Capítulo 37

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Cuando llegamos al hostal donde Sunny se está quedando, siento la tensión en el aire, palpable y densa. Mis pasos son lentos, pero mi corazón está a mil por hora. Sunny abre la puerta de su habitación y, apenas entramos, el ambiente entre nosotros cambia. No hay palabras, solo el sonido de nuestras respiraciones que se entremezclan en el pequeño espacio que nos rodea. Lo miro a los ojos, y en ese momento sé que lo deseo como nunca antes.

El primer contacto de sus labios es todo lo que necesito para que mi autocontrol desaparezca. Nos besamos con una intensidad que nunca había sentido antes, como si hubiéramos estado esperando este momento toda la vida. 

Mis manos viajan por su espalda, deslizando la tela de su camisa y sintiendo el calor de su piel. Cada botón que desabrocho es una liberación, una capa más que se cae entre nosotros. La camisa cae al suelo, pero no me detengo. Sus manos también están ocupadas, buscando mi piel con una desesperación que refleja la mía. Tira de mi saco, deslizándolo por mis hombros, y sigue con la camisa, dejando un rastro de fuego donde sus dedos me tocan.

Nos detenemos por un segundo, nuestros ojos se encuentran. Lo miro, sin aire, sabiendo lo que estamos a punto de hacer, y el nerviosismo me invade, pero también la certeza de que lo quiero, de que lo necesito. Sunny está frente a mí, vulnerable, nervioso también, pero decidido. Y en sus ojos veo todo lo que siento por él, todas las vidas en las que lo he amado, todo lo que significamos el uno para el otro.

El calor de su piel contra la mía me hace estremecer, puedo ver el mismo deseo en sus ojos, mezclado con un toque de nerviosismo. Noto que sus manos tiemblan un poco, pero aun así me responde con una firmeza que me hace sonreír. Sus ojos me lo dicen todo, y entonces, con la voz más suave que puedo reunir, le pregunto:

- ¿Quieres seguir?

Sunny asiente, y aunque veo esa incertidumbre en su mirada, también veo algo más. Lo veo decidido, entregado. 

- Sí, Tae... quiero esto. Quiero estar contigo.

Y cuando sus labios se vuelven a encontrar con los míos, todas mis dudas desaparecen. Este es el Sunny que amo, en esta realidad, y en todas las demás.

Nos movemos con torpeza, pero con una urgencia compartida. La habitación se siente pequeña y calurosa, el aire denso con nuestra energía. Nuestros besos son profundos, desesperados, como si quisiéramos consumirnos el uno al otro. Mis manos recorren cada centímetro de su piel, sintiendo cada músculo, cada curva. Siento su respiración volverse cada vez más rápida mientras exploro su cuerpo, como si quisiera memorizarlo.

Mientras nos desnudamos por completo, siento que el aire en la habitación cambia. Nos quedamos un momento así, mirándonos, descubriendo cada rincón del otro. Sus ojos recorren mi cuerpo, y puedo ver en su mirada la mezcla de deseo, nerviosismo y algo más profundo, algo que siempre ha estado entre nosotros. Su piel bajo mis manos es suave y cálida, y cuando lo toco, siento cómo su cuerpo responde al mío. Mis dedos trazan líneas invisibles por su piel, memorizando cada detalle, cada respiración, cada suspiro.

El cuarto está oscuro, iluminado solo por la luz tenue que entra desde la ventana. El sonido del mar lejano se filtra a través de la brisa que entra por la ventana abierta. Todo parece encajar en un momento perfecto, un instante suspendido en el tiempo. Me acerco a él, lo abrazo, y en ese abrazo siento más que solo deseo; siento conexión, amor, y un vínculo que trasciende cualquier realidad.

Lo llevo hacia la cama, y ambos caemos sobre las sábanas como si este momento fuera inevitable. Nuestras pieles se encuentran, y es como si nuestros cuerpos estuvieran hechos para encajar de esa manera. Me tomo mi tiempo, admirando cada detalle de su cuerpo. Es una imagen que había perdido, pero ahora está aquí, tangible, real, y me invade una sensación de incredulidad. Sunny también me observa de la misma manera, sus ojos recorren cada rincón de mi piel con una mezcla de curiosidad y deseo.

Si (no) te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora