Entro en nuestro apartamento, la luz tenue del pasillo se filtra por debajo de la puerta de la cocina, y siento un peso en el ambiente. El reloj en mi muñeca marca pasada la medianoche, y mi mente está todavía ocupada en los detalles del caso que estoy manejando en el bufete. Pero al cruzar la puerta, la escena ante mí detiene mis pensamientos abruptamente.
Sunny está sentado en la barra de la cocina, una copa de vino en la mano, la botella a medio vaciar a su lado. Su rostro, que normalmente estaría iluminado con una sonrisa o una broma ingeniosa, se ve cansado, sombrío. Es como si la calidez de su piel se hubiera apagado, y en su lugar, quedara solo una sombra de lo que es usualmente.
- Sunny, lo siento. Perdí la noción del tiempo en la oficina... - digo rápidamente, intentando suavizar la situación. Camino hacia él, quitándome la chaqueta y dejándola caer en el respaldo de una silla. - Sabes cómo es con este caso, es enorme. Si lo logro, tengo asegurado ese ascenso que he estado persiguiendo durante meses. ¡Podríamos...!
- ¿Te acordaste? - Sunny interrumpe mi entusiasmo, su tono bajo y sin emoción. La pregunta me detiene en seco. Lo miro, confuso.
- ¿Acordarme de qué?
Sunny deja la copa de vino sobre la mesa con un pequeño golpe sordo y suspira, pasando una mano por su cabello desordenado. No es el tipo de cansancio físico que emana, sino uno más profundo, emocional.
- Hoy era la entrevista con la agencia de adopción, Tae-ho. - dice, sin ningún preámbulo. Su voz es baja, pero lo suficientemente clara como para que cada palabra me golpee directamente en el estómago. Se toma otro sorbo de vino, su mirada fija en el líquido oscuro, como si no pudiera soportar mirarme en este momento.
- La entrevista... - repito en un murmullo, sintiendo un nudo en la garganta. Mi mente se pone a trabajar rápidamente, intentando recordar, intentando encontrar una excusa válida. Pero lo sé. Lo sé perfectamente, porque me lo recordó durante toda la semana. Lo aplazamos varias veces por mi trabajo, pero esta vez era definitivo. Y yo no estuve allí.
El silencio que sigue es brutal. Siento como si mi cerebro se atascara en la culpa, mientras trato de encontrar algo que decir para reparar la situación.
- Sunny... lo siento, de verdad lo siento. - trato de explicarme, eligiendo cada palabra con cuidado. - Hoy era una instancia muy importante en el caso que estamos trabajando, ya sabes cómo funciona esto. Si lo resuelvo bien, ese ascenso por el que llevo tanto tiempo luchando es prácticamente mío. Pensé que... pensé que lo entenderías. Que era algo grande para nosotros, para nuestra familia.
- ¿Nuestra familia? - pregunta, con una leve risa amarga que me eriza la piel. - ¿Qué familia, Tae-ho? ¿Cómo vamos a ser una familia si ni siquiera pudiste presentarte para la entrevista?
Me quedo en silencio, sintiendo cómo se me encoge el estómago. Sunny deja la copa de vino sobre la mesa con más fuerza de la necesaria, y puedo ver en sus ojos el dolor que está intentando esconder tras esa fachada de enfado.
- ¿Sabes lo que la trabajadora social me dijo? - me pregunta, y la forma en que lo dice, con esa calma gélida, me hace estremecerme. - Dijo que no estamos listos para ser padres. Que no le dimos la impresión de ser una pareja estable. Y lo peor es que tiene razón. ¿Cómo vamos a cuidar de un niño si ni siquiera podemos vernos lo suficiente para tener una cena juntos?
Me duele escucharlo, pero no puedo decir que esté equivocado. Trago saliva, buscando algo, cualquier cosa, que pueda contrarrestar lo que acaba de decir, pero la verdad es que no lo hay. Me fallé a mí mismo y a él. Esto era importante, y no estuve allí.
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Si (no) te hubiera conocido
RomanceTae-ho, un joven abogado, despierta en un universo paralelo donde su esposo, Yong-sun, a quien perdió en un accidente de auto, sigue vivo, pero no lo conoce y no están casados. Decidido a acercarse a él, Tae-ho consigue un trabajo en el prestigioso...