La suave brisa que entraba por la ventana dejaba leves caricias sobre mi rostro; el chispeante brillo del sol comenzaba ya a molestar mi mirada.
Intenté estirarme aún en la cama, pero el leve cansancio en el cuerpo se hizo presente. Los recuerdos de la noche anterior vinieron a mi mente, y una sonrisa apareció en mi rostro.
A pesar del sufrimiento, y la agotante agonía que sentí al tener mis alas, un cosquilleo se centró en mi estómago al recordar las palabras de Athan.
Él me amaba.
Sin duda, había quedado en shock al oír esas palabras, pero recordarlas ahora hacía que dentro de mí todo se sintiera completo.
Él me completaba.
-Por fin te despiertas -Ethos entró a la habitación, llamando mi atención. -Luca me contó que ya tienes tus alas y pidió que no te despertara. ¿Cómo te sientes?
Su rostro denotaba preocupación.
-Siento como si Cronos me hubiese tragado, y después de mí, al Zeus de piedra.
Ethos rió, haciendo que también lo hiciera yo.
-¿Crees que puedas levantarte?
-Por supuesto, solo estoy un poco dolorida, pero estoy lista para cualquier cosa.
Ethos extendió su mano para que la tomase, ayudándome a salir de la cama con un leve tirón.
-Me alegra oír eso, porque mañana debes reunirte con Hédone, y necesitas prepararte para cualquier cosa -musitó entre dientes, como si solo mencionar a Hédone le incomodara.
-Lo sé, estaré lista -respondí con convicción, aunque en el fondo la ansiedad se revolvía.
El entrenamiento continuó en casa de Aurel, quien se había encerrado en su biblioteca mencionando algo sobre una "daga", pero sin darnos muchos detalles. Mientras tanto, Ethos practicaba su habilidad con la espada junto a Luca, mientras yo descansaba en el suelo, comiendo unas uvas que había hecho aparecer con mi magia.
-¡Et, golpéalo por la derecha! -grité, disfrutando la pequeña tregua en mi día. Como si de un partido se tratara, observaba la lucha con entusiasmo.
Ethos, sin embargo, ignoró mi consejo, y en un movimiento rápido, Luca lo golpeó en la cintura, dándolo por "muerto".
-Te lo dije -dije mientras una sonrisa juguetona se extendía en mi rostro, y comía otra uva.
Ethos resopló con frustración mientras Luca le daba una palmadita en el hombro.
-Deberías escucharla -reprendió Luca. -Es tu compañera, y deberían trabajar en equipo.
-Tenía todo bajo control. Ella me distrajo -protestó Ethos, pero no convenció a nadie.
-Claro, buena excusa -me burlé, y antes de que pudiera reaccionar, Ethos me arrebató el racimo de uvas de las manos.
-¡Oye! -protesté, frunciendo el ceño mientras él se llevaba una de las uvas a la boca con una sonrisa burlona.
Estaba a punto de lanzarme sobre él para recuperar mis preciadas uvas cuando la puerta se abrió de golpe, y Sofía entró a la habitación.
Iba a saludarla, pero la imagen frente a mí me dejó sin palabras. Su cabello ya no era rubio platino, sino completamente blanco, lo que le daba un aspecto más etéreo y extraño.
-¿Qué te pasó en el cabello? -pregunté sorprendida, observándola detenidamente.
-No lo sé -respondió Sofía, algo desconcertada. -Simplemente me levanté esta mañana y mi cabello estaba así. Mi madre pensó que estaba en alguna fase de rebeldía, pero honestamente, no supe qué decirle.
Me acerqué a ella para mirarla más de cerca. Incluso su piel parecía un poco más pálida, y sus ojos, normalmente marrón miel, ahora mostraban un tono más claro, una mezcla entre su color natural y un azul que parecía estar tomando el control.
-Es su parte celestial -interrumpió Luca desde el otro lado de la habitación. -La parte de ella que le cedió Selene al nacer. Supongo que al comenzar a mostrar indicios de magia, esa parte de ella se activó.
Sofía nos miraba perpleja.
-¿Eso quiere decir que se volverá albina? -Ethos parecía tan confundido como nosotros.
-Es una posibilidad -continuó Luca-. Aunque no creo que algo más cambie aparte de su cabello y sus ojos. Es solo su herencia selenita saliendo a la luz.
Sofía abrió la boca, pero no logró articular palabra. Se veía impactada.
Antes de que pudiera responder algo, la puerta se abrió de nuevo, esta vez de manera más brusca.
-¡Chicos, lo encontré! -Aurel entró en la habitación con un entusiasmo desenfrenado, pero su energía decayó cuando vio a Sofía. -¿Qué te pasó? -preguntó con el ceño fruncido-. Te pareces demasiado a...
-¿Qué fue lo que encontraste? -interrumpió Ethos, cortando a Aurel antes de que pudiera terminar la frase. Su tono era más severo de lo habitual, y su postura indicaba que no estaba de humor para perder el tiempo.
Aurel se aclaró la garganta, algo molesto por la interrupción, pero continuó.
-Como les mencioné antes, estaba buscando información sobre una daga -comenzó mientras caminaba hacia el centro de la habitación-. No quise decir mucho al respecto porque no estaba seguro de su existencia, pero lo que encontré es mucho más importante de lo que esperaba.
Nos sentamos para escucharlo con atención.
-Hace unos años, escuché a Perséfone mencionar una daga que era capaz de matar a cualquier dios -comenzó Aurel-. Esta daga estuvo en posesión de Tutankamón, el faraón egipcio, y se creía que fue un regalo de los dioses para luchar contra Apofis, la serpiente del caos.
«-La daga fue descubierta por Howard Carter en 1923, cuando encontraron la tumba del faraón. Se dijo que fue forjada con materiales celestiales, y que tenía el poder de derrotar incluso a los titanes. Pero lo que no entiendo es por qué una reliquia tan peligrosa se dejó en manos humanas.
-A menos que esa no sea la daga real -declaré, interrumpiendo su relato-. Zeus no permitiría que un arma así quedara a disposición de cualquiera.
-Exacto -dijo Ethos, asintiendo. -Debemos encontrar esa daga. Si es tan poderosa como dicen, podría ser nuestra única oportunidad contra Tánatos.
-¿Pero por dónde empezamos? -preguntó Sofía, todavía asimilando toda la información. -Solo nos quedan siete días.
Nos miramos entre nosotros, sintiendo el peso de la misión que teníamos por delante.
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Corazones Del Olimpo: Hija de Cupido DISPONIBLE HASTA EL 30/11/24
FantasyDISPONIBLE TODAS LAS PARTES HASTA EL 30/11/2024 POR PUBLICACIÓN EN UNA PLATAFORMA DE PAGO ¿Qué pasaría si fueras hija del Dios del Amor? Axelia, segunda hija de Eros y Psique, fue concebida en la casa de Afrodita, lo que la convirtió en una diosa de...