C U A R E N T A Y S I E T E

2 1 0
                                    

3 de junio del 2022

💚✨¿De qué estás hablando? ✨💚

En la secundaria, las horas libres eran la entrada al paraíso; recuerdo que duraba esos cincuenta minutos charlando con Amy y con Ericka sobre todo, jamás nos aburríamos. Una hora en esos tiempos eran unas vacaciones a la playa, envueltas en risas cardíacas y chismes muy profundos.

Hoy en día, cada que tengo una clase libre, es igual a la tortura.

Vania y Val se van con sus amigos, y yo, sin hablarle a un alma, me quedo como la niña rara que siempre está sola en un rincón del salón, comiéndose el lunch con las dos manos y observando a su alrededor, como si temiera a un balonazo.

Todavía no me acostumbro a mi soledad involuntaria, pues desde pequeña, siempre había sido muy querida en mi grupo; incluso, recuerdo que en la primaria me identificaban por ser la niña que siempre estaba feliz y era amable con todos. En la secundaria, aunque surgieron los percances del bullying un año después del primer grado, tuve a las incondicionales mosqueteras. Ahora, soy solo los pedazos de una Lena alegre y simpática, disfrazando su solitario espíritu con prendas coloridas y extravagantes, que al igual que todo su ser, pasaban desapercibidas.

Esta mañana tengo dos temidas horas libres, en las que ni Bill, ni Pablo, están disponibles para charlar. Desde que me enteré anoche sobre estas dos horas en el silencio, planee traer mi diario para hacerle unos dibujos en lo que Pablo saliera de su salón, así que me encuentro algo emocionada porque no me la pasaré metida en mi celular viendo las mismas noticias en Facebook.

Desde que termina la primera clase, voy a buscar a Pablo a su edificio. Lo espero recargada en las rejas de hierro que rodean un pequeño jardín, tomando mi leche de chocolate. Apenas escucho su voz jugueteando con sus amigos detrás de mí, me volteo para encontrarme con él.

Viene sonriendo, dando manotazos al aire; nunca lo había visto tan alegre. Sin embargo, esa sonrisa desaparece de su rostro una vez me encuentra esperándolo. Las curvas de sus labios se alinean en una perfecta raya horizontal, levanta las cejas y se despide con fastidio de sus amigos, yendo a mi lado.

—¿Qué hay? —me dice, queriendo cambiar su mueca de desagrado.

—¿No me pediste que te esperara? —le pregunto con algo de enojo, yéndome a sentar a una jardinera cercana.

—Sí, lo siento —. Se sienta a mi lado, sacando su desayuno—. ¿Trajiste tu diario?

Le respondo al sacarlo de mi mochila. Mi rostro es lo más lejano a uno alegre, pues no sé si decirle que me he dado cuenta de su actitud al verme, o quedarme callada porque tal vez estoy exagerando. Mientras vemos los dibujos de mi diario, en las hojas coloridas por las acuarelas, se plasma lo que ha sido su supuesto cambio desde que decidimos regresar:

—¿No vas a decirme nada de cómo me veo? —le pregunté, dando una vuelta enfrente de sus ojos—. El otro día también traje este atuendo, y dijiste que gustó.

—¿Pues qué más quieres que te diga? Te ves bien, eso ya lo sabes.

—Pensé que volverías a decirme algo bonito.

—Que no te lo diga, no significa que no lo piense.

—¿Este lo hiciste con pasteles o con gises? —su pregunta me regresa al momento, parpadeando con algo de pesadez.

—Clean... —lo llamo, cerrando mi libreta de dibujos—. No quiero sonar dramática, ni tampoco exagerada, pero te noto algo extraño desde que volvimos. La semana pasada me dijiste que cualquier chico podría enamorarse de mí, y ayer te portaste algo distante cuando te pregunté cómo me veía.

Al expresar mi disgusto lo hago lo más cuidadosa posible, no quiero sonar como una señora neurótica. Mi tono de voz, pacífico y con ternura, quiere acariciar al monstruo de la rabia que Pablo tiene en algunas ocasiones, y con mucho miedo, espero una respuesta de su parte.

—¿Cómo que raro? —pregunta, desentendiéndose del problema.

—Es que siempre te has comportado así. Cuando íbamos en la secundaria, un día estabas enamorado de mí, y al otro, era solo una amiga. Parece que tu carácter no ha cambiado nada —, río un poco para no hacerle creer que le estoy reclamando—. Me gustaría que fueras más cariñoso, te lo he pedido muchas veces. Sé que te cuesta trabajo, pero puedes hacer un intento...

—Le, yo te demuestro mi amor a mi manera —. Me acaricia el mentón—. Perdón si no cumplo tus expectativas.

—No, no me refiero a eso. Solo me gustaría que me dijeras más seguido que te parezco bonita, o que no pongas la cara de disgusto que pusiste hace rato al verme —. Me roba un poco de mi leche de chocolate, negando con la cabeza.

—Yo sí te digo que te ves bonita, no sé de qué estás hablando —. Trago saliva con pesadez, dudando de mis angustias—. Perdón si no lo digo más seguido. Lo haré más.

Con algo de incertidumbre, me deja fuera de mi salón, donde no hay nadie por ser hora libre. Él se despide como si nada, dándome un beso para demostrarme que no hay nada de mal en él, pero en mí, hay tantísimas dudas.

¿Y si él tiene razón? ¿Será que le estoy pidiendo amor de más? Seguramente, como yo tengo tan poquito amor propio, le estoy exigiendo que me de el cariño que yo no me tengo. Pablo no puede cargar con una chica que apenas está aprendiendo a amarse, pero... No creo que pueda lograr amarme y amarlo al mismo tiempo.

¿Qué he de hacer? Es la primera vez que no me siento capaz de sostener una relación con Pablo. Las cosas ya no se sienten como antes, no tengo motivos para mantenerla más allá del amor que le tengo, pero no hay motivos personales que me hagan avanzar a su lado. Se supone que una relación te construye, te anima a seguir, y Pablo no me detiene del todo, mas cuando estoy con él, me siento apagada.

Ya no hay esa chispa. Ya no hay una razón para luchar. ¿Y si me voy? ¿Y si me equivoco? ¿Y si soy yo la que está mal?

¿Soy mala persona por sentir que a su lado ya no estoy creciendo?

💚💜Datos curiosos💚💜

1- Si tengo oportunidad, les pondré algunas paginas especiales del diario de Lena. Tiene dibujitos y caligrafía.

2- El cumplido se lo había dicho en la semana que no eran novios. Ahora, cundo ya lo eran otra vez, resulta que no le dice nada ¿coincidencia?

3- Ese mismo día ella iba intentar hablar con Ellie, peor al verla con Eduardo y con Marlene, mejor desistió.

MoonCat IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora