C U A R E N T A

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18 de mayo del 2022

💚✨La primera mirada asesina ✨💚

—¡Esperate, Lena! —. Pablo corría detrás de mí.

—¡Tus amigos esto, tus amigos el otro! —. Furiosa, emprendí paso por la avenida que dirigía al bus.

—¡Perdón, Lena! —lo ignoré, poniendo más velocidad en el paso—. Bien, si no quieres hablar conmigo, no hables.

Él pareció aumentar su paso para arrebasarme, y cuando vi que estaba lo suficientemente lejos, me detuve a comprar una flor por el cumpleaños de mamá. Pablo siguió caminando solo por una cuadra entera, y mientas yo estaba bromeando con la señora de las flores, vi a un Pablo regresarse tan furioso que me hizo tragar pesado.

—Si te querías regresar sola a casa, me hubieras dicho.

—¿Tú por qué te adelantas?

—¿Tú por qué no me detienes?

Una pelea con Pablo, hoy en día, es algo recurrente. Incluso puedo detectar cuando las cosas están por explotar en mil pedazos; ya conozco lo que no debo decirle, lo que debo responderle en caso de un enfrentamiento, y cómo terminarán, ya sea en algún chiste sobre el temperamento del otro, o yendo a comer cualquier chuchería.

Cada día que pasa yo estoy más sola, y él parece tener más amigos. Desde que entramos a clases, suele ir a jugar un rato con ellos cuando estas terminan y cuando hay horas libres, haciéndome esperar en los desayunos o al momento de irnos a casa.

Las cosas con mi vida social no van tan bien que digamos; gracias a que tuve que ir a desayunar con Pablo en cada cambio de salón en la jornada, tuve que dejar a mis amigas hablando entre ellas, lo que provocó que me excluyeran de algunos eventos sin querer, y con eso, que se consiguieran otros amigos que sí tuvieran el tiempo que yo no tenía.
Cada que ellas comenzaban a hablar, por mala suerte Pablo terminaba sus clases, y tenía que ir con él. La negociación no podía ser una alternativa; él se molestaba cuando le daba prioridad a mis amigos, sobre todo a Bill.

Ahora, solo es a él a quien le hablo constantemente. Val y Vania hablan conmigo cuando se tratan de tareas o nos encontramos solas, pero como ya he explicado en otras ocasiones, apenas llegan los "solecitos resplandecientes" (los extrovertidos), yo dejo de existir.

El sentimiento de injusticia que creció en mí hace unas semanas, se hacía presente cada que Pablo me avisaba que iría a jugar con sus amigos. No le tenía envidia, mucho menos me ponía celosa por las chicas que había en su grupito. Solo es la pregunta ¿por qué yo no puedo tener amigos como él?

¿Por qué tú sí, y yo no?

Susurro para mí, esperándole fuera del colegio. Observo a los alumnos que todavía están adentro, recargándome en los barrotes de la fachada. Pablo está jugando en las canchas con sus amigos como es costumbre, y yo, llevo como diez minutos parada como una mamá esperando a su hijo.

—Ah, pero no fuera yo... —vuelvo a decir en un susurro, desbloqueando mi teléfono para mandarle un mensaje a Bill—. "Ay Lena, no me haces caso, ay Lena, él solo te habla porque le gustas" —arremedo su voz, escribiéndole a Bill para preguntarle si ya ha salido de la escuela.

Agente Bill
12:45 pm
Uy, licenciada Lena, ya estoy hasta en mi casa. ¿Otra vez su enamorado la dejó sola?

Lena
12:45 pm
Sí, agente. Pero si yo estoy con usted cinco minutos, él cree que lo estoy desnudando.

Agente Bill
12:46 pm
Iugh, licenciada, no me cree esas imágenes tan aberrantes. Este cuerpo santo será de mi querida Dulce, así que ni crea que le serviré para sus sucias intenciones.

Lena
12:46 pm
Ya quisiera, agente.

Mi conversación se ve interrumpida por una mirada que se me clava en el cabello. Por un segundo creí que Pablo ya había salido y leería la comprometedora conversación con Bill, pero me equivoqué. Quien en realidad me mira, es Eduardo, del otro lado de la banqueta.

De inmediato dejo mi postura de bastón mal encorvado y me enderezo, sintiéndome incómoda. Vuelvo a mirar dentro de la escuela para ver a Pablo, pero nada, su cuerpo todavía no hace acto de presencia en mi radar. Así que giro mis ojos hacia el chico matemático, que al ver que lo he descubierto, se deslinda de sus miradas y las dirige hacia un árbol que hay por ahí. Ahora soy yo quien intenta descifrar el por qué de su inspección hacía mí, y cuando él cree que ya he dejado de mirarlo, vuelve a poner sus ojos en mi pañoleta roja. Nuestras miradas se conectan en una, haciéndome parpadear cuando veo a un chico de complexión grande atravesarse en mi campo de visión, y consigo, a Pablo.

—¿A quién estás viendo? —me pregunta, asustándome.

—A los gemelos —le suelto por instinto. Él frunce el ceño, volteando a sus espaldas.

—¿Los gemelos? —. Me toma de la mano para ir a la avenida.

—Sí, ¿no te conté que un compañero mío tiene un hermano gemelo?

—No, no me habías dicho.

Estamos por pasar delante de Eduardo, y del que parece ser ese gemelo que me presumió hace una semana. Él es un poco más robusto que él, con el cabello largo y moreno. Eduardo, por otra parte, es delgado, alto, con el cabello corto y algo pálido. Pero los ojos de estos dos, son idénticos.

—Ah, pues son ellos. Míralos con disimulo.

Pablo voltea discretamente para observar a Eduardo, y el mismo, al ver que mi novio ha volteado a verlo, lo hace también. Ambos están observándose, ambos están interactuando de alguna forma.

Sin saber, que la chica que está entre los dos, los hará odiarse tanto, que ni siquiera querrán estar conectados por una mirada.

💚💜Datos curiosos💜💚

1- Lena y Bill se llaman "Agente y Licenciada" por una vieja charla qué tuvieron en los inicios de su amistad.

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