Capítulo 27

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Me despierto con un ligero dolor de espalda, recordando que anoche terminé durmiendo en el sofá de la sala. Me estiro lentamente, pero el dolor persiste en la parte baja de mi espalda. El sofá definitivamente no es tan cómodo como la cama de mi habitación. A través del ruido leve de la mañana, escucho el suave goteo de la cafetera y el tintineo de una cuchara contra una taza. Mi padre debe estar en la cocina, haciendo su rutina habitual de los domingos. Me levanto y, tras frotarme los ojos, camino hacia allí.

Al entrar, lo veo inclinado sobre la cafetera, llenando su taza con el primer café del día, y me recibe con una sonrisa pícara.

- Buenos días, hijo. - Me mira mientras da un sorbo de café. - ¿Tu amigo va a desayunar también, o sigue descansando?

Su tono, ligeramente burlón, me hace fruncir el ceño. No puedo evitar preguntarme qué tanto escuchó anoche.

- ¿Nos viste llegar? - le pregunto, algo incómodo por la posibilidad de haber hecho más ruido del que pensé.

Él ríe por lo bajo y sacude la cabeza.

- No, no los vi, pero claro que los escuché. - responde mientras se sirve más café. - Hicieron tanto ruido subiendo las escaleras y cerrando puertas que si no supiera que mi hijo es tan mojigato, habría pensado que estaban... bueno, ya sabes. - Su mirada brilla con diversión mientras lleva la taza a sus labios.

Siento cómo me sonrojo ligeramente. Las insinuaciones de mi padre siempre me han puesto algo nervioso, y esta vez no es la excepción.

- Papá, no fue nada de eso. - le respondo rápidamente. - Estaba borracho, solo lo traje aquí porque no sabía dónde vive.

Mi padre alza una ceja, claramente disfrutando de la situación.

- ¿Ah, sí? ¿Y quién es este amigo tan misterioso? - pregunta con curiosidad, pero su tono sigue siendo juguetón.

Dudo por un momento, y luego, resignado, lo suelto.

- Es Sunny. - digo simplemente, esperando a ver su reacción.

El cambio en su expresión es instantáneo. Su mirada se ensancha, y deja la taza de café sobre la mesa con un ligero golpe.

- ¿Sunny? ¿Es "ese" Sunny? - pregunta, ahora con una mezcla de sorpresa e incredulidad.

Asiento con la cabeza.

- Sí, es él. Es... mi Sunny.

Mi padre me mira por un largo momento, como si intentara procesar toda la información.

Antes de que pueda decir algo más, escucho el crujir de las escaleras. Me doy vuelta y veo a Sunny bajar, arrastrando los pies. Luce pálido, con el cabello alborotado y los ojos aún medio cerrados. Es evidente que está sufriendo las consecuencias de la noche anterior.

- Buenos días. - dice mi padre, con una sonrisa que probablemente haga sentir a Sunny aún más incómodo.

Sunny levanta la mirada y, al ver a mi padre, se detiene en seco, claramente sorprendido por la presencia de otra persona.

- Eh... buenos días. - responde, visiblemente avergonzado. - Siento mucho haber causado molestias...

Mi padre, siempre el anfitrión relajado, le hace un gesto para que se siente.

- No te preocupes, chico. Te ves como si necesitaras un buen desayuno. ¿Cómo te gusta el café? ¿O mejor una aspirina antes?

Sunny sonríe tímidamente, agradeciendo con un ligero asentimiento. Se sienta frente a la mesa y acepta la aspirina que mi padre le ofrece.

Si (no) te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora