El sol comenzaba a descender en el horizonte, tiñendo el cielo con tonos anaranjados y violetas. El crepúsculo se acercaba, y con él, la sensación de que el tiempo corría en nuestra contra. A medida que la oscuridad se cernía sobre nosotros, un nuevo día de preparación llegaba a su fin.
Sofía y Luca continuaban entrenando. Desde la distancia, podía ver a Sofía concentrada, sus manos brillando con la suave luz plateada. Luca, siempre paciente y con una sonrisa confiada, la guiaba, corrigiendo su postura y ofreciéndole palabras de aliento.
—No lo estás haciendo mal, Sofía —le decía—. Pero recuerda, no es solo la magia la que importa. Es cómo la controlas. No dejes que te domine.
Sofía asentía, su rostro determinado mientras lanzaba una ráfaga de energía que iluminaba brevemente el espacio a su alrededor.
Aurel, mientras tanto, había sacado varios pergaminos antiguos que había traído consigo del templo. Estaba estudiando cada uno de ellos con detenimiento, buscando cualquier detalle que pudiera ayudarnos en el enfrentamiento final con Tánatos.
Ethos estaba a mi lado, en silencio. Lo había notado cada vez más pensativo desde nuestra victoria sobre Apofis. Sabía que estaba preocupado, no solo por la batalla que se avecinaba, sino también por Sofía.
—¿Has hablado con ella? —pregunté, rompiendo el silencio entre nosotros.
Ethos me miró, sorprendido por la pregunta, pero luego dejó escapar un suspiro.
—No... aún no.
Sabía exactamente a qué me refería. La tensión entre ellos había estado creciendo desde que comenzaron a entrenar juntos. Había algo más que una simple preocupación por su seguridad. Era algo más profundo, más personal.
—Deberías hacerlo —le sugerí—. No sabemos cuánto tiempo nos queda, y ella merece saber lo que sientes.
Ethos asintió lentamente, pero no dijo nada más. Su mirada seguía fija en Sofía, como si intentara encontrar el momento adecuado para hablar. Entendía su silencio, su lucha interna. Todos sentíamos la presión de lo que se avecinaba, pero Ethos, con su naturaleza siempre tan estoica, parecía cargar con un peso aún mayor. Sofía, por su parte, estaba concentrada en el entrenamiento, ajena a los sentimientos que él intentaba ocultar.
—Sabes que ella es más fuerte de lo que crees —le dije suavemente—. No la subestimes.
Ethos giró su cabeza hacia mí, sus ojos azules, que normalmente mostraban tanta seguridad, ahora revelaban algo que rara vez había visto en él: vulnerabilidad.
—No es que la subestime, Axelia —dijo finalmente—. Es que no quiero que sufra por mi culpa. No quiero ser la razón por la que pierda el control o... algo peor.
Me quedé en silencio por un momento, dejando que sus palabras se asentaran. Sabía que Ethos no se permitía ser vulnerable a menudo, pero esta batalla, el peso de lo que estaba en juego, estaba comenzando a afectar incluso a los más fuertes entre nosotros.
—No eres responsable de lo que pase, Ethos —le recordé—. Sofía tomará sus propias decisiones, igual que tú. Pero ambos merecen ser honestos el uno con el otro. Esta guerra no solo será física, sino también emocional. Si no le dices lo que sientes ahora, podrías perder esa oportunidad para siempre.
Él me miró durante unos segundos más, como si estuviera evaluando mis palabras. Luego, sin decir nada más, se levantó y comenzó a caminar hacia donde Sofía estaba entrenando con Luca. Lo vi acercarse, y aunque no pude escuchar lo que decía, noté cómo Sofía bajaba las manos y lo miraba, sorprendida. Había algo en la forma en que se miraban que hizo que una pequeña sonrisa se formara en mis labios.
ESTÁS LEYENDO
Corazones Del Olimpo: Hija de Cupido DISPONIBLE HASTA EL 30/11/24
FantasiDISPONIBLE TODAS LAS PARTES HASTA EL 30/11/2024 POR PUBLICACIÓN EN UNA PLATAFORMA DE PAGO ¿Qué pasaría si fueras hija del Dios del Amor? Axelia, segunda hija de Eros y Psique, fue concebida en la casa de Afrodita, lo que la convirtió en una diosa de...