CP48: ECOS DEL PASADO

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El frío de las profundidades calaba en los huesos, pero el peso que sentía sobre mis hombros era mucho más agobiante que el ambiente sofocante. La advertencia de Hedoné seguía resonando en mi cabeza, como un eco inquietante que no podía ignorar. Tánatos no solo buscaba la daga… quería algo mucho peor.

A lo largo de los pasillos oscuros, las sombras parecían cobrar vida, estirándose y retorciéndose a nuestro alrededor. Sabíamos que no estábamos solos, pero lo que sea que nos acechaba desde las sombras parecía disfrutar del suspenso.

—El aire aquí es demasiado pesado… esto no es normal —murmuró Luca, iluminando el camino con un orbe de luz. Podía notar que su respiración era más controlada, como si estuviera conteniendo toda su energía.

—Lo que sea que habita aquí lleva siglos atrapado —contesté. Había una sensación de peligro en el aire, algo que nos estaba presionando a mantenernos alerta.

Sofía, que aún estaba intentando entender la magnitud de su propio poder, mantenía su mirada fija en las paredes, sus pupilas brillando con ese tono azul etéreo. La conexión que tenía con Selene se estaba profundizando más rápido de lo que esperábamos, pero sabía que Sofía no se sentía preparada para manejarlo todo.

—¿Cómo te sientes, Sofí? —le pregunté, manteniendo la voz baja mientras caminábamos por el oscuro pasillo.

Ella me miró con cierta inseguridad, pero había una determinación en sus ojos que no había visto antes.

—Es extraño. Siento que estoy cerca de algo grande, como si mi poder estuviera despertando más rápido de lo que puedo controlar. Todo este lugar está lleno de magia antigua, pero no es solo la daga… hay algo más, algo que late bajo la superficie —respondió con un leve temblor en la voz.

Luca la observó de reojo. Sabía que, a pesar de su naturaleza despreocupada, él siempre estaba pendiente de todos nosotros, especialmente ahora que la magia de Sofía comenzaba a manifestarse de formas impredecibles.

—Podemos hacer una pausa si lo necesitas —le dijo Luca, en tono comprensivo—. No tienes que forzarte.

—No, estoy bien —respondió rápidamente, aunque la tensión en sus hombros la delataba. Sofía estaba luchando con la carga de un poder que no comprendía del todo.

Sabía que, aunque todavía no controlara su magia por completo, Luca estaba empezando a guiarla en ese proceso. En las últimas semanas, los había visto practicando en secreto, trabajando juntos para que Sofía pudiera entender su conexión con Selene. Pero en este lugar oscuro, la magia de Sofía parecía intensificarse, y eso preocupaba a todos.

A medida que avanzábamos, noté algo extraño. Las sombras en las paredes parecían moverse de manera antinatural, como si estuvieran vivas, observándonos, esperando el momento perfecto para atacar. Sabía que no era solo mi imaginación; todos lo sentíamos.

—Algo está mal —dije, deteniéndome en seco.

Ethos miró alrededor, sus ojos también reflejaban la tensión que se sentía en el aire. Sus poderes divinos le permitían detectar cosas que nosotros no podíamos ver, y por la expresión en su rostro, sabía que sentía la presencia de algo maligno.

—Estamos siendo seguidos… —respondió en voz baja, apretando los puños.

De repente, un chillido agudo llenó el aire. Las sombras en las paredes comenzaron a agitarse violentamente, y antes de que pudiéramos reaccionar, criaturas oscuras surgieron de las paredes, arremetiendo hacia nosotros con una velocidad vertiginosa.

—¡Cuidado! —grité, extendiendo mis alas y levantando el vuelo. Las sombras se movían como una tormenta negra, retorciéndose a nuestro alrededor.

Luca hizo lo mismo, sus alas doradas brillando en la oscuridad mientras se elevaba en el aire, esquivando las criaturas. Ethos, con su espada desenvainada, luchaba con precisión divina, cortando a las sombras que intentaban alcanzarlo.

Sofía estaba detrás de él, sus ojos brillaban con más intensidad que nunca. Su poder estaba despertando. Las sombras intentaron atacarla, pero antes de que pudieran acercarse, una ráfaga de luz plateada salió disparada de sus manos, disolviendo a las criaturas en el aire.

—¡Sofía! —grité, sorprendida por la magnitud de su magia.

—¡Estoy bien! —respondió ella, pero podía ver que estaba asustada por la cantidad de poder que había liberado.

Las criaturas seguían atacándonos desde todas las direcciones. Sabía que no podríamos mantenernos así por mucho tiempo.

—¡Tenemos que avanzar! —gritó Ethos, mientras su espada destellaba en el aire, cortando a las sombras que se le acercaban—. ¡No podemos quedarnos aquí a luchar para siempre!

Sabía que tenía razón. Estas criaturas parecían inagotables, y cuanto más tiempo pasáramos luchando, más débiles nos volveríamos. Teníamos que encontrar la daga antes de que Tánatos lograra su objetivo.

Con un movimiento rápido, me lancé en picado hacia Sofía, agarrándola por el brazo y elevándola en el aire. Luca ya estaba haciendo lo mismo con Ethos, llevándonos hacia el final del pasillo, donde una puerta enorme de piedra bloqueaba nuestro camino.

—¡Bajen rápido! —grité, descendiendo frente a la puerta.

Las sombras seguían atacándonos, pero Sofía levantó las manos una vez más y, esta vez, una barrera de luz plateada nos rodeó, deteniendo a las criaturas momentáneamente. Su rostro estaba lleno de determinación, pero también sabía que mantener ese escudo le costaba energía.

—¡Esa puerta es nuestra única salida! —exclamó Ethos, golpeando la roca con todas sus fuerzas.

Pero la puerta no se movió.

—Es una trampa… —murmuró Luca, su voz cargada de preocupación—. Nos está deteniendo a propósito.

Las criaturas oscuras golpeaban contra la barrera de Sofía, y su magia empezaba a debilitarse. No teníamos mucho tiempo antes de que la barrera se rompiera por completo.

—¿Qué hacemos ahora? —pregunté, desesperada por una solución.

De repente, un destello de luz plateada iluminó el aire, y en el centro del cuarto, justo frente a la puerta, apareció una figura etérea. Hedoné.

—Hermana… —dijo ella, su voz flotando en el aire como un susurro—. No queda mucho tiempo.

Mi corazón dio un vuelco al verla, pero sabía que no era realmente ella. Era solo una proyección, una sombra de lo que alguna vez fue.

—Hedoné… ¿cómo? —comencé a preguntar, pero ella me cortó.

—No hay tiempo. Tánatos está más cerca de lo que crees. Esta puerta es la única barrera que queda entre tú y la daga… pero también entre él y su objetivo final.

—¿Cómo la abrimos? —preguntó Ethos, su voz tensa.

Hedoné extendió la mano, señalando hacia el centro de la puerta.

—Solo un alma lo suficientemente fuerte para resistir la oscuridad puede abrir esta puerta. Pero no será fácil… debes estar preparada para enfrentar lo peor.

Sabía lo que eso significaba. Tendría que usar mis poderes divinos y someterme a la oscuridad que esta puerta protegía.

—Axelia, no puedes… —comenzó Luca, preocupado por lo que vendría.

—No tenemos opción —le respondí, sintiendo la determinación llenar mi corazón—. Es la única manera de detener a Tánatos.

Con un último vistazo a mis amigos, di un paso adelante, preparándome para lo que vendría. Sentía el peso del destino sobre mí, pero sabía que no podía detenerme ahora. La puerta era solo el comienzo del final, y más allá de ella, el verdadero desafío nos esperaba.

Corazones Del Olimpo: Hija de Cupido DISPONIBLE HASTA EL 30/11/24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora