CP34: DIOS APOLO

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Nos encontrábamos frente al portal.

Ethos, Aurel y Luca vestían de la misma forma: una armadura ceremonial que cubría sus pechos, hecha completamente de oro. La única diferencia entre ellas eran las piedras preciosas incrustadas: Ethos llevaba rubíes, Aurel, esmeraldas, y Luca, topacios azules.

En la parte inferior, portaban una especie de falda de tonos blancos y dorados, y todos estaban descalzos. Sobre sus cabezas, lucían coronas de laurel.

Yo, en cambio, llevaba el vestido que Sofía había diseñado, también descalza y con una corona de laurel similar, pero sin oro ni piedras preciosas, a excepción de mi brazalete, que se transformaba en arco.

Dimos un paso y, de repente, ya estábamos en el Olimpo. Sentí un extraño déjà vu al caminar por el largo pasillo que nos conducía a la sala principal, donde se celebraría el banquete en mi honor. Dos guardias a la entrada nos dieron la bienvenida.

Al entrar, lo primero que noté fue la mesa de cristal decorada con una variedad infinita de alimentos. Las paredes blancas con detalles en oro y el candelabro de cristal colgando sobre la mesa destacaban el lujo. El techo despejado dejaba ver un cielo nocturno que pronto se aclararía con el alba. A pesar de haber estado en este lugar muchas veces, en esta ocasión todo parecía más sublime.

-Bienvenida, mi pequeña -Afrodita se acercó con una sonrisa y depositó un beso en mi frente-. Hoy luces más hermosa de lo habitual -su voz estaba llena de afecto-. Aunque, claro, no más hermosa que yo, pero como es tu día, lo dejaré pasar.

No pude evitar reír ante su comentario.

-¿Aún no llega nadie más? -pregunté.

-Pues, ahora que lo dices...

Antes de que Afrodita pudiera terminar su frase, entraron mi padre, Eros, y Poseidón. Detrás de ellos, llegó mi madre, y luego los hijos de Poseidón, Ares, Artemisa, Atenea con su inseparable búho, Perséfone y Rea.

Todos tomaron asiento, así que nosotros hicimos lo mismo. Pronto entraron Apolo, Hefesto y, por último, Zeus.

-¿Solo los has invitado a ellos? -susurré.

-Invité a más, pero algunos estaban ocupados -respondió Afrodita.

Observé a todos los presentes. Mi familia y los más cercanos. Al cruzar mi mirada con Apolo, noté que me observaba intensamente. Frunció un poco la nariz, lo que trajo recuerdos de momentos que prefería olvidar. Aparté la vista y me concentré en Zeus, quien se levantó para hablar.

-Hermanos, estamos aquí para celebrar la ceremonia celestial de Axelia, hija de Eros. Ha demostrado ser capaz de darlo todo por lo que ama y está a cargo de una de nuestras misiones más importantes. Algunos la ven como una niña, pero yo veo a una mujer fuerte, capaz de anteponer su deber a sus sentimientos, dispuesta a hacer lo que sea necesario para el bien mayor -sus ojos me miraron con dureza, haciéndome entender que sus palabras no eran solo un halago, sino una advertencia-. Por eso, Axelia, te doy mi bendición para que recibas tus poderes celestiales.

Con eso, levantó su copa de ambrosía, y todos lo seguimos en un brindis.

-Bien, comencemos con la cena.

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La cena terminó, y el alba estaba cerca.

-¿Qué ha sucedido allá dentro con Zeus? -preguntó Aurel, con expresión de incertidumbre.

-Creo que se refería a Athan -respondí.

Aurel hizo una mueca.

-Debes tener cuidado con él, Axelia. Sabemos de lo que es capaz Zeus.

Corazones Del Olimpo: Hija de Cupido DISPONIBLE HASTA EL 30/11/24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora