CP9: DÍA DE CHICAS

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Ethos miró hacia donde yo estaba enfocando mi vista.

-Axelia... Ahí no hay nadie -dijo en voz baja, con un tono que mezclaba preocupación y duda.

Parpadeé varias veces, tratando de aclarar mi visión. Era cierto, no había nadie allí. ¡Pero yo lo vi! ¡No estoy loca!

-Estoy segura de que estaba ahí... -murmuré, titubeando. El miedo me invadía, y necesitaba salir de ese lugar lo antes posible.

-Será mejor que nos vayamos, te estás poniendo pálida -dijo Et, mientras rodeaba mi cintura con su brazo para darme estabilidad.

De entre la multitud de personas, apareció Matt, con una expresión de preocupación en su rostro.

-¿Qué le sucede? -preguntó, sosteniéndome la cara para examinarme mejor.

-No se siente bien, la voy a llevar a casa -respondió Et con calma, pero decidido.

-Los acompaño -dijo Matt de inmediato, preocupado.

-No, por favor, no tienen que hacer eso. Es su fiesta, y yo la estoy arruinando -me quejé, masajeándome la sien para intentar calmarme.

-Nada de eso -dijo Matt con firmeza-. Vinimos juntos y nos iremos juntos. Buscaré a Nick; ustedes esperen en el auto. -Nos lanzó las llaves del coche y desapareció entre la multitud para encontrar a Nick.

Me sentía terrible. Habían dejado de divertirse solo para llevarme a casa, pero una parte de mí agradecía que no me dejaran sola. Necesitaba su apoyo más de lo que quería admitir.

Ahora estaba en el sofá del recibidor, recostada en las piernas de Et, mientras él acariciaba suavemente mi cabello. Este pequeño gesto me tranquilizaba un poco. Después de todo, no había sido una noche agradable.

Nick había decidido irse antes, con la chica del bar.

-¿Te sientes mejor? -preguntó Matt, sentándose a mi lado y ofreciéndome un vaso de agua, el cual acepté con gratitud.

-Sí, muchas gracias -respondí, tomando un sorbo.

Agradecía que Matt no hiciera más preguntas sobre lo que había ocurrido. Parecía entender que necesitaba espacio y privacidad.

-No hay de qué -dijo, sonriendo cálidamente-. ¿Qué les parece si vemos una película para pasar el mal rato?

-Claro -respondí, aunque no me emocionaba mucho la idea, sabía que era lo mejor para distraerme.

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Eran las 8:47 p.m. cuando Matt se fue a su habitación, y Ethos y yo nos dirigimos a la nuestra.

-Debemos advertir al Olimpo -dijo Et, con el tono grave que usaba cuando estaba preocupado.

-Lo sé, pero no lo hagamos todavía. No hasta estar seguros de que realmente está aquí y no es solo una ilusión de mi cabeza -respondí, aunque en el fondo, algo me decía que no era solo una ilusión.

Et asintió, pero no parecía del todo convencido.

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2:30 a.m.

Aún no podía conciliar el sueño. Et había caído dormido hacía más de una hora, pero yo seguía dando vueltas en la cama, incapaz de despejar mi mente. Y entonces, Él volvió a invadir mis pensamientos.

«¿Cómo es posible que haya escapado? Se supone que los dioses lo castigaron y lo enviaron al rincón más oscuro del inframundo. Ahora que está aquí, nada impedirá que me encuentre y se lleve lo que ella me dejó. Ella sacrificó lo que le quedaba de poder para darme este collar. ¡No puedo permitir que caiga en sus manos!»

Un pequeño sollozo escapó de mis labios.

«Ese infeliz le arrebató la vida...» Otro sollozo, más fuerte esta vez. «Y juro que la vengaré.»

No logré dormir en toda la noche. Para un humano, eso habría significado tener unas enormes ojeras al día siguiente, pero en mi caso, la fatiga era más mental que física.

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A la mañana siguiente, Coraline y Augusto ya estaban desayunando cuando bajé a la cocina. Al parecer, era temprano, porque Augusto todavía no se había ido a trabajar.

-Buenos días -saludé con voz perezosa. Aunque era inmortal, la falta de sueño aún me afectaba.

-Buenos días -respondió Augusto, llevándose su taza de café a los labios.

-Buenos días, cariño -dijo Coraline con su habitual tono amable-. ¿Quieres desayunar?

Ni siquiera era necesario preguntar, menos cuando se trataba de la deliciosa comida de Coraline.

-Por favor -respondí con una sonrisa de oreja a oreja.

Media hora después, bajaron Matt y Ethos. Después de desayunar, Augusto se fue a trabajar y Matt y Et se marcharon para practicar con el equipo de rugby.

Básicamente, solo quedábamos Addy, Coraline y yo.

-Axelia, cariño, voy a llevar a Addelyne a la fiesta de una amiga. Si sales, por favor cierra la puerta con llave -dijo Coraline mientras se ponía su abrigo y tomaba las llaves del auto.

Y así, me quedé completamente sola.

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Tener la casa para mí sola no era tan divertido como algunos piensan. ¡Era realmente aburrido! Sin pensarlo mucho, me puse un suéter, ya que hacía frío afuera, y decidí caminar hasta la casa de Sofía. Por suerte, no quedaba muy lejos.

Minutos después, llegué a una casa de tamaño similar a la de Coraline. Toqué la puerta varias veces, y una mujer, muy parecida a Sofía, apareció en el umbral.

-Buenos días, ¿se encuentra Sofía? -pregunté educadamente.

La mujer me miró por unos segundos, evaluándome.

-¿Eres su amiga? -asentí con la cabeza.

-Mi nombre es Axelia. Me imagino que usted es su madre -dije, extendiendo la mano, que ella estrechó con una sonrisa.

-Así es, mi nombre es Carmen. Si quieres, pasa y la esperas mientras la llamo -dijo, abriendo más la puerta para dejarme entrar.

-Muchas gracias.

Minutos después, Sofía bajó las escaleras con una gran sonrisa.

-¡Hola! -exclamó alegremente-. No esperaba que vinieras.

-Fue algo improvisado -le dije-. Me encontraba sola en casa y pensé: "¿Por qué no pasar el día con Sofía?". Así que aquí estoy.

Sofía sonrió aún más.

-¿Eso significa día de chicas? -dijo emocionada.

-Eso supongo -respondí, correspondiendo su sonrisa-. ¿Qué quieres hacer primero?

Los ojos de Sofía se iluminaron de inmediato.

-¡Vayamos de compras!

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Tres horas después, nos encontrábamos con las manos llenas de bolsas. Aunque podía conseguir toda la ropa que quisiera con un simple chasquido, debo admitir que ir de compras con Sofía había sido muy divertido.

-¡Whoa! ¡Amé todo lo que compramos! -dijo Sofía, sentándose en un banquillo mientras revisaba sus bolsas-. Valió la pena gastarme toda mi mesada en esto -agregó, sonriendo de oreja a oreja.

-Sí que amas la ropa, ¿eh? -dije, riendo. Sofía asintió con entusiasmo.

-Cuando me gradúe, quiero estudiar diseño en la universidad -dijo, soltando un suspiro-. ¿Y tú, qué harás?

¿Qué haré? Esa pregunta no solo aplicaba a esta situación, sino a muchas otras en mi vida. Suspiré, pensativa.

-Aún no lo sé -respondí, sincera. Sofía solo asintió, sin presionarme.

-Bueno -dijo, golpeando suavemente sus rodillas con las manos-, tengo hambre. Vamos a comer algo.

-¡Vamos! -respondí, sonriendo ante su entusiasmo, lista para continuar nuestro día de chicas.

Corazones Del Olimpo: Hija de Cupido DISPONIBLE HASTA EL 30/11/24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora