CP42: EL ECO DE LA OSCURIDAD

22 4 0
                                    

El sonido de mi propio nombre, pronunciado por esa voz gélida, me dejó paralizada. Aunque no había duda de quién era, me negué a aceptar lo obvio. Tánatos. Pero no estaba preparada para enfrentarlo, no todavía.

Un escalofrío me recorrió la espalda, el aire se sentía pesado, casi imposible de respirar. Sabía que no podía dejarme dominar por el pánico. Si él estaba jugando con mi mente, eso significaba que aún no había decidido atacar directamente. Tenía que mantener la calma y ganar tiempo, lo que fuera necesario.

-Axelia... -La voz volvió a resonar en mi mente, esta vez más clara, más insistente-. El tiempo se agota, pequeña. No puedes escapar de lo que viene.

Ignoré su amenaza, me obligué a concentrarme en lo inmediato: Sofía. Ella había ido a buscar a Ethos y Luca, pero algo en mi interior me decía que las sombras estaban más cerca de lo que parecía. No podía dejar que nos atraparan desprevenidos.

Tomé aire, apretando los puños, y me dirigí hacia las escaleras. Los pasos de Sofía resonaban más arriba, y me sentí aliviada al saber que ella estaba bien por ahora. Sin embargo, no había tiempo que perder.

Justo cuando subía el primer peldaño, un nuevo sonido captó mi atención. Provenía del exterior, como un suave crujido, pero con un eco que lo hacía parecer más siniestro. Mi respiración se aceleró, y una parte de mí deseaba que todo esto fuera una pesadilla de la que pudiera despertar.

-Sofía, ¡rápido! -grité, tratando de acelerar su regreso. No sabía cuánto tiempo más podríamos resistir allí sin estar completamente preparados.

-¡Estoy aquí! -respondió ella desde lo alto de las escaleras, con Ethos y Luca siguiéndola de cerca. El alivio se apoderó de mí al verlos, pero eso no duraría mucho.

-Las sombras están aquí -les dije, y pude ver cómo sus expresiones cambiaban de inmediato. No había necesidad de explicar más. Sabíamos que esto era solo el principio.

Luca, siempre tan calmado, apretó los puños. -No estamos listos para enfrentarlos, no así. Necesitamos una estrategia.

-Lo sé -respondí rápidamente, tratando de mantener la compostura-, pero no tenemos tiempo. Tánatos está jugando con nosotros, y no sé cuánto más va a esperar.

-Axelia -interrumpió Ethos, con la mirada fija en mí-. ¿Estás segura de que es Tánatos? Las sombras por sí solas no tienen tanta inteligencia.

-Es él. Lo sé. Puedo sentirlo. Está manipulando las sombras para intimidarnos, para hacernos dudar. Y está funcionando. -Mis palabras salieron más rápido de lo que pretendía. No podía evitarlo; el miedo a lo desconocido estaba comenzando a erosionar mi confianza.

Luca asintió, su rostro más serio de lo habitual. -Si está tan cerca como piensas, necesitamos actuar. No podemos quedarnos aquí esperando a que ataque.

-Pero tampoco podemos enfrentarlo directamente -dijo Sofía, dando voz a lo que todos sabíamos, pero ninguno quería admitir. -No ahora, no así.

Había demasiadas incógnitas, demasiados frentes abiertos. La daga era una de nuestras mejores apuestas, pero aún estaba fuera de nuestro alcance. Si pudiéramos localizarla antes de que las sombras atacaran, tendríamos al menos una oportunidad. Pero con el tiempo en nuestra contra y las sombras al acecho, ¿cómo podríamos hacer todo esto?

La sala en la que nos encontrábamos parecía más pequeña de lo habitual, las paredes parecían cerrarse a nuestro alrededor. Necesitábamos salir, necesitábamos pensar con claridad.

-Aurel -murmuré, sabiendo que él era nuestra mejor esperanza en ese momento-. Necesitamos saber más sobre la daga. Si hay una forma de encontrarla, será él quien lo descubra.

-Voy a buscarlo -se ofreció Luca de inmediato, ya dirigiéndose hacia la biblioteca antes de que alguno pudiera detenerlo.

-Ten cuidado -le advertí, sabiendo que las sombras podrían estar esperándolo fuera. Pero Luca, como siempre, se limitó a asentir con una sonrisa irónica.

Ethos se cruzó de brazos, claramente frustrado. -Estamos atrapados aquí, esperando. No me gusta esto, Axelia.

-A mí tampoco, pero no tenemos muchas opciones -respondí, sintiendo la presión crecer en mi pecho.

-Hay otra opción -murmuró Ethos, y todos lo miramos con atención.

-¿Cuál? -pregunté, sabiendo que su tono solo significaba problemas.

-Podríamos enfrentarlos ahora. Atacar antes de que Tánatos esté listo. Si lo hacemos antes de que él lo espere, podríamos desestabilizarlo lo suficiente como para ganar algo de tiempo.

La idea era tan loca como peligrosa. Tánatos era un enemigo formidable, y si lo subestimábamos, estaríamos firmando nuestra sentencia de muerte. Pero por otro lado, seguir esperando significaba darle más poder, más control sobre la situación.

-Es una locura -intervino Sofía, su voz temblando ligeramente-. No podemos arriesgarnos a enfrentarlo sin saber qué estamos haciendo.

-¿Y si no tenemos otra oportunidad? -respondió Ethos, su mirada intensa-. Estamos esperando a que él decida cuándo atacarnos, cuándo destruirnos. ¡No podemos seguir jugando a su juego!

La tensión en la sala aumentó de inmediato, y supe que no podíamos seguir debatiendo mucho más. Teníamos que tomar una decisión, y rápido.

-Axelia, tú decides -dijo Sofía, su mirada fija en mí.

Sentí el peso de sus palabras como una losa sobre mis hombros. Tenía razón; todo recaía sobre mí. Pero no podía tomar esa decisión a la ligera. No cuando las vidas de mis amigos, de mi familia, estaban en juego.

Respiré hondo, intentando calmar el caos en mi mente.

-No vamos a atacarlo ahora -dije finalmente, y aunque Ethos parecía listo para discutir, no le di oportunidad-. No estamos preparados. No sin la daga.

-Entonces, ¿qué haremos? -preguntó Sofía, su voz suave pero llena de preocupación.

-Esperaremos a Luca y Aurel. Y mientras tanto, nos prepararemos para lo peor. Si Tánatos quiere que juguemos a su juego, lo haremos. Pero bajo nuestras condiciones.

El plan aún no estaba claro en mi mente, pero sabía que debíamos mantenernos unidos. Si las sombras estaban aquí, significaba que algo grande se avecinaba, y no podíamos darnos el lujo de subestimarlo. Tendría que haber una batalla, pero no iba a ser ahora. Primero tendríamos que sobrevivir a la noche.

El sonido de la puerta de la biblioteca abriéndose sacó a todos de sus pensamientos. Luca apareció, con una expresión de gravedad que solo podía significar una cosa: había encontrado algo.

-Tenemos un problema -dijo, su voz tan fría como la oscuridad que acechaba fuera-. La daga... no está donde creíamos.

Corazones Del Olimpo: Hija de Cupido DISPONIBLE HASTA EL 30/11/24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora