La noche cayó como un manto sobre nosotros. Afuera, las sombras se alargaban, dibujando figuras ominosas sobre el suelo. Podía sentir la tensión en el aire, como si el mismo tiempo nos vigilara, esperando que tomáramos la siguiente decisión.
La reunión había sido agotadora, y aunque todos fingíamos estar bien, la verdad era que el miedo nos tenía al límite. Cada uno de nosotros sabía lo que estaba en juego, pero nadie quería ser el primero en admitirlo.
Aurel se había encerrado en su biblioteca de nuevo, sin decir una palabra, sumido en su búsqueda de respuestas que quizás ni siquiera existían. Luca y Ethos se habían retirado a la sala, probablemente para entrenar más, como si perfeccionar sus habilidades en este punto marcara una diferencia. Yo no podía culparlos. La sensación de impotencia crecía dentro de mí, y el solo hecho de quedarme quieta hacía que quisiera arrancarme la piel.
Decidí salir al jardín.
La luna llena colgaba en lo alto del cielo, brillando con una intensidad casi hipnótica. Su luz plateada bañaba todo a su paso, y por un momento, el mundo parecía estar en calma. Pero esa paz era solo una ilusión. Dentro de mí, el caos seguía desatado, un torbellino de emociones que me golpeaban con fuerza.
-Sabes que no estás sola en esto, ¿verdad?
La voz me sacó de mis pensamientos. Al girar, vi a Sofía acercándose, su nuevo aspecto aún me resultaba desconcertante. El cabello blanco, los ojos cada vez más claros... Selene estaba en ella, y aunque trataba de aparentar normalidad, yo sabía que había algo en su interior que no controlaba por completo.
-Lo sé -respondí, dándole una pequeña sonrisa que no llegaba a mis ojos.
Ella se paró a mi lado, sus brazos cruzados contra su pecho, y por un instante, ninguna de las dos dijo nada. Solo el viento meciendo las hojas y el suave murmullo de la noche nos rodeaban.
-Tienes miedo -dijo finalmente, pero no era una pregunta. Era una afirmación.
-¿Tú no?
Sofía soltó una risa amarga, una que no había escuchado en ella antes. -Por supuesto que tengo miedo. No sé qué soy, no sé qué va a pasar mañana, y no sé si sobreviviré a todo esto. Pero aquí estamos, ¿no? Fingiendo que tenemos el control.
-Es lo único que nos queda -respondí, más para mí misma que para ella.
-No puedo dejar de pensar en lo que Aurel dijo sobre la daga. Si realmente existe... ¿qué significa eso para nosotros? ¿Qué significa para ti? -Sofía se giró para mirarme de lleno, sus ojos reflejando la luz de la luna.
-Significa que podríamos tener una oportunidad de vencer a Tánatos. Pero también significa que alguien podría usarla contra nosotros.
La realidad de esa afirmación se instaló entre nosotras. La daga no solo representaba una oportunidad, sino también un peligro mayor. Si caía en las manos equivocadas, todo estaría perdido.
Sofía se quedó en silencio por un momento, y luego, con un movimiento rápido y decidido, se acercó más. -No voy a dejar que te pase nada, Axelia. Somos amigas, y pase lo que pase, no te voy a fallar.
Esas palabras, tan simples pero tan cargadas de significado, me hicieron sentir una calidez que hacía mucho no experimentaba. No era solo el miedo lo que me rodeaba. También tenía aliados. Tenía a mi familia.
-Gracias, Sofía. -Mi voz salió en un susurro, pero sabía que ella entendía lo que realmente significaba.
Nos quedamos así un rato más, en silencio, contemplando la luna y las sombras que se movían a nuestro alrededor.
Pero algo en esas sombras cambió.
Un movimiento rápido. Un parpadeo. Algo que no estaba allí antes.
Mi cuerpo reaccionó antes de que mi mente pudiera procesarlo. Me giré hacia Sofía, empujándola hacia un lado justo cuando una figura oscura emergió del bosque. Una sombra.
-¡Corre! -grité mientras las sombras se materializaban en torno a nosotras, envolviéndonos en una niebla oscura y fría.
Sofía, aunque sorprendida, reaccionó rápido. Ambas comenzamos a retroceder hacia la casa, pero las sombras nos rodeaban por completo. Pude ver cómo una forma humanoide se deslizaba entre los árboles, su rostro oculto bajo una capa oscura. Su mera presencia drenaba la luz de la luna, sumergiéndonos en una oscuridad casi palpable.
-¡Axelia! -Sofía gritó mientras intentaba levantar una barrera de protección, pero las sombras la golpearon, dispersando su magia como si fuera aire.
No podemos enfrentarlas aquí. No estamos listas.
Tomé su mano, tirando de ella hacia la casa. No podíamos permitir que las sombras nos atraparan al aire libre. La protección de la casa, aunque limitada, nos daría algo de tiempo.
-¡Adentro! -grité mientras empujaba la puerta de la casa, cerrándola tras nosotras.
-¡¿Qué demonios fue eso?! -Sofía estaba respirando con dificultad, su mano temblaba mientras intentaba recobrar el aliento.
-Las sombras... Están aquí. No sé cómo, pero están aquí -respondí, tratando de controlar mi respiración.
-Debemos advertir a los demás.
Justo cuando Sofía lo dijo, escuchamos un golpe en la puerta. Un golpe suave, casi como un susurro, pero lo suficientemente fuerte como para hacerme girar en su dirección.
-¿Están...? -Sofía comenzó a preguntar, pero la interrumpí antes de que pudiera terminar.
-No abras la puerta.
El miedo me recorrió. Si las sombras estaban llamando a nuestra puerta, significaba que Tánatos estaba cada vez más cerca. Y eso solo podía significar una cosa: el tiempo se estaba agotando*.
-Ve a buscar a Ethos y Luca. Diles que se preparen -le ordené mientras sentía cómo mi corazón aceleraba.
Sofía asintió rápidamente y salió corriendo hacia las escaleras. Apenas desapareció de mi vista, sentí un escalofrío recorrerme la columna. Algo no estaba bien. El silencio detrás de la puerta, la quietud en el aire...
-Axelia.
La voz que pronunció mi nombre no provenía de la puerta. Vino de mi propia mente. Como un eco, como un susurro distante que hacía que mi corazón se detuviera por un segundo.
-Axelia. Sabes quién soy.
Lo sabía. Desde el momento en que escuché ese tono frío y distante, lo supe. Tánatos estaba aquí.
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Corazones Del Olimpo: Hija de Cupido DISPONIBLE HASTA EL 30/11/24
FantasiaDISPONIBLE TODAS LAS PARTES HASTA EL 30/11/2024 POR PUBLICACIÓN EN UNA PLATAFORMA DE PAGO ¿Qué pasaría si fueras hija del Dios del Amor? Axelia, segunda hija de Eros y Psique, fue concebida en la casa de Afrodita, lo que la convirtió en una diosa de...