Dormir juntas....

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No fue un beso apasionado como el último que habían compartido.


Camila se descubrió aferrando la cabeza y los hombros de la heredera pero pese a su intempestiva acción, el beso era casto, tímido.

La Mariscal tomada por sorpresa por el gesto, abrió mucho los ojos y se quedo inmóvil, hasta que su esposa se separó de ella para mirarla.

Y por primera vez desde que había llegado, la Mariscal la miraba realmente.

Sus ojos todavía se veían oscuros y apagados, pero una pequeña chispa se había encendido.

-Camila… empezó a decir está, pero entonces, fue la castaña que puso un par de dedos sobre sus labios.

En silencio, condujo a la Mariscal hasta la mesa donde había dejando la bandeja, la hizo sentar y después, le acercó algunas de las escudillas donde la había llevado piezas del ave que Linith le había preparado, pan y un poco de queso. Le sirvió un poco de vino, y tras rebajarlo con un poco de agua, le ofreció la copa.

La mirada de la Mariscal pasó de la copa al rostro de la princesa. La determinación estaba claramente pintada en el rostro su esposa. Esa que ella conocía tan bien y que había hecho que se enfrentaran tantas veces antes, pero que hacía posible la princesa se sobrepusiera una y una vez, a las situaciones más adversas.

La Mariscal supo de pronto que no iba a tener muchas opciones.

-Podemos hacerlo por las buenas ...o por las malas, le dijo la princesa todavía sosteniendo la copa frente a ella.

Los labios de la Mariscal se curvaron en una sonrisa levísima y extendió la mano para tomar la copa.

Camila se sentó a su lado y la miró comer en silencio.

-No necesitas vigilarme, dijo al cabo de un rato ya que la princesa no despegaba la vista de ella.

Está se ruborizó un poco. Le gustaba estar ahí en silencio, al lado de la heredera, solo mirándola. Era algo especialmente…íntimo.

-Uno nunca sabe contigo, dijo sirviendo más vino a la Mariscal para ocultar su turbación.

Lauren, prácticamente se terminó todo lo que Camila le había llevado y se sintió mejor por primera vez en el día. Por primera vez en días. Recargándose en la silla, se preguntó si esa sensación de calidez que sentía era causada por la comida que tanta falta le hacía, el vino…o la presencia de su esposa a su lado.

Desde que había empezado a comer, su mujer la miraba con los ojos brillantes sin perder detalle.

La Mariscal fijo la vista en su copa semivacía de vino, pensando que no había reproche en esa mirada, solo interés y preocupación; y la ojiverde no quería encontrarse con esa mirada porque sentía que no merecía esa preocupación.

Su esposa no le había preguntado nada. La Mariscal esperaba que le reclamara su falta de acción. Que le dijera que estaba decepcionada de ella. Lauren casi deseaba que Camila le reclamara todo lo que ella quería reclamarse a si misma, pero está solo estaba tratado de que estuviera mejor.

-No fue tu culpa, dijo y la heredera levantó la mirada asombrada.

La princesa leyó la sorpresa en los ojos de su esposa y está leyó la sinceridad en los de ella.

Ahora y para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora