Capítulo 35

83 17 8
                                    

Los días pasan como un borrón. No he visto a Sunny desde aquella noche en la que se apareció empapado frente a la puerta de mi casa. No ha vuelto al bufete, ni siquiera he escuchado su voz. Lo llamo, le dejo mensajes, pero nunca responde. Cada timbre sin respuesta hace que mi corazón se hunda un poco más, como si con cada llamada fallida estuviera perdiendo la oportunidad de arreglar las cosas entre nosotros.

Finalmente, después de días de angustia, me armo de valor y le pregunto al director si sabe algo de él. No quiero sonar desesperado, aunque la preocupación me consume.

- Disculpe... - digo con un nudo en la garganta mientras me acerco a su oficina. El director me mira por encima de sus gafas, levantando la vista de los papeles que revisa.

- ¿Sí, Tae-ho? - pregunta, dejando el bolígrafo a un lado.

- Quería preguntarle sobre Yong-sun. - trato de sonar lo más casual posible, pero no puedo evitar que mi voz tiemble un poco. Su mirada se endurece ligeramente, y sé que lo nota.

- Se pidió unos días por asuntos personales. - responde, como si no fuera gran cosa. Pero para mí es todo. Mi estómago se revuelve, y siento un vacío en el pecho. Me quedo quieto, procesando lo que dijo. Se pidió unos días. ¿Por qué? ¿Por mi culpa? ¿Le ocurrió algo? ¿Está bien?

- ¿Le dijo por qué? - pregunto, intentando sonar despreocupado, pero el director levanta una ceja, claramente confundido por mi repentino interés.

- No, solo mencionó que necesitaba tiempo. - responde con un encogimiento de hombros. - Pero le dije que no podía extenderse más allá del lunes. Lo quiero aquí trabajando. No podemos darnos el lujo de perder más tiempo con este caso.

Asiento, aunque su respuesta no me tranquiliza en absoluto. El miedo crece dentro de mí. Sunny no me responde. Fui a su casa, toqué la puerta una y otra vez, pero no había señales de vida. Cada vez que paso frente a su edificio, el lugar parece más frío, más distante, como si el mundo a su alrededor se hubiera apagado también.

El miedo me envuelve, me paraliza. ¿Y si le pasó algo? ¿Y si no está bien y yo estoy aquí, incapaz de hacer nada más que esperar? Me siento como un idiota. Otra vez. Arruiné todo con Sunny, lo lastimé cuando menos quería hacerlo. Es irónico. Lo amo tanto, y cada intento por protegerlo solo lo hiere más.

Pienso en los lugares donde podría estar, pero mi mente está en blanco. En la otra realidad, sé exactamente dónde lo buscaría. Boston. Las calles, los cafés, los parques que solíamos frecuentar. Pero este Sunny... este Sunny vivió casi toda su vida en Seúl. No tengo ni idea de dónde buscar.

Me siento en mi escritorio, mirando los documentos que se amontonan frente a mí, pero mi mente está lejos de aquí. No puedo concentrarme. No puedo pensar en nada más que en Sunny. Me recuesto en la silla, cruzando los brazos y cerrando los ojos, intentando recordar algo, algún detalle, algún lugar que pudiera darme una pista de dónde está.

Cuando abro los ojos de nuevo, mi mirada se posa en el portarretrato que tengo al costado del escritorio. Es una foto que Sunny tomó de la isla de Jeju cuando fuimos a pasar ese fin de semana allí. Recuerdo ese viaje como si fuera ayer. La luz del atardecer reflejándose en el agua, la brisa fresca que traía consigo el olor del mar. Y Sunny, con su cámara, capturando cada momento.

De repente, una idea me golpea como un rayo. Jeju. ¿Y si está allí? Puede parecer una ilusión, pero Sunny ama ese lugar, siempre habla de volver. Quizás, después de todo lo que pasó, decidió refugiarse allí, en uno de los pocos lugares que le traen paz.

Sin perder tiempo, agarro mis cosas y me levanto de la silla. Camino directo a la oficina del director, y toco la puerta.

- ¿Otra vez tú, Tae-ho? - dice con una sonrisa cansada cuando me ve entrar.

Si (no) te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora