Capítulo 49

99 13 3
                                    

Cuando abro los ojos, el frío estéril del hospital me envuelve de inmediato. La luz blanca del techo me ciega por un segundo, y todo lo que siento es un vacío que me aplasta el pecho. El aire me cuesta, como si estuviera atrapado en una pesadilla. Mi corazón late tan rápido que apenas puedo seguir su ritmo. Todo lo que puedo pensar, lo único que domina mi mente, es Sunny. ¿Dónde está?

Mi vista, borrosa y temblorosa, se aclara lentamente, y lo primero que veo es una figura conocida. Erica. Está allí, de pie frente a mí, mirándome con una mezcla de preocupación y alivio en su rostro. Mis labios se abren apenas, y un susurro escapa de mi boca, casi incrédulo.

- Erica... - murmuro, sintiendo que algo no encaja, como si todo esto fuera imposible.

Ella sonríe, visiblemente aliviada, y da un paso hacia mí.

- ¡Qué alivio! Sabes quién soy. - responde, su tono ligero, pero en mí todo sigue siendo un caos.

El pánico comienza a crecer en mi pecho, y las palabras me salen atropelladas antes de que pueda detenerlas.

- ¿Tú sabes quién soy? - le pregunto, mi voz quebrada por la ansiedad, por la sensación horrible de estar perdido.

Erica frunce el ceño, confusa.

- ¿Por qué no sabría quién eres? Tae, eres mi mejor amigo. - dice, como si lo que pregunto fuera completamente absurdo.

La desolación me golpea como una ola. Mi garganta se cierra, y todo mi cuerpo se siente como si hubiera sido arrastrado de nuevo al peor momento de mi vida. El vacío que sentí aquella vez, cuando desperté después del accidente, me aplasta otra vez. Me inunda la desesperación al darme cuenta de lo que todo esto significa.

"No...", pienso, mis manos aferrando las sábanas con tanta fuerza que los nudillos me duelen. No puede ser que todo esto... que todos los momentos de los últimos meses, todo lo que viví con Sunny, fuera solo un sueño. Mi respiración se acelera y siento que no puedo respirar.

Entonces, entra una enfermera. No parece darse cuenta del estado en el que estoy. Solo sonríe con suavidad mientras se acerca a mi cama.

- Al fin despertaste. - me dice con tono alegre- Tu esposo está a punto de hacer un hueco en el pasillo de tanto dar vueltas.

Me quedo helado. "¿Mi esposo?", pienso. Las palabras tardan en asentarse en mi cabeza, y la confusión me abruma. Tartamudeo, sin estar seguro de si entendí bien.

- ¿Mi... mi esposo? - logro decir, y antes de que la enfermera pueda responder, oigo una voz familiar.

- Tae... - esa voz suave y nítida, que parece atravesar todo el caos en mi mente.

Mis ojos se abren más, y giro la cabeza hacia el marco de la puerta. Y ahí está. Sunny. Está de pie, apoyado en muletas, con una pierna enyesada, el rostro lleno de cortes y moretones. Su expresión es tan llena de emoción que siento cómo se me llenan los ojos de lágrimas. El labio inferior de Sunny tiembla mientras nuestros ojos se encuentran. El alivio y el dolor se mezclan en su mirada, como si no pudiera creer que estoy despierto.

- Tae... - repite, su voz temblorosa, y las lágrimas comienzan a correr por sus mejillas.

Erica, al darse cuenta de la situación, murmura algo antes de salir de la habitación.

- Los dejo solos, pero no hagan cochinadas, que ambos están bien averiados. - dice con una sonrisa traviesa antes de desaparecer por la puerta.

El silencio que queda entre nosotros es pesado, lleno de emociones que ninguno de los dos sabe cómo expresar. Sunny, a pesar de sus muletas, se mueve rápidamente hacia mí y se sienta en el borde de la cama. Suelta las muletas de inmediato, ignorando el dolor evidente en su pierna, y sin pensarlo, me lanzo hacia él. Nos abrazamos con tanta fuerza que duele, pero ese dolor se siente reconfortante. Estamos vivos. Estamos juntos.

Si (no) te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora