S I E T E

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8 de junio del 2020

💚✨It's For You✨💚

Mi graduación de la secundaria consistió en el envío de un reconocimiento de mierda por correo. Hace tres días una de las etapas fundamentales para mi crecimiento había terminado, y no de la manera en la que creí; llorando en los brazos de mis amigas, bailando con Pablo, enseñándoles el dedo medio a mis bullies. Nada. Solo un maldito PDF.

La salida de la secundaria era nuestro mayor miedo para Pablo y para mí. Creíamos que una vez así fuera, no nos volveríamos a ver, y le temíamos tanto a su llegada. Pero con estas vacaciones estas vacaciones que parecen alargarse en vez de terminar, nuestros planes se cebaron. Ahora había una espera para un reencuentro que no se sabía la fecha, ni la hora, era cuestión de suerte.

Nuestras videollamadas tomaron una rutina: platicar sobre nuestros día y actividades que hicimos; después, mucho amor, y seguido de eso, vernos a los ojos mientras nos declamamos el cariño que sentimos por el otro a punta de lágrimas y sollozos porque nos extrañamos mucho. Después, nos quedamos dormidos enfrente de la pantalla, y quien se despierte en la madrugada para acomodarse, cuelga, no sin antes decirnos lo mucho que nos queremos a susurros.

—Lena, ¿por dónde queda tu casa? —me preguntó anoche. De inmediato, mi corazón empezó a saltar.

—¿Por qué lo preguntas?

—Porque iré a comprarle un regalo a mi mamá. Y si puedo, quiero escaparme para verte, aunque solo te asomes por la ventana.

Me cubrí la boca de la emoción, y sin dudarlo, le compartí la pantalla para mostrarle mi dirección en Google Maps. Luego de algunos chistes sobre mis calles latinoamericanas y risas por sus confusiones en el nombre de estas, nos dormimos emocionados.

(...)

—¿Y ahora tú, te picó un mosco? —me pregunta mamá a la hora de la comida.

Yo no dejo de dar golpecitos con el pie al suelo, de rascarme la espalda y de tener un tic nervioso en el ojo. Me agarro de los cabellos al ver que el reloj avanza más lento que de costumbre, y mi ansiedad aumenta cuando el cielo se comienza a poner tan oscuro que estoy segura que se avecina una tormenta.

—No, no. Estoy bien —. Tomo un sorbo de agua, ahogándome con la misma. Luego de que mi hermana me diera aun golpe digno de la lucha libre para que escupiera, me tranqulizo, intentando que mi mamá no se de cuenta—. Estoy algo estresada por el examen. Ya faltan dos meses.

—¿Vas a seguir estudiando?

—¡Sí! Voy a sentarme al sillón. El aire me relaja —. Quito mis platos de la mesa y los dejo en el fregadero, yéndome al sillón que cambió de lugar a una esquina de la sala, la misma que pega con la ventana abierta.

—Yo voy a bañarme de una vez. Te encargo a Dani.

—Sí, ma —. La veo con su toalla en la mano, y al ver que todos los "barcos" están en sus asuntos, corro por mi celular que se está cargando en mi habitación.

Mi papá está en la suya, mi hermana viendo videos de huevos sorpresa, mi mamá en el baño, podría decirse que estoy sola. Pero ningún mensaje de Pablo llega a mis notificaciones, y mis uñas han sido mascadas por mis dientes de lo ansiosa que me siento.

¿Ya me peiné? ¿Verá que traigo mi blusa favorita? ¿Y si papá se asoma, lo ve, y le pega? Dios, eso no podría pasar. ¿Por qué no le dije a mamá sobre esto? ¿Y por qué no puedo bajar a abrazarlo?

It's For you - Player (reproduciendo)

Pablo
6:34 pm
Ya estoy en la esquina.

—¡Ya está en la esquina! —grito en susurro, dando vueltas por la sala como si me acabara de ganar el premio gordo.

—¿Qué te gusta la vecina? —dice mi hermana, poniéndole pausa a su video.

—No dije nada, Dani. Ya estás alucinando —. Corro con ella a ponerle play de nuevo a sus interesantes juguetes para que no interrumpa mi reencuentro.

Pongo un banco cerca de la ventana para asomarme y verlo mejor. Me subo tan rápido que pude haberme caído, pero no me importa. Quiero salirme por ella por lo tanto que me estoy asomando para ver la dichosa esquina, pero nada que logro verlo. El cielo se pone más oscuro cada vez, y aunque ha llovido un poco, la acera luce más apagada por el agua que le ha caído. El olor a tierra mojada es mi acompañante en esos quince segundos que tuve que esperar por su presencia, y cuando veo su peculiar caminata, mi corazón se detiene.

Me llevo la mano a la boca, bajándome por un momento del banco. De inmediato las lágrimas comienzan a salir, y cuando vuelvo a la ventana, él está enfrente. Su hermana menor lo acompaña, y con una sonrisa tímida nos saludamos, volviendo a quien realmente ha movido hasta la última entraña de mi ser. La canción que le he dedicado en esta pausa del mundo, llega a la parte instrumental, donde un nostálgico saxofón abunda en mis oídos. Nos quedamos viendo cómo si nunca nos hubiéramos visto en la vida, y cuando al fin reacciona, me sonríe.
Su rostro se ilumina al tenerme enfrente, y yo no dejo de mostrarle mi sonrisa emocionada. Me hace señas con las manos formando un corazón, enviándome besos y diciéndome con gesticulación exagerada: "te ves hermosa" para que pueda entenderle.

—¿Qué haces? —vuelve a preguntar mamá, haciendo que brinque y me pegue en el barrote de la ventana.

—Pablo está acá afuera —le suelto sin pensarlo, porque pienso que va a decir que baje, que vaya a abrazarlo, pero solo me gano un gesto de confusión.

—¿Y qué hace aquí afuera? ¿Cómo supo que...?

—¿Me dejas bajar? ¡Por favor, déjame bajar! —le ruego sin pensarlo ni un poco. Le insisto las veces que mi necesidad de sus brazos me lo pide, pero ella se niega todas esas veces.

—Está papá. No querrás que vaya a leerle la cartilla.

—Pero...

—Pero nada. Despídete por ahí, otro día podrán verse.

No me detengo a hacerle berrinche, tampoco me enfado con ella. Solo regreso a donde Pablo me espera con la misma sonrisa que puso cuando nos encontramos consientes de nuestra cercanía de dos metros. Dos metros nos separan de un abrazo, de un beso, de una caricia. Dos metros es nuestra distancia que es tan corta pero tan larga a la vez. Verlo en vivo y a color, es muy distinto que verlo pixealeado a través de una pantalla. Mi necesidad por tenerlo conmigo es tan grande, que una vez que se va junto con su hermanita, me quedo en el sillón llorando en silencio.

Me hubiese gustado que este reencuentro a distancia no acabara nunca. Se fue, y con él se llevó un pedacito de mi corazón, que recuperaré cuando lo tenga en mis brazos de nuevo, todos los días, toda mi vida.

💚💜Datos curiosos💚💜

1- El ocho de junio es un día muy especial para Lena. Cada ocho de junio, desde el 2016, le sucedía algo interesante. En esta ocasión, sucedió el reencuentro con Pablo. Pero más adelante, el ocho de junio, significará algo muy importante que cambió su vida para siempre. Esperen al último capítulo, bbs :3

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