Capítulo 11

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Es una tarde tranquila y soleada, una de esas donde el campus parece más bien un parque lleno de vida y energía. Estoy sentado en el césped, apoyado contra el tronco de un árbol, con mis libros de derecho esparcidos a mi alrededor, pero en realidad no estoy prestando mucha atención a lo que leo. Erica está junto a mí, estudiando con su habitual concentración inquebrantable. Me impresiona cómo puede memorizar páginas enteras de un libro mientras sostiene conversaciones profundas sobre cualquier tema. Yo, por otro lado, sigo perdiendo la concentración, esperando el mensaje de Sunny que me diga que ya terminó su clase de fotografía.

- Deberías enfocarte un poco más, Tae. - me dice Erica sin levantar la vista de sus notas.

- Estoy enfocado. - respondo, aunque ambos sabemos que es una mentira.

Erica suelta una risa breve, pero vuelve a sumergirse en su libro de derecho constitucional. Yo vuelvo a mirar la pantalla de mi celular, esperando un mensaje que no llega, hasta que, finalmente, siento que vibra en mi mano. Es de Sunny. Me dice que está saliendo del laboratorio fotográfico y que en cinco minutos se encuentra conmigo en el parque.

Una sonrisa involuntaria se dibuja en mi rostro, y Erica me mira de reojo, sabiendo perfectamente lo que significa.

- Ahí viene tu príncipe azul, ¿eh? - bromea con una sonrisa, cerrando su libro. - No sé cómo haces para concentrarte en algo cuando piensas en él todo el tiempo.

- ¿Concentrarme? No me subestimes, puedo hacer ambas cosas. - respondo con una risa.

Pasan unos minutos y veo a Sunny acercarse desde la distancia. Lleva su cámara colgada al cuello, suéter oscuro y jeans, caminando con ese aire despreocupado que lo caracteriza. Su sonrisa ilumina su rostro cuando me ve, y mis pensamientos se despejan por completo. Siento esa extraña mezcla de nervios y emoción cada vez que lo veo, como si fuera la primera vez. A veces me pregunto si algún día esa sensación se irá, pero por ahora, disfruto cada segundo de su presencia.

Sunny llega hasta donde estamos sentados, y sin siquiera saludar a Erica, se inclina hacia mí y me da un beso suave en los labios. Un beso que no es apresurado ni casual, sino lleno de cariño. Mis manos se mueven por sí solas hacia su cintura, atrayéndolo más cerca mientras el beso se profundiza ligeramente. Podría quedarme así todo el día.

- Ya empezamos. - dice Erica rodando los ojos, pero está sonriendo. - ¿No pueden contenerse aunque sea un poquito?

Sunny finalmente se separa de mí, pero su sonrisa no desaparece. Me mira con esos ojos brillantes que siempre parecen tener algo nuevo para decir, y siento que el mundo desaparece por un momento.

- Lo siento, Erica. - dice con una risa suave mientras se sienta a mi lado, estirando las piernas sobre el césped. - No puedo evitarlo cuando veo a Tae. ¿Tú podrías?

- Tienes razón. Olvídalo. - responde ella divertida, mientras vuelve a abrir su libro. - Sólo no me hagan sentir la tercera rueda todo el tiempo, por favor.

Nos reímos los tres, pero yo no suelto la mano de Sunny. Siempre me siento en paz cuando lo tengo cerca. No pasa mucho tiempo antes de que él saque su cámara, con ese brillo en los ojos que tiene cada vez que habla o piensa en fotografía.

- Hoy tomé algunas fotos increíbles. - me dice, emocionado, mientras enciende la cámara y me muestra algunas de las imágenes que ha capturado.

Observo las fotos en la pequeña pantalla, y aunque no soy un experto en fotografía, sé reconocer algo bueno cuando lo veo. Las imágenes están llenas de vida, capturan momentos que parecen simples, pero que, de alguna manera, se sienten llenos de significado. Un niño corriendo por el campus, una pareja sentada en un banco compartiendo una bebida, las hojas de los árboles moviéndose suavemente con el viento.

Si (no) te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora