Capítulo 30

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Los días comienzan a adquirir un ritmo natural con Sunny. 

Cada jornada en la oficina parece pasar más rápido, más ligera. Trabajamos juntos hasta tarde, inmersos en los casos que nos asignan, pero el verdadero trabajo, el más importante para mí, es el que se da entre nosotros. 

De a poco, Sunny se relaja conmigo. Lo noto en sus gestos, en la forma en que me mira, en el tono de su voz que antes era distante y frío, y ahora es cálido y suave. Hemos comenzado a cenar juntos después del trabajo, casi como una rutina no planeada. A veces simplemente es sushi o ramen, otras veces es en restaurantes cercanos a la oficina. Lo que realmente importa es el tiempo que pasamos juntos, la forma en que nos miramos entre plato y plato, y cómo nuestras conversaciones han dejado de ser estrictamente sobre el trabajo.

Uno de esos días, después de una jornada larga, nos detuvimos en un restaurante pequeño. Estaba lloviendo otra vez, y los dos nos refugiamos bajo el toldo de la entrada. Nos reímos, mojados por la lluvia y empapados hasta las rodillas. Fue una de esas risas que surgen de la pura felicidad de estar en el momento adecuado, con la persona adecuada. Cuando entramos, el lugar estaba casi vacío, así que escogimos una mesa cerca de la ventana, donde podíamos ver las gotas de lluvia golpeando el cristal.

- ¿No te cansas de comer siempre conmigo? - le pregunté, medio en broma, mientras hojeaba el menú.

- ¿Y tú? - me devolvió la pregunta, su sonrisa pequeña, pero sincera.

Ya no había tensión en el aire. El Sunny que estaba frente a mí se parecía cada vez más al Sunny que yo había amado en mi realidad, pero aún era diferente. Tal vez más reservado, más contenido, pero poco a poco se estaba dejando ver. Y lo mejor de todo es que nos besábamos cada vez más. Al principio fue algo tímido, robado entre sonrisas, pero ahora esos besos se han vuelto más frecuentes, más seguros, como si ambos supiéramos que esto, lo que está creciendo entre nosotros, es algo real.

Los días pasan y con cada uno de ellos siento que Sunny baja más su guardia. Su semblante, que antes siempre estaba tenso, serio, ahora adquiere una suavidad que lo hace aún más hermoso. Y aunque todavía mantiene su distancia en algunos aspectos, es como si cada día me dejara entrar un poco más en su mundo. A veces me pregunto si él siente lo mismo, si en su mente hay preguntas y dudas sobre lo que estamos haciendo, o si simplemente está disfrutando el momento tanto como yo.

Es sábado por la noche y estoy de camino a su departamento. Hemos quedado en cenar juntos otra vez, pero esta vez en su casa. No es la primera vez que me invita a su lugar, pero algo se siente diferente esta vez. Tal vez es porque hemos estado pasando tanto tiempo juntos, o tal vez es por la creciente intimidad entre nosotros. No lo sé, pero hay algo en el aire que me hace sentir expectante.

Cuando llego a su puerta, golpeo suavemente y espero. El sonido de sus pasos al otro lado es apenas audible, pero cuando abre la puerta, me encuentro con una imagen que me sorprende. Sunny tiene una sonrisa amplia, brillante, una que no le había visto jamás. Sus ojos parecen brillar con una mezcla de emoción y alegría, y antes de que pueda decir algo, me saluda con un abrazo.

- ¡Tae! - exclama, casi sin aliento.

- ¿Qué sucede? - le pregunto, sorprendido por su entusiasmo, mientras nos separamos lo suficiente como para que pueda mirarlo a la cara.

- Me llegó un correo... - comienza, y veo cómo su sonrisa se hace aún más grande, si eso es posible. - ¡Gané el concurso de fotografía! ¡El que hicimos en la isla de Jeju!

Mi corazón da un vuelco. El hecho de que haya ganado me llena de una alegría indescriptible.

- ¡Sunny! - exclamo, sin poder contener la felicidad que siento por él.

Si (no) te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora