Es curioso cómo los sueños pueden transportarnos a los momentos más felices, a aquellos que quisiéramos volver a vivir una y otra vez. Esta noche es uno de esos sueños.
Me encuentro en un día soleado, el cielo despejado, ni una nube a la vista, y una suave brisa acaricia mi rostro. Es el día de nuestra boda. El día en que Sunny y yo prometimos pasar el resto de nuestras vidas juntos.
Estoy de pie, en un jardín amplio y lleno de flores blancas, camelias, nuestras favoritas. El aire huele a primavera, a vida. A nuestro alrededor, nuestros amigos y familiares sonríen. Pero yo solo puedo mirarlo a él, a Sunny. Ahí está, con su impecable traje blanco, como si fuera el mismísimo sol. Está radiante, más hermoso de lo que jamás lo había visto.
Mi corazón late con fuerza. No puedo dejar de sonreír. Mis manos están temblando un poco mientras lo espero en el altar, y no importa cuántas veces parpadee, no puedo apartar la mirada de él. Él avanza lentamente, con una sonrisa enorme y esos ojos brillando de pura felicidad. Camina hacia mí como si todo el mundo se desvaneciera a nuestro alrededor. Solo estamos él y yo. Siempre ha sido así, solo él y yo.
Cuando llega a mi lado, siento su mano cálida tomar la mía. Un torrente de emociones me atraviesa, es como si todo en ese momento fuera perfecto. No puedo evitar inclinarme hacia él, quiero besarlo ya, pero él ríe suavemente, esa risa que adoro.
- Espera un poco, cariño. - me susurra. - Todavía no es el momento.
- No me hagas esperar mucho. - le respondo, también sonriendo.
El oficiante empieza a hablar, pero honestamente no estoy prestando mucha atención. Mis ojos siguen en Sunny. Observo cada detalle de su rostro, la forma en que sus labios se curvan en una sonrisa, el modo en que su cabello negro cae suavemente sobre su frente. No puedo creer que estoy aquí, a punto de casarme con el hombre al que amo con todo mi ser. El hombre que me cambió la vida.
Y entonces llega el momento de los votos. Mis manos aún tiemblan un poco, pero no me importa. Tomo una respiración profunda y lo miro directamente a los ojos.
- Sunny. - comienzo, mi voz algo quebrada por la emoción. - Desde el primer momento que te vi, supe que algo en mí cambiaría para siempre. Tú me enseñaste lo que significa amar sin miedo, sin límites. Me diste un hogar, no solo en este mundo, sino en tu corazón. Prometo estar a tu lado siempre, en los días buenos y en los difíciles. Te prometo que nunca dejaré de amarte, y que haré todo lo posible por verte feliz. Porque cuando tú eres feliz, yo soy feliz.
Sus ojos se llenan de lágrimas, pero su sonrisa sigue ahí, cálida, como el sol que ilumina nuestro día.
- Tae. - dice él, tomando una de mis manos entre las suyas. - Eres lo mejor que me ha pasado. Eres mi refugio, mi tranquilidad. Contigo, el mundo es menos complicado, menos frío. Prometo siempre estar a tu lado, incluso cuando las cosas se pongan difíciles. Prometo que siempre seré tuyo, y que nada ni nadie podrá cambiar eso. Hoy, delante de todos, te elijo, una y otra vez, como lo he hecho desde el día que te conocí.
Mis ojos se humedecen. No puedo esperar más. Rompo el protocolo y lo atraigo hacia mí, mis labios buscando los suyos en un beso largo, lleno de todo lo que siento por él. La multitud aplaude y ríe, pero yo solo lo siento a él. Sus manos en mi rostro, su respiración entrecortada. Este es el momento en que el mundo se detiene, en que todo parece perfecto.
Nos separamos, pero no puedo dejar de sonreír, y él tampoco. Nuestras frentes se tocan mientras respiramos juntos, sintiendo la conexión que siempre nos ha unido.
- No podía esperar más. - le digo, entre risas.
- Lo sé. - responde él, con esa sonrisa suya que me desarma. - Yo tampoco.
ESTÁS LEYENDO
Si (no) te hubiera conocido
RomanceTae-ho, un joven abogado, despierta en un universo paralelo donde su esposo, Yong-sun, a quien perdió en un accidente de auto, sigue vivo, pero no lo conoce y no están casados. Decidido a acercarse a él, Tae-ho consigue un trabajo en el prestigioso...