27 de mayo del 2022
💚✨Manifestación de la oportunidad ✨💚
—¿Entonces, ya no tienes novio? —. Un chico de la clase se me acercó con algo de sospecha, lo que me hizo retroceder por instinto.
—¿No...? —le respondo, viéndolo con desconfianza.
—Bueno, entonces déjame ser el que sigue.
—Wow, wow, espera —. Le puse una mano enfrente, asustada—. Apenas nos conocemos.
—¿Por qué no nos conocemos mejor a través de un beso?
—¡Lena! —el grito de Val me salva del muchacho desconocido.
—¡Val! —. Corrí a sus brazos, despidiéndome del chico—. Nos vemos en la otra clase, y no, no quiero un beso, lo siento mucho.
—¡Esperaré por ti!
(...)
Eso ocurrió dos días después de haber terminado con Pablo. El chico no es nada interesante ni tampoco del otro mundo, es más, no sabia de su existencia hasta que me habló justo el día de la desgracia, solo con fines amistosos. Apenas se corrió el chisme de que una tal Lena había cortado con el novio, este espécimen me cayó del cielo, y así como cayó, así me asusté y lo mandé a la "luego te hablo zone".
—Bien dice el dicho —habla Vania en lo que damos una vuelta por el colegio—: Dios quita, Dios manda.
—Cállate —resoplo soltando una risa, escuchando un disturbio en el otro patio—. ¿Y ahora?
—Ah, están haciendo una manifestación por supuesto acoso por parte de un profesor —me cuenta con tranquilidad, así que nos asomamos por la entrada del edificio C, viendo una bolita de alumnas con carteles y megáfonos, pidiendo que echen al maestro—. No sé muy bien qué fue lo que pasó.
—Debe de ser grave —le digo, buscando a Pablo por inercia en los disturbios—. ¿Por qué no vamos para allá?
Las tres nos asomamos hacia la pequeña manifestación dentro de la preparatoria y no dudamos en caminar hacia ella. Pero apenas cruzamos aquel pasillo que divide ambos complejos de aulas, descubren que los silecitos resplandecientes están cerca de su radar, por lo tanto, me quedo quieta para ver cómo se alejan de mí. Ellas charlan con ellos con mucha alegría, riéndose de sus chistes y halagando sus atuendos, y yo, incómoda, solo quiero irme del lugar.
Ayer tuve un incidente con todo esto de ser excluida. En el laboratorio, ellas siguieron a sus afines, Ellie no me saludó, me sentía fuera de lugar con el equipo que me había tocado para los experimentos, y de repente, ese laboratorio con capacidad de cincuenta estudiantes, se convirtió en un cubículo de baño público para mí. El ambiente se sentía muy pesado, y no podía respirar del todo bien. La gente se acumuló en la mesa donde yo estaba trabajando para ver cómo se hacía el experimento, y tantas personas a mi al rededor, hicieron que empezara a sudar frío.
No tuve de otra más que refugiarme en el baño; apenas ahí pude recuperar la respiración, pero me seguía sintiendo muy sofocada y con muchas ganas de llorar. Intenté calmarme con algunos susurro de aliento, abanicando mi rostro con la mano, sin tener a nadie a quien recurrir. Ahí supe, que estar con mucha gente no sería lo mío, mucho menos, cuando de cincuenta personas, yo soy un fantasma.
—Mientras más lejos de la gente, mejor —susurro al ver que la bolita de soles resplandecientes se agranda con otros chicos de la escuela, siendo un cúmulo de hormigas con un pedazo de manzana—. Mientras más lejos, mejor... —repito, tomando aire y caminando hacia atrás.
—¡Le! —el grito de Ellie me advierte algo demasiado tarde: es la espalda de Eduardo.
—Ay, lo siento, lo siento —le pido con culpa, retrocediendo para chocar con otros alumnos —. No te vi...
—No te preocupes —dice con algo de desdén, moviéndose a lado de Ellie y su otra amiga, Marlene.
—¿Saben qué fue lo que pasó? —intento sacar platica con Ellie, quien me sonríe con mucha amabilidad. A diferencia de ayer con el sofoco de la multitud, con ellos tres, no me siento tan asfixiada.
—Es lo que intentamos descifrar —me responde Eduardo, mirando hacia el desastre—. Algunos dicen que es una profesora, otros que es un tal maestro de Introducción al trabajo.
—Espero los echen o se arregle el malentendido —opina Ellie, tomándome del brazo—. ¿Cómo has estado, Le?
—Bien, Ellie, muchas gracias...
La silueta del cuerpo al que busco por instinto se atraviesa en mi radar, activando mis sentidos. Pablo logra verme también, saludándome de lejos. Cuando dejo de mover la mano hacia su dirección, él me llama con la suya, lo que hace que voltee a ver a Ellie y a sus amigos con algo de lástima, porque sé, que aunque toda esa multitud que me da tanto pánico me quisiera, yo siempre iré con él, sin importarme nada.
Me despido de Ellie algo veloz, pues no quiero ver cómo reaccionan ante mi huida por Pablo. Al llegar con él, su mirada cariñosa me desconcierta.
Las cosas entre nosotros se quedaron como "somos amigos pero nos lanzamos indirectas de vez en cuando" y solo estamos juntos de regreso a casa, donde hablamos sobre nuestro día. No ha estado tan pesado, aunque sí me reprocha de mi cercanía con Bill, que solo se hace presente en los primeros minutos de la mañana para ponernos al tanto de nuestros problemas.
—¿Ya desayunaste? —me pregunta, sacando su lunch.
—Ya, hace rato con Bill...
—¡Lena! —ahora, el grito del chico que me coqueteó el martes me asusta peor que el de Ellie, abriendo los ojos tan grande como en una película de terror—. ¡Te veo en la clase, espero sentarme junto a ti!
Volteo para donde el grito sonó, observando al chico con una sonrisa muy chueca. Le muevo la mano para saludarle, diciéndole que sí con la cabeza. Ayer habíamos pasado tiempo juntos en algunas clases, pero en todas ellas siempre puse mi distancia.
—¿Y ese quién es? —la pregunta de Pablo no suena tan pesada como las veces anteriores, viéndome con algo de preocupación.
—Un amigo, sí, un amigo nuevo —. Mi sonrisa que delata mi mentir, hace que Pablo levante una ceja, descubriéndome—. No, no es cierto, me ha estado coqueteando desde el martes, no he dicho nada con mis amigas pero me estoy haciendo del miedo. No sabía que los hombres eran así de aventados...
Hablo tan rápido que apenas procesa lo que le digo. Asiente conforme termino de confesarle lo que me asusta, y para mi sorpresa, esta vez no me arma una escena de celos.
—Lo entiendo —. Lo miro confundida, esperando una mala pasada como suele serlo.
—¿Lo entiendes?
—Lo entiendo, porque cualquier podría enamorarse de una chica como tú, Lena.
💜💚Datos curiosos💜💚
1- La manifestación fue un fracaso. Nadie se fue, nadie fue despedido, es más, ni siquiera se supo cuál fue el problema.
2- El chico que coqueteaba con Lena ya no es relevante, así que se perderá entre las letras de esta historia.
3- Hasta ese día, era la tercera vez que Lena hablaba con Eduardo, y de pura chiripa.
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MoonCat II
Teen Fiction💚💜SEGUNDA PARTE DE MOONCAT💚💜 Las dos semanas de vacaciones más extensas de la historia. El año en el que todo se detuvo, el año en el que el desastre comenzó: 2020 Después de que Lena y Pablo afrontaran los diversos retos para poder estar juntos...