Ser Buena o Ser la Hegemon...

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La mañana siguiente, un cielo todavía oscuro y nublado se cernía sobre la capital Belka; Era apenas el comienzo de la temporada otoñal pero el clima ya se sentía frío y los días comenzaban a hacerse más cortos. En Dinsmark, situada en un valle rodeado de altas montañas, ese día era aún más corto. Todavía faltaba un rato para que el sol se levantara pero varias personas ya estaban afuera en el frío y la oscuridad que abrazaban la ciudad. Se podía sentir en el olor y la sensación del aire que ese día pintaba para ser como los anteriores, plomizo y gris. Esos días, el frío ya la reticente oscuridad matutina parecían aferrarse al suelo hasta que el sol estaba mucho más arriba de las montañas; pero los Belka ya estaban ocupados en sus diversas tareas preparándose para el invierno por venir.

A nadie le sorprendió Stir Castle compartiera esa actividad desde muy tempranas horas de la mañana.

Sin embargo, a todos provocó sorpresa la salida del contingente negro que se identificaba con las ejecuciones en la torre de Dinsmark. Un carruaje negro que solo se utilizaba para esas ocasiones y que iba custodiado por ocho jinetes igualmente embozados en negro.

Todos sabían lo que ese carruaje significaba. Alguien de la Torre se enfrentaría a su destino, y probablemente a la muerte.

Era inicio el tercer día desde el desde el desagradable incidente que había obligado a la heredera Belka a mantenerse en Dinsmark pese a sus compromisos. Era el tercer día que Austin pasaría en la Torre…y el último. Por ser un noble, de acuerdo a las leyes Belka, tendría que recibir un castigo o ser liberado al atardecer de ese día.

Lauren, que iba en el carruaje junto con su tia Megan Segbrecht en representación de la Hegemon y su hermana la princesa Taylor, no estaba dispuesta a conceder la enérgica petición de los Huckebein para que Austin fuera liberado. Pero también dudaba sobre su castigo.

Las tres mujeres iban inusualmente silenciosas en el carruaje, cada una concentrada en sus pensamientos. La heredera había tenido una mala noche después de su encuentro con su esposa. Se había sentido perseguida por demonios incluso sin quedarse dormida, inquieta y presa de una desazón que no podía o no quería explicarse.

Después de estar un par de horas en vela y sintiendo el alma en un hilo, casi estuvo tentada a buscar la compañía de alguna chica que estaba segura que no la rechazaría, pero el deseo que le quemaba las entrañas se enfriaba como una noche helada de Invierno solo de pensar en tener a otra persona que no fuera su esposa en sus brazos.


En la única que podía pensar era en Camila y cómo la había mirado la noche anterior.

-Vuestra esposa debería haber venido con nosotras Lauren, la voz de su tia con la mirada fija en ella sacó a la heredera de sus cavilaciones y le recordó que tenía que concentrarse en lo que se avecinaba mientras su tía continuaba.

-Fortis y Curtis se opondrán a que su hermano sea juzgado si ella no está presente.

-Mi esposa es lo menos por lo que los Huckebein tendrán que ocuparse… apuntó Lauren devolviendo la mirada de su tía.

-Pero no te preocupes. No quise que viniera con nosotras ahora, pero llegará con Normani y Zayns antes del mediodía que es cuando deberá ser dictada la sentencia de Austin, respondió con seriedad.

-¿Realmente vas a hacerlo?, preguntó Taylor que hasta el momento no había dicho ni una palabra.

Desde el incidente que tuvo el día anterior donde le había gritado, la heredera Belka había estado muy distante con ella; Taylor sabía que su hermana tenía mucho más trabajo ahora recomponiendo sus estrategias y atendiendo sus labores con la Guardia Real como siempre. Además de que, dado que ella era la responsable de la misión a Kestrel, su madre le había dado la completa autoridad y la total responsabilidad por la sentencia de su amigo. Ella decidiría el castigo de Austin. Megan asistiría como representante y vocera de la Hegemon, pero no intervendría para nada en la decisión. Taylor sabía que había mucho más pasando con su hermana sin necesidad que lo dijera, solo tenía que verla y saber que nunca antes habían estado tan distanciadas como en ese momento, la llenaba de tristeza.

Ahora y para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora