CP61: LAS ULTIMAS PREPARACIONES

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El viento comenzaba a traer consigo una sensación diferente, un aire pesado que presagiaba la tormenta que se avecinaba. Había algo en la energía del ambiente, en la manera en que las nubes parecían acumularse en el horizonte, que me recordaba que el tiempo seguía corriendo. Quedaban solo unos días, y la Luna de Sangre cada vez se hacía más inminente.

Todos estábamos tensos, sabiendo que estábamos entrando en la recta final, pero aún quedaban cosas por hacer antes de que el destino nos alcanzara.

Ethos, Aurel y Luca se encontraban sumergidos en el antiguo tomo que habían encontrado días atrás, buscando frenéticamente cualquier pista que pudiera ayudarnos a detener a Tánatos de una vez por todas. Sofía continuaba su entrenamiento intensivo, fortaleciendo su control sobre la magia que residía en su interior. La relación entre ella y Ethos se había vuelto más cercana, y aunque no habían dicho mucho al respecto, era evidente que ambos sentían algo profundo. Pero sabían que había cosas más urgentes que resolver antes de permitirse pensar en lo que vendría después.

—Axelia, tienes que ver esto —dijo Aurel, llamando mi atención desde la otra habitación. Me levanté de inmediato y caminé hacia donde él se encontraba, mis pasos rápidos y decididos.

—¿Qué es lo que has encontrado? —pregunté, sintiendo un nudo de anticipación formarse en mi estómago.

Aurel levantó el tomo antiguo, señalando una página desgastada por el tiempo. Su dedo se detuvo en un pasaje casi borrado, pero lo suficientemente legible como para captar mi atención.

—Este ritual no solo es capaz de sellar a Tánatos —dijo Aurel, con una mezcla de emoción y preocupación en su voz—, sino que también requiere un sacrificio. Es una forma de asegurarnos que no podrá regresar, pero... hay un precio.

Me acerqué más, inclinándome sobre el tomo. El texto estaba en un antiguo dialecto. El ritual requería sangre inmortal, no solo de un dios, sino de varios, unidos en un círculo de sacrificio. Los nombres de aquellos dispuestos a dar su sangre debían ser pronunciados en un altar antes de la Luna de Sangre, sellando así el destino de Tánatos.

—¿Cuántos dioses? —pregunté, mi garganta apretándose al leer entre líneas.

Aurel me miró con gravedad. —Al menos cuatro. Y... deben ser de diferentes linajes. La variedad de sus poderes es lo que dará fuerza al sello.

Mi corazón latía con fuerza. Cuatro dioses, dispuestos a sacrificar su poder, e incluso su vida, para sellar a Tánatos para siempre. Sabía que Ethos, Luca, y yo podríamos ser parte de ese círculo, pero necesitaríamos a alguien más.

—¿Y qué pasa si fallamos? —mi voz era apenas un susurro. La respuesta, aunque no explícita en el texto, era obvia. Si fallábamos, no solo estaríamos condenados, sino que Tánatos se volvería más fuerte, y el caos que desataría no tendría precedentes.

Aurel cerró el tomo y lo dejó sobre la mesa.

—Si fallamos, el sello se romperá antes de formarse, y Tánatos quedará libre. Será peor que cualquier pesadilla que hayamos enfrentado.

Tomé aire profundamente, tratando de procesar lo que significaba. Tantas cosas dependían de los próximos días: nuestra supervivencia, el futuro del mundo mortal y el equilibrio de los dioses. Sabía que estábamos jugando con fuerzas mucho más grandes que nosotros, pero no teníamos otra opción.

—Tenemos que hablar con los demás —dije finalmente—. Necesitamos que todos estén preparados para esto.

Aurel asintió, su expresión reflejando la misma resolución que sentía en mi interior. No había tiempo para dudar. El destino ya había comenzado a mover sus piezas, y nosotros éramos los jugadores en su tablero.

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Esa noche nos reunimos todos en el claro, bajo la luz tenue de las estrellas. El viento era fresco, pero traía consigo una sensación de urgencia. Luca proyectaba una imagen imponente y serena, mientras Ethos y Sofía intercambiaban miradas de preocupación.

Me adelanté hacia el centro del círculo, sintiendo el peso de sus miradas sobre mí.

—Hemos encontrado la respuesta —comencé, mi voz firme—. Hay un ritual que puede sellar a Tánatos para siempre. Pero tiene un costo.

Me tomé un momento para dejarlos procesar mis palabras antes de continuar.

—Necesitamos a cuatro de nosotros para hacerlo. Cuatro dioses de diferentes linajes. Y si fallamos... —mi voz se quebró ligeramente, pero recuperé el control rápidamente—. Si fallamos, Tánatos no solo quedará libre, sino que será más fuerte que nunca.

El silencio que siguió fue pesado, cargado de tensión y una comprensión tácita de lo que esto significaba.

—Yo lo haré —fue Luca quien rompió el silencio. Su mirada era decidida, sin rastro de duda.

—Yo también —Ethos dio un paso adelante, su mano apretada en un puño, como si ya estuviera listo para la batalla.

Sofía se mantuvo en silencio por un momento, sus ojos reflejaban una mezcla de miedo y resolución. Sabía que aún estaba asimilando su poder, que aún no entendía del todo lo que significaba ser descendiente de Selene. Pero también sabía que no era alguien que se acobardaría ante un desafío como este.

Finalmente, Sofía levantó la mirada, sus ojos llenos de determinación.

—Yo también lo haré —dijo, con una voz clara y firme.

Los tres me miraron, esperando mi decisión, aunque sabían que ya estaba tomada.

—Entonces estamos listos —dije, sintiendo un nudo de anticipación en el estómago—. Los cuatro haremos el ritual. Pero hay algo más. Necesitamos descubrir la ubicación exacta del altar antes de la Luna de Sangre. El tomo no especifica dónde está, solo que se oculta en algún lugar donde los dioses mortales y el mundo terrenal convergen.

—¿Alguna idea de dónde podría estar eso? —preguntó Ethos, su ceño fruncido.

Aurel intervino, su rostro pensativo.

—He estado investigando viejas leyendas. Hay un lugar, uno que se menciona en varias culturas, como el punto donde el velo entre los mundos es más delgado. Un lugar de convergencia.

—El Monte Olimpo —dije, sintiendo una oleada de reconocimiento. Todo parecía tener sentido. El Olimpo no solo era la morada de los dioses, sino que también era un punto de conexión entre mundos.

—Exacto —Aurel asintió—. Pero el acceso al Olimpo está restringido para los dioses que no son bienvenidos, especialmente si Tánatos está involucrado.

—Entonces, ¿cómo entramos? —preguntó Sofía.

Aurel sonrió levemente.

—Tenemos una ventaja. Yo soy hijo del Olimpo, al igual que Ethos y Axelia. Mientras Luca y Sofía se mantengan cerca de nosotros, podremos pasar desapercibidos, al menos el tiempo suficiente para llegar al altar.

El plan comenzaba a tomar forma, pero sabía que no sería fácil. El Monte Olimpo estaba lleno de trampas, tanto físicas como espirituales, y había muchos que no estarían contentos con nuestra presencia.

—No será fácil —admití—. Pero no tenemos opción. Debemos llegar al altar antes de la Luna de Sangre, o todo lo que hemos hecho hasta ahora será en vano.

Todos asintieron, comprendiendo la gravedad de la situación.

—El tiempo se nos acaba, es momento de ponernos serios con esto —dijo Luca, mirando hacia el cielo.

La tensión era palpable, pero había una determinación compartida entre todos nosotros. Sabíamos que el tiempo se acababa, y que la presión solo aumentaría en los próximos días.

Pero no importaba cuán difícil fuera el camino. Estábamos listos para enfrentar lo que viniera. Juntos.

Corazones Del Olimpo: Hija de Cupido DISPONIBLE HASTA EL 30/11/24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora