Capítulo 25

52 13 3
                                    

Es una noche más en Seúl, la ciudad brilla con sus luces de neón mientras el ruido constante de la vida urbana parece distante desde la ventana de mi oficina. Las horas pasan, pero yo apenas lo noto. Hace días que el trabajo es lo único que llena mis horas, mi mente, mi tiempo. Sunny ha vuelto a tomar distancia de mí, y aunque me duele profundamente, lo acepto. No puedo obligarlo a sentir algo que ya no está ahí. Lo veo cada día en el bufete, en reuniones o mientras trabajamos en algún caso juntos, y su postura fría y rígida me recuerda lo lejos que estamos uno del otro. Antes, creí que habíamos avanzado, que la confesión en el bar nos había acercado, pero ahora siento que lo único que hice fue empujarlo más lejos.

Su frialdad me atraviesa, y aunque quiero preguntarle por qué volvió a alejarse, ya no me atrevo. Intenté una vez, y me respondió con una indiferencia tan hiriente que decidí no insistir. "Somos solo compañeros de trabajo, no te confundas", me dijo esa vez, con un tono tan distante que me dejó helado. Esas palabras siguen rebotando en mi cabeza, como un eco que no puedo callar.

Así que hago lo único que puedo hacer: lo imito. Yo también me distancio. También mantengo la fachada fría, la seriedad profesional, el silencio. Si eso es lo que quiere, si esa es la única forma en que podemos coexistir en esta realidad, entonces lo aceptaré. Pero, por dentro, cada día me siento más vacío, más desconectado de todo. Trabajo, como, duermo, y repito. Todo parece una rutina sin sentido.

Han pasado días desde que Sunny y yo cruzamos más que palabras estrictamente relacionadas con el trabajo. No sé si alguna vez volveremos a ser algo más, y me duele admitir que quizás ya no. Quizás nunca lo seremos en esta vida. Y con esa aceptación, una parte de mí empieza a morir lentamente.

Una noche, después de otro largo día en el bufete, Ji-hoo me envía un mensaje. Me invita a tomar algo. Al principio, dudo en aceptar. No tengo ánimos para socializar, y la última vez que estuvimos juntos, discutimos. Pero algo en el tono de su mensaje parece genuino, una especie de disculpa implícita que me hace reconsiderarlo. Al final, accedo, pensando que tal vez un poco de alcohol me ayude a despejar la cabeza.

Nos encontramos en un pequeño bar no muy lejos del bufete. Ji-hoo ya está allí cuando llego, sentado en una mesa cerca de la ventana, con una cerveza en la mano. Me saluda con una sonrisa tenue, una que no es del todo cómoda pero sí sincera.

- Gracias por venir. - dice cuando me siento frente a él. - Sé que la última vez no fue... la mejor. Quería disculparme por mi actitud. Tenías razón, me comporte como un niño de escuela. - hace una pausa. - Es solo que vengo lidiando con Yong-sun por años, y realmente sabe como ponerme los nervios de punta. 

Asiento, sin saber qué decir. No es que esté molesto con él, no realmente. Pero el cansancio emocional que arrastro estos días hace que cualquier intento de conversación se sienta agotador.

- No te preocupes. - respondo, tratando de sonar más animado de lo que me siento. - No fue para tanto.

Ji-hoo me observa por un momento, como si estuviera evaluando algo. Luego, toma un sorbo de su cerveza antes de hablar de nuevo.

- Te noto... distinto últimamente. Más... no sé, más callado. Incluso para ti. ¿Estás bien?

La pregunta me toma por sorpresa. ¿Estoy bien? No. No lo estoy. Pero decirlo en voz alta sería admitir algo que llevo semanas evitando. Así que simplemente me encojo de hombros.

- Son días difíciles. - digo finalmente, mirando el vaso vacío frente a mí. - A veces me pega la nostalgia.

Ji-hoo se queda en silencio, esperando que continúe. Y por alguna razón, hoy siento que necesito decirlo. Tal vez sea la soledad, tal vez sea el hecho de que, por primera vez en mucho tiempo, alguien me ha preguntado cómo estoy, genuinamente. O tal vez es porque necesito liberar algo de este peso que llevo dentro. Así que hablo, más de lo que había planeado.

Si (no) te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora