Tengo una misión ...

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Un cielo negro y encapotado cubría el sol aunque ya pasaba por mucho del medio día y un aire duro y seco recorría el grueso de la extensa columna en dirección Belka en dirección a Nihon mientras seis jinetes se abrían paso para llegar hasta la punta de la columna, donde el carruaje de grandes dimensiones del General Graham abría la marcha tirado por ocho caballos.

El curtido general salió casi al momento que los jinetes llegaron y ordenó a sus subalternos detener su carruaje y a sus capitanes continuar la marcha hacia su destino.

-Capitana Hamilton , dijo.de pie en la puerta de su carro todavía podía a ver a  Normani desde arriba, aún montada sobre su caballo.

-General, respondió  inclinando la cabeza.

-Me informan que trae un mensaje muy urgente para mí, dijo Graham con cierto tono enfadado en su voz. Era el general con mayor poder del ejército Belka. Que una simple capitana, aunque fuera la capitana de la heredera imperial, literalmente lo obligara a detenerse, no era de su agrado. Solo el sello imperial que sus hombres le habían avisado que la capitana portaba lo había disuadido.

Normani removió su pesado guante de piel y levantó su puño descubierto frente a Graham. Pese a que no había sol, el oro y zafiro del anillo de la heredera imperial Belka refulgió en su mano.

-Muy urgente, mi general,.respondió mirándolo fija e intensamente.

Graham se envaró visiblemente ante la vista del anillo de la heredera. Quién portaba ese anillo ostentaba el derecho al trono Belka. Lauren no solo le había dado el anillo a Normani; le había ordenado que lo usara para detener a Graham.

Pero antes de eso la capitana tenía que conseguir que el hombre la escuchara. Y lo más difícil. Que obedeciera las órdenes de la Mariscal por sobre las que le había dado la Hegemon.

Graham se hizo a un lado, indicándole a la capitana que ingresara a su cuartel general móvil.

Está se apeó del caballo y les hizo una seña a la Consorte y a la ninja para que la siguieran.

De inmediato, los hombres del general Graham se pusieron en alerta y se interpusieron.

-Ellas deben entrar conmigo General, dijo la capitana.

Los hombres de Graham protestaron, especialmente los oficiales del General, pero en ese momento la Consorte, desesperada y angustiada, descubrió su cabeza para que la vieran y habló con un tono seguro y firme que hasta a ella la sorprendió. Su cabello ondeó como fuego con el viento y se irguió pese al cansancio y el temor.

-Vengo en nombre de mi esposa, la heredera imperial Belka Lauren Jauregui…General, dijo Camila .

-Por favor, el asunto que nos ha traído no puede esperar más.

Graham miró a Camila sorprendido. El conocía a la joven. Había estado con la heredera en las negociaciones de su compromiso. Nunca la había mirado demasiado pero había notado desde el primer momento que era una chica de carácter.

En ese momento, aún con las burdas ropas y la suciedad del camino, se veía y hablaba como lo que era…una princesa Consorte.

Graham ordenó a sus hombres replegarse y esperar afuera, incluso a sus oficiales.

El interior del carruaje de Graham era una práctica mezcla de cuartel general y aposentos de descanso. De esa forma podía mantener su posición sin necesidad de levantar y montar una tienda. Eso lo hacía solo cuando iban a montar un campamento en el que estuvieran por varios días y el carruaje se hacía pequeño e incómodo.

Ahora y para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora