Capítulo 26

58 11 3
                                    

Es sábado por la noche y debería estar durmiendo profundamente, pero algo me arrastra de vuelta a la superficie del sueño. Me despierto al escuchar el molesto zumbido de mi celular vibrando en la mesa de noche. Parpadeo varias veces para aclarar la vista, y con pesadez, alargo el brazo para alcanzarlo. Mi cabeza aún está nublada por el cansancio, y cuando miro la pantalla, me doy cuenta de que es un número desconocido. Mi primera reacción es ignorarlo; es tarde y probablemente sea una equivocación. Pero algo me dice que lo atienda.

- ¿Hola? - digo, con voz ronca y algo confusa, esperando escuchar una voz equivocada al otro lado.

Sin embargo, lo que escucho es algo muy diferente. Hay una pausa y luego una risa floja y un tanto desesperada.

- Tae... Tae... - es Sunny. - Te...te. Tete. - Mi corazón se acelera al instante al reconocer su voz, pero suena rara, arrastrada. Está claramente borracho.

- Sunny, ¿dónde estás? - pregunto, mientras me incorporo en la cama, ya completamente despierto y alerta. Hay ruido de fondo, un murmullo indistinto y algunas risas.

- Estoy... - hace una pausa y escucho cómo abre lo que parece ser otra lata de cerveza. - Estoy sentado... - ríe otra vez, aunque suena más triste que divertido. - En una banca... creo.

- Sunny, quédate donde estás, voy a buscarte, ¿entiendes? No te muevas de ahí. - No espero su respuesta. Ya estoy levantándome de la cama, poniéndome lo primero que encuentro y agarrando mis llaves. Todo en mi cuerpo está en alerta máxima.

Llamo un taxi mientras bajo rápidamente las escaleras de la casa de mi padre, con el teléfono pegado a mi oído. Camino hasta la calle, esperando que Sunny no decida irse o meterse en problemas. No sé qué pasa por su cabeza, pero lo que sea, no voy a dejarlo solo en ese estado.

La ciudad está tranquila. Apenas hay autos en las calles mientras el taxi recorre las avenidas, y mis dedos tamborilean nerviosamente contra mi pierna. Mi mente se agolpa con preguntas, pero intento concentrarme en la única cosa que importa en este momento: encontrar a Sunny.

Finalmente, llego a un pequeño parque a las afueras del centro. Rastreo la ubicación de la llamada, y, efectivamente, ahí está. Puedo verlo desde el taxi: está sentado en una banca, encorvado, rodeado de latas de cerveza y botellas de soju vacías. Respiro hondo y bajo del auto, agradeciendo al conductor antes de dirigirme hacia él.

Cuando me acerco, él levanta la cabeza y me mira. Sus ojos están aún más entrecerrados que de costumbre, y tiene esa sonrisa floja y perdida que solo el alcohol puede provocar. Me siento a su lado en silencio, tomando nota de su estado. Las latas y botellas vacías cuentan la historia de una noche solitaria y difícil.

- ¿Tae...? - murmura él, como si estuviera sorprendido de verme allí.

- Aquí estoy, Sunny. Te dije que no te movieras. - Mi tono es suave, pero no puedo evitar sentir una mezcla de preocupación y confusión.

Sunny se queda en silencio por unos segundos, mirando hacia el suelo. Luego, de repente, suelta una carcajada, una que no tiene nada de alegría.

- Siempre vienes, ¿eh? Siempre estás ahí...

- Claro que estoy aquí. - respondo. - ¿Por qué no lo estaría?

Él se gira hacia mí, sus ojos brillan, aunque no sé si por el alcohol o por algo más. Luego, sin previo aviso, su expresión cambia, y su semblante se vuelve más serio, más vulnerable.

- Lo siento, Tae. Lo siento por ser un idiota... - susurra, su voz temblando un poco.

Lo miro, esperando más, pero él parece luchar por encontrar las palabras.

Si (no) te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora