Epílogo

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La luz del sol inunda el departamento por la enorme ventana del salón, proyectando un cálido resplandor que parece llenar todo el espacio de una calidez confortable. El aroma del café flota en el aire y los murmullos emocionados de los niños revolotean a nuestro alrededor, llenando la mañana de una energía vibrante que solo puede venir de dos pequeños tan llenos de vida.

Estoy sentado en el sillón, con la taza en las manos, disfrutando de la escena que se desarrolla a mi alrededor, y por un momento me permito absorberlo todo: los años que han pasado, las pequeñas y grandes decisiones que nos han traído hasta aquí, y la familia que hemos formado.

- ¡Papá! ¿Ya podemos empezar? - La voz aguda de Jisoo, nuestra hija mayor, suena a mi lado mientras da pequeños saltitos de emoción.

- Dale un minuto a tu papá. - le respondo, sonriendo mientras la miro. - Se está tomando esta tarea muy en serio.

Jisoo pone los ojos en blanco, pero no puede disimular la sonrisa en su rostro. Es tan parecida a Sunny en algunos aspectos que a veces me sorprende. Siempre tan entusiasta, tan llena de energía. Tiene apenas nueve años, pero ya muestra una creatividad y curiosidad insaciables.

Mientras tanto, en la otra punta del salón, Sunny ajusta la cámara, asegurándose de que cada detalle esté perfecto para lo que, según él, será "la mejor foto familiar del año". Está montando un estudio improvisado, con luces y fondos que había guardado en algún rincón de la casa para una ocasión especial. Al parecer, la tarea escolar de Jisoo, en la que debía llevar una foto de su familia, calificaba como tal.

- Mi amor. - digo, tomando un sorbo de café. - Creo que estás exagerando un poco. Solo necesita una foto sencilla para la escuela.

Él levanta la vista de la cámara, me lanza una de sus sonrisas brillantes y juguetonas, esas que aún me hacen sentir como si estuviéramos recién enamorados.

- Exagerando nada. - dice con una risa. - Jisoo es hija de un fotógrafo. No puede llevar cualquier foto así nomás.

Jisoo ríe también, como si entendiera la pasión de Sunny por el arte.

- ¡Claro que no, papá! - responde ella con firmeza, tomando partido por su padre. Luego me lanza una mirada desafiante y orgullosa, como si quisiera dejar claro que ella también está completamente de acuerdo con que la tarea es digna de toda la atención del mundo.

Nuestro hijo menor, Jaeyun, que apenas tiene seis años, se acerca corriendo a mí, con una sonrisa traviesa en el rostro. Se trepa a mis piernas con la agilidad y confianza que solo él puede tener y me entrega una gorra de color verde brillante.

- Papá, ponte esta gorra para la foto. - dice, casi suplicante, con sus ojos brillando de emoción.

No puedo evitar reír. Jaeyun siempre ha tenido una fascinación particular con la ropa, los accesorios y cualquier cosa que considere "divertida". Su energía es contagiosa y, aunque sé que probablemente voy a quedar ridículo, asiento. Me pongo la gorra y él me observa satisfecho, como si acabara de ganar una pequeña batalla.

- ¡Perfecto! -  exclama, corriendo hacia donde está Sunny para presumir su logro- . Papá ya está listo.

Sunny me mira desde detrás de la cámara, riéndose para sí mismo mientras ajusta el ángulo.

- Parece que a ti también te ganaron. - dice con una sonrisa mientras observa la gorra en mi cabeza.

Me encojo de hombros, jugando con la situación. No es que me sienta particularmente cómodo frente a la cámara. La verdad es que nunca lo he estado. Siempre he sido el que está detrás de las fotos, el que observa. Pero cuando veo la ilusión en los ojos de nuestros hijos y la pasión en los de Sunny, me dejo llevar. A lo largo de los años, he aprendido que a veces es mejor simplemente ceder ante las pequeñas cosas que hacen felices a las personas que amas.

Si (no) te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora