La oscuridad era casi total. Salvo por el tenue reflejo de una antorcha, la luz no tenía cabida en ese lugar.
O la calidez.
El frío era aún peor que exterior porque era diferente. No te mataba rápidamente como el frío del implacable invierno de Dinsmark. Era insidioso y lento, se colaba por los poros hasta anidarse dolorosamente en los huesos.
"Y pensar que Camila estuvo varios días aquí," pensó la Mariscal.
Por si estar en la celda fría, oscura y maloliente no fuera suficiente. Fortis había ordenado que la mantuvieran encadenada. "No es alguien a quien podamos subestimar," había dicho el otrora consejero de confianza de su madre.
La Mariscal escuchó que alguien tosía y como pudo, se irguió lo suficiente para preguntar, -¿Madre?...¿Tía Megan?...
Poco más de tres días habían transcurrido desde que la Torre había caído. Desde el momento en que los Huckebein habían tomado control de ella; Lauren, Clara y Megan habían sido encerradas en las celdas reservadas para los presos más indignos. Tanto que hacía mucho tiempo que no eran usadas. El olor a moho, podredumbre y muerte en ellas era tan intenso, que al principio la Mariscal no había podido respirar.
Pero, tras varias horas encadenada en la oscuridad, su sentido del olfato había terminado por atrofiarse.
Al igual que sus músculos ateridos por el frío y la falta de alimento.
Pese a ello, una furia tan fría e implacable como el frío que la rodeaba la mantenía susurrando el nombre de Austin y sus hermanos. Ninguna debilidad le impediría levantar su espada a la primera oportunidad que tuviera para hacerles pagar por lo que le estaban haciendo a su familia.
Su único consuelo era que Taylor no había aparecido. Fortis y Austin simplemente continuaban ignorando sus reiteradas preguntas al paradero de su hermana y al menos eso, hacía pensar a la Mariscal que no la tenían.
Tampoco sabía nada de Salber, Lucia o Veronica….tenían que tenerlas en otra parte de la torre o en otro lugar.
-Lauren…respondió una voz a su llamado.
"Megan," pensó con el corazón encogido. Hasta el momento, ella era quien había llevado la peor parte.
Los Huckebein había instalado a la Mariscal y a la tia Megan en celdas cercanas, una frente a la otra, pero con la oscuridad del profundo sótano de las catacumbas, no podía ni siquiera verse pese a estar cerca. La Hegemon estaba un poco más lejos, en la última celda del pasillo. Lauren no podía verla. Y tampoco podía escucharla porque no había dicho una palabra desde que las habían encerrado.
-Tienes que resistir, Lauren….no importa lo que pase aquí….Debes resistir…., le decía su tia con una voz tan baja y desgastada que Lauren apenas podía escucharla.
Al escuchar a su tía, la Mariscal temió lo peor. Megan estaba más débil con cada hora que pasaban en ese lugar. Y el silencio de Clara en la situación en la que se encontraba, era lo que lo que más lastimaba a Megan. La Mariscal lo sabía, y no podía hacer nada para aliviar ni la situación de su tía, ni su dolor.
ESTÁS LEYENDO
Ahora y para Siempre
FanfictionUna historia medieval, que cuenta como el poder puede corromper a las personas y terminar con la vida de tu familia junto a muchos inocentes en una guerra sin sentido. Una joven que debe casarse para salvar a su familia y pueblo de la maldad de una...