüenza al desconcierto total. "¿Esperabas a alguien más?"

"Sí... ¡digo, no!", exclamó Harry, cubriendo su rostro que se tornaba rojo. "El amor es ridículo."

Severus asintió, compartiendo la opinión del joven.

"Lamento que los dos adultos a los que has acudido en busca de consejo sean tan inexpertos en lo que respecta a una relación exitosa", dijo Severus, mientras limpiaba las pisadas de los alumnos.

"Bah, siempre tengo al viejo Remus para ayudarme", respondió Harry, dejándose caer en el sillón frente al escritorio y levantando los pies para que Severus pudiera seguir limpiando. "¿Cómo se comporta Sirius?"

Severus terminó de limpiar y miró a su alumno con una ceja alzada. No recordaba cuándo fue que permitió que Harry Potter se sintiera tan cómodo en su presencia.

"Pensé que habíamos acordado no meternos donde no nos llaman", apuntó su varita y movió los pies de Harry al suelo, evitando que los zapatos tocaran el sillón.

El Diario |Snirius|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora