CP8: ÉL

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Después del momento que Athan y yo compartimos, continuamos con el trabajo. Cuando por fin terminamos, me quedé un rato charlando con Amelia en la sala. Mientras Athan estaba en el baño, ella sacó un álbum de fotos y empezó a mostrarme imágenes de él cuando era pequeño. De bebé, Athan era una preciosura. Y bueno, no es que ahora no lo sea, porque sigue siendo un chico guapo..., pero me desvío del tema.

-Sabes, cuando Athan era más pequeño, solía preguntar mucho por su padre -comentó, captando mi atención. Sostenía una foto de él abrazando un peluche. Aunque no estaba segura de a dónde quería llegar con este tema, la escuché con interés.

-Cuando lo tuve, yo era muy joven e ingenua -continuó-. Creía que estaba enamorada de su padre, que todo era perfecto, color de rosa y lleno de corazones. Pero no fue así. Él se fue sin dar ninguna explicación, simplemente desapareció de la noche a la mañana. Me tocó criar a Athan sola, y aunque no me quejo porque tengo un hijo maravilloso, su ausencia afectó mucho su infancia. Se volvió un chico solitario, sin muchos amigos.

Amelia suspiró, como si estuviera recordando esos años difíciles.

-Y lo que quiero decir con todo esto -prosiguió- es que los escuché cuando estaban hablando en la habitación. No es que estuviera espiando, pero ya sabes, una madre precavida vale por dos -se rió suavemente, pero yo solo sentí cómo mi cara se ponía roja de vergüenza, pensando en lo que podría haber imaginado-. Tienes un corazón muy bonito, Lia, y quiero que seas parte de la vida de Athan. Quiero que él vuelva a sonreír. Como dicen ustedes los jóvenes de hoy, los "shipeo" como pareja.

No supe qué decir ante sus palabras. Me limité a darle las gracias, aún procesando lo que acababa de escuchar.

-Amelia, muchas gracias por la merienda, estuvo deliciosa, pero creo que ya es hora de irme. Se me ha hecho tarde -dije, sonriéndole con afecto.

-No te preocupes, pero prométeme que volverás -me pidió, tomando mis manos con una sonrisa delicada.

-Por supuesto, claro, si a Athan no le importa -dije, mirando a Athan, que acababa de regresar. Se encogió de hombros con indiferencia.

-Por mí no hay problema -respondió, cruzando los brazos, lo que hizo que se marcaran sus músculos.

-¡Entonces está decidido! Tienes que volver a visitarnos -dijo Amelia, sonriendo mientras me abrazaba.

-Lo haré -le devolví el abrazo, y noté cómo Athan sonreía divertido-. Bueno, me voy.

-Te acompaño a la puerta -se ofreció Athan.

Salimos de la cocina y nos dirigimos a la entrada. Una vez en la puerta, nos detuvimos.

-A mi madre le agradas. Lamento si en algún momento te hizo sentir incómoda -dijo, rascándose la nuca con una sonrisa algo nerviosa.

-Tu madre es adorable, se preocupa mucho por ti. Y además, me cae muy bien -le respondí, devolviéndole la sonrisa.

Athan levantó la cabeza y ensanchó su sonrisa.

-No es así con todo el mundo, créeme -respondió, lo que hizo que ambos nos riéramos-. Espero que nos visites de nuevo, y que esa vez no sea solo por una tarea o porque mi madre te lo pida.

Negué con la cabeza.

-Tú y tu madre me agradan, así que vendré con gusto -respondí.

-Eso espero -dijo riendo-. Entonces... ¿Nos vemos en el instituto?

-Claro, hasta luego.

Nos despedimos y empecé a caminar hacia casa.

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Corazones Del Olimpo: Hija de Cupido DISPONIBLE HASTA EL 30/11/24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora