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Severus se mantuvo en las sombras durante la recepción, evitando a Sirius con un propósito claro. Sabía que Sirius debía estar furioso, ¿cómo no lo estaría? Un año sin verse y, en el primer reencuentro, él lo evitaba deliberadamente. Pero, ¿cómo podría enfrentarlo ahora? Severus había cambiado demasiado. Las mentiras y el disimulo siempre habían sido su escudo, pero no ante un Gryffindor determinado, y menos uno enfadado.

No pudo evitarlo por mucho tiempo. Sirius lo encontró en los jardines de la familia Rosier, rodeados de flores que parecían tan ajenas al caos interno de Severus. Sirius avanzó rápidamente, con ese aire de determinación que siempre lo acompañaba, y tomó a Severus de la muñeca con firmeza. Sin decir una palabra, lo guió hacia el interior del laberinto de flores.

"¿Me estás evitando?" Sirius rompió el silencio, clavando su mirada en los ojos de Severus. Por primera vez, Severus desvió la mirada. "¿No te veo durante un año y tú decides evitarme? No es justo, Severus."

El silencio fue la única respuesta de Severus, quien apretó la mandíbula con fuerza. No podía mirarlo a la cara, ni mucho menos explicarle. No ahora, no cuando estaba tan cerca de cumplir su misión, de ganarse la confianza total de Voldemort. Tenía que seguir, cumplir su deber... Pero el peso de todo comenzaba a colapsar sobre él.

"¡Sev!" La voz de Sirius lo sacudió, un tono de desesperación que no había escuchado antes. Sirius lo agarró por los hombros, agitando ligeramente su cuerpo frágil, sorprendido por lo liviano que se sentía. "¡Estás hiperventilando! Cálmate." Su mano pasó suavemente por la espalda de Severus, en un intento de calmarlo. Severus, hasta entonces, no había sido consciente de que estaba luchando por respirar.

"¿Qué sucede?" Sirius volvió a preguntar, más suave esta vez, pero con evidente preocupación. Cuando Severus no respondió de inmediato, Sirius levantó su barbilla con delicadeza, forzándolo a mirarlo. "Mírame," ordenó, su voz impregnada de una autoridad inusual.

Severus finalmente lo miró, y cuando sus ojos se encontraron, notó que Sirius había cambiado. Ya no era solo el joven rebelde que recordaba. Este año perdido habían dejado su marca; su rostro era más maduro, sus facciones más pronunciadas, y había un nuevo brillo en sus ojos. Severus no pudo evitar fijarse en un piercing en su labio que no había visto antes. ¿Cuándo se había hecho eso?

Sirius, a pesar de todo, seguía siendo deslumbrante. Pero ahora, al observarlo, Severus sintió un abismo entre ellos, uno que él mismo había cavado. Y de repente, toda la barrera que había construido en su mente se derrumbó. El miedo, la culpa, el dolor... todo salió a la superficie.

"Sevy..." murmuró Sirius, su tono ahora preocupado. Fue todo lo que hizo falta para que Severus se abalanzara sobre él, rodeando su cintura con un abrazo desesperado. Casi tropezaron, pero Sirius lo sostuvo, sus brazos envolviendo a Severus con fuerza. "¿Qué te sucede?"

Los ojos de Severus picaban, y sabía que no podría contenerse más. Siempre había sido un cobarde, incapaz de proteger lo que realmente le importaba. Y ahora, estaba a punto de quebrarse. El llanto llegó sin previo aviso, profundo y lleno de sufrimiento reprimido.

"Yo..." Su voz era apenas un susurro, rota y temblorosa. "Necesito decirte algo."

Sirius lo mantuvo en el abrazo, acariciando su espalda con calma. "Dímelo, Severus. Por favor."

Severus respiró hondo y cerró los ojos, buscando las palabras. "Aquella tarde, en la oficina de Dumbledore... las cosas cambiaron." Hizo una pausa, inseguro de cuánto debía revelar. No podía hablar del juramento inquebrantable, no aún. "Me ofreció una forma de ayudarlo, de proteger lo que importa... pero todo está siendo tan dificil. No sé qué tanto aguantare."

El Diario |Snirius|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora