Capítulo 5

157 16 2
                                    

La mañana avanza lentamente. Cada nuevo rostro en el bufete me ofrece una sonrisa cálida y una introducción amable, y trato de absorber toda la información que me brindan sobre el funcionamiento del bufete. Me muestran cómo manejar archivos, cómo preparar documentos legales y cómo usar el sistema informático, y aunque intento seguir el ritmo, mi mente está constantemente distraída por la preocupación.

Sunny todavía no ha aparecido, y eso empieza a inquietarme más de lo que me gustaría admitir. Cada vez que escucho el sonido de un par de pasos o el ding de un ascensor, mi corazón se acelera, esperando ver su rostro familiar. Pero hasta ahora, sólo veo a colegas que me saludan y que parecen dispuestos a ayudarme en todo lo que necesite.

La café que me sirven en la cocina es tan malo como me advirtió Ji-Hoon. No puedo evitar hacer una mueca cada vez que tomo un sorbo, pero necesito algo para mantenerme despierto y concentrado. Me han ofrecido varios cafés durante la mañana, y he aceptado sin pensarlo mucho. Ahora me siento un poco revuelto, pero trato de ignorarlo, enfocándome en aprender lo más posible.

Sin embargo, la angustia y la ansiedad están comenzando a pasarme factura. Mi estómago se revuelca con cada minuto que pasa sin ver a Sunny. Decido tomarme un pequeño descanso y me dirijo al baño. Una vez allí, me encuentro en uno de los cubículos, sentado con la cabeza entre las manos, intentando calmarme. Pero el malestar solo aumenta. Las náuseas se intensifican, y finalmente no puedo contenerme más.

Me inclino hacia adelante y vomito, el sonido y la sensación son desconcertantes y agotadores. Me siento débil y derrotado, incapaz de dejar de pensar en la razón por la que estoy aquí y en la desesperación de encontrar a Sunny. Estoy solo en el baño, con la única compañía de mis propios pensamientos y la desesperación que siento por su ausencia.

Mientras me recupero, me limpio y me intento recomponer. Tomo una respiración profunda, me lavo la cara en el lavabo y me miro en el espejo. Estoy decidido a seguir adelante, a hacer lo que sea necesario para acercarme a Sunny. Pero la realidad de la situación me golpea con fuerza, y la ansiedad de no saber si alguna vez volveré a conectar con él se siente como una sombra constante en mi mente. Con el corazón todavía acelerado, salgo del baño y me preparo para continuar con el día, con la esperanza de que el destino me dé una señal, y con la firme determinación de no rendirme.

Salgo del baño, aún con el cuerpo temblando y la mente nublada por la ansiedad. Mientras me seco las manos, un movimiento fuera de la oficina del director me llama la atención. Mi corazón da un brinco en el pecho y mi cuerpo se paraliza. Mis ojos se llenan de lágrimas cuando reconozco al hombre que sale de la oficina: es Sunny. Ahí está, en carne y hueso, como si el tiempo y el espacio nunca hubieran intervenido entre nosotros.

Siento una ola de alegría inmensa y abrumadora. Es como si un peso enorme se hubiera levantado de mis hombros. No puedo creer que lo esté viendo, que está aquí, frente a mí, en este universo paralelo. Sin pensarlo, sin dejar que la razón me detenga, comienzo a caminar hacia él a paso rápido.

Sunny me ve acercarme y sus ojos se llenan de confusión y un toque de desagrado. Parece asustado y no sabe cómo reaccionar. Pero eso no me detiene. Mi corazón late con fuerza y mi mente está inundada de emociones. Al llegar a su lado, me lanzo hacia él y lo abrazo con toda la fuerza que tengo.

El calor de su cuerpo, el contacto de su piel, el aroma familiar, todo me envuelve y me llena de una felicidad que no creí poder sentir de nuevo. Siento que me aferro a él con desesperación, como si mi vida dependiera de este momento. Sunny se queda tenso y paralizado al principio, su cuerpo rígido bajo el abrazo inesperado. Trato de mantenerme lo más cerca posible, sin querer soltarlo.

Después de unos segundos, Sunny comienza a intentar apartarme. Sus movimientos son torpes y desconcertados, y puedo sentir cómo su miedo se mezcla con la incomodidad. Pero, por más que lo intente, no puedo soltarlo. Cada intento de separación solo hace que me aferre más a él, incapaz de dejarlo ir.

Si (no) te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora