Ofrenda a los Dioses...

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Cuando Austin recuperó la conciencia varias antorchas, iluminaban el claro donde había peleado con la heredera Belka. Trato de moverse, pero no pudo. Sintió la gruesa superficie del árbol a su espalda y supo que no había matado a su amiga en el duelo y que tampoco había muerto…todo estaba perdido para él.

Todavía tenía a Hati, el cuchillo con el que Laure había combatido enterrado en su estómago. Su cabeza se tambaleaba por la sangre que ya había perdido y apenas podía sostenerla erguida.

-Esta noche ofrecemos este sacrificio a los Dioses, dijo Sophia con voz sobrecogida.

Era la primera vez en su vida, que dirigía un sacrificio humano a los Dioses y en ningún momento, se dirigió hacia Austin. Él ya no era más un ciudadano Belka, un hombre…o un humano. Era un sacrificio. Eso era también lo que había perdido en ese duelo. Y lo que había ganado.

Acercándose, tomó la empuñadura que sobresalía y retiró la daga lo más rápidamente que pudo. Austin jadeo de dolor y la sangre se escurrió por su abdomen y en medio de sus piernas hasta llegar a las raíces de árbol.

Solo quedaban en el claro, Sophia, Garyu y los guardias imperiales de la doctrina. Después de que ella, retiró a Hati de Austin, Garyu se aproximó. Si algo dejaba todos sus años de experiencia, era la posibilidad de hacer las tareas rápido.

Los Huckebein todavía se encontraban en el lindero del bosque donde su carruaje esperaba para llevarlos de vuelta a la ciudad, cuando un grito desgarrador cortó la noche brutalmente.

-Ese maldito idiota…siseó Karen apretando los puños.

Un rato después, vieron las antorchas de la sacerdotisa y sus guardias, acercándose hacia donde ellos se encontraban. Cuando está salió del grueso de bosque, nadie dijo una palabra. Ni los Huckebein, ni Sophia.

Cada grupo subió a sus carruajes y los caballos los alejaron del lugar.

Austin, sumido en la oscuridad más absoluta después de que Sophia y sus guardias se fueran llevándose las antorchas, gruñía y jadeaba amarrado al árbol.

Se desangraba, y ya no era más un hombre.

No le habían permitido morir como uno.

Por un momento, antes de perder la conciencia y dejarse abrazar por la oscuridad, se preguntó que estarían pensados sus hermanos de él, que estaría pensado Lauren. ¿Habría sobrevivido? ¿Lo haría? ¿O se encontrarían más tarde en el infierno?

Casi rió entre jadeos.

Karen iba a estar muy enojada con él durante mucho tiempo porque no usó su veneno o lo que fuera la sustancia que le dio, en el cuchillo contra la heredera.

Aunque en esos momentos, castrado y agonizante en un maldito árbol se arrepintiera de no haberlo hecho; antes del duelo no había podido hacerlo. Tenía que ganarle a Lauren por sí mismo o la vida después, no hubiera significado nada.

El único problema era que no había ganado. Y ya no tendría más vida como hombre.

Al otro día...

Sophia, acompañada por Megan, Dua Alpine, Garyu y su guardia de la doctrina; caminaban en grupo rumbo al claro del bosque sagrado.

Ahora y para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora