Capítulo 46

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Sunny

Me despierto de golpe, con el corazón latiéndome a mil por hora. Estoy en el departamento, pero algo no está bien. Todo se siente extraño, ajeno, como si este lugar no me perteneciera. Miro alrededor con ojos confusos. Las paredes desnudas, el espacio vacío, el eco del silencio es sofocante.

Algo falta, algo importante. Mi respiración se acelera al darme cuenta de lo que es. Tae. Tae no está.

Mi mente se tambalea al procesar la ausencia de su presencia. Me levanto de la cama de un salto, los pies descalzos golpean el suelo frío, y la sensación de vacío se vuelve aún más intensa. Camino por el departamento, y con cada paso, la angustia se instala más profundamente en mi pecho. Llamo su nombre, al principio en un susurro:

- Tae...

No hay respuesta. Camino más rápido, buscando en cada rincón de la casa, pero cada habitación está vacía, como si nunca hubiera habido nadie más aquí aparte de mí. El sofá donde solíamos acurrucarnos está vacío. Sus libros, la ropa... todo ha desaparecido.

Mis pasos se hacen más pesados, mi pecho duele. Entro en la cocina, el espacio ahora parece frío, desolado. Las tazas que siempre estaban en la encimera, una para él y otra para mí, no están. La mesa donde solíamos sentarnos a desayunar está completamente despejada, como si nadie la hubiera usado en años.

La ansiedad comienza a apoderarse de mí. Empiezo a buscar desesperadamente por todas partes, reviso el baño, los armarios, incluso debajo de la cama, como si Tae pudiera estar escondido en algún lugar. Pero no está.

Mi voz se quiebra mientras lo llamo más fuerte:

- ¡Tae! ¿Tae, dónde estás?

No hay respuesta. El eco de mis propias palabras me devuelve un vacío aplastante. Las lágrimas comienzan a acumularse en mis ojos, mi garganta se siente cerrada, como si no pudiera respirar bien. Mi cuerpo tiembla, como si la realidad se desmoronara a mi alrededor. Lo llamo otra vez, esta vez casi gritando:

- ¡Tae! ¡Por favor, respóndeme!

Pero sigue sin haber ningún sonido, solo el silencio ensordecedor de un departamento que no me pertenece. Mi pecho se siente como si estuviera siendo aplastado, y las lágrimas caen finalmente, una tras otra, calientes y rápidas. Me apoyo contra la pared, deslizándome hasta quedar sentado en el suelo, abrazando mis rodillas mientras el llanto me sacude.

El dolor de su ausencia es tan real, tan tangible, que casi puedo tocarlo. La angustia me invade por completo. No puedo entenderlo. Tae siempre ha estado aquí. Siempre ha estado conmigo.

- Tae... - susurro con la voz rota, apenas audible, como si incluso mi propia esperanza se estuviera desvaneciendo.

Mis manos tiemblan mientras me paso los dedos por el cabello, desesperado, buscando algún consuelo en un lugar donde no queda nada. El miedo crece en mí, una sensación de pérdida que no puedo sacudirme. Es como si el mundo hubiera perdido todo su sentido, como si algo fundamental hubiera sido arrancado de mí.

Miro hacia la puerta, esperando verlo entrar, esperando que todo esto sea solo un mal sueño. Pero la puerta sigue cerrada. Vacía. Igual que el resto de este lugar que ahora parece completamente extraño. ¿Por qué no está aquí? ¿Por qué me siento tan solo? El nudo en mi garganta se aprieta aún más.

De repente, la horrible idea de que Tae me haya dejado para siempre inunda mi mente. Que se haya ido y nunca vuelva. El pensamiento me atraviesa el pecho como una espada, haciéndome jadear por aire. No, no puedo soportarlo. No puedo soportar la idea de perderlo.

Si (no) te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora