8 de junio del 2022 (Parte II)
💚✨¿Me puedo sentar contigo? ✨💚
La sorpresa de Ellie es evidente en su rostro, pero no parece juzgarme. Luego de soltar la bala, me cubro la boca con tanta culpa que parece que no puedo decirle más, aunque su sonrisa me convence de quitar el candado de mi corazón.
—¿Has hablado con él?
—Muy pocas veces, es algo... Hostil —le cuento, retomando nuestra caminata.
—Es algo complicado de entender. Parece una ecuación matemática —comenta con una risita, mirando sus Converse siendo ensuciado por los charcos de lluvia—. Pero es un buen chico, seguro si lo tratas más...
—No, no, no creo —niego de inmediato. Ella baja las cejas todavía con su sonrisa, intentado comprederme—. Acabo de terminar con Pablo, tengo que sanar y esas cosas.
—Sí, en esto tienes razón —. Y juntas, nos vamos a clase de Química.
(...)
La confesión con Ellie me vino muy mal. No he dejado de morderme las uñas, pues he aceptado lo que la culpa no me permitía contárselo ni a la almohada. Estuve evitando a Eduardo la mayoría del tiempo, manteniendo mi cordura a salvo.
—Sola, otra vez sola —canturreo con mi cuaderno en el brazo y la mochila puesta, esperando a que la bola de caballos, digo, compañeros de clase, dejen libre el paso para bajar las escaleras—. Sola, sin tentaciones...
Cuando la gente comienza a aglomerarse, de nuevo, la respiración se me corta. Hay tantísimos muchachos esperando por bajar, que he perdido de vista a Ellie que se ha adelantado junto con Marlene...
Oh oh, eso quiere decir que Eduardo está solo.
Como si Eduardo fuera un asaltante peligroso, comienzo a buscarlo para no toparme con él. Y justo cuando giro mi rostro por tercera vez a la derecha, choco con su sudadera negra de lana, lo que me hace cerrar los ojos de golpe.
Bueno, solo se me hace guapo. Tampoco me tiene que gustar ya. Pablo acaba de terminar conmigo, no puedo fijarme en otro muchacho. Tal vez, solo sea un buen amigo, así podría llevarme mejor con el grupo de Ellie.
—¡Hola! —saludo a la tentación, que se sorprende ante mi amabilidad—. ¿Ter-terminaste la tarea de his-historia?
Perfecto, un tartamudeo más y pareciera que estamos estúpidas.
—No, de hecho, la estaba haciendo hace un rato —me contesta de la misma forma en la que le he preguntado. La aglomeración poco a poco se disuelve, quedando las escaleras para nosotros dos—. ¿Y tú?
—Sí, incluso se la pasé a Ellie —comento, siguiéndole el paso—. ¿Quieres que te ayude a terminarla?
—Yo puedo, Lena —. Me sonríe—. Mejor dime, ¿qué te parecieron las películas?
—Nunca veo las películas de ese profesor —le confieso, algo miedosa por lo que llegue a pensar. Sin embargo, él vuelve a sonreír con travesura, sin separase de mí.
—Yo sí las veo. De hecho, la última que dejó...
El tiempo se vuelve una hermosa serie de televisión entretenida. Eduardo habla, habla y habla, y apenas tengo oídos para comprender todo lo que me dice. Cuenta sobre las películas, después sobre algunos disgustos por las materias, y al final, sobre lo cuánto que aborrece al profesor de Historia.
Estamos fuera del salón en donde se imparte la materia, siendo en el primer piso del edificio C. Las misma hojitas resbalosas caen sobre mi cabello conforme escucho a Eduardo hablar, y cuando el profesor llega, sé que mi momento sociable con un chico a terminado.
Él entra primero que yo, sentándose en la primera banca de enfrente. Yo estoy por avanzar hasta una más atrás, pero mis botas se han adherido bien al suelo, cuestionándome:¿Y si...?
—¿Me puedo sentar contigo? —le pregunto, arrepintiéndome al instante al pensar que estoy siendo muy invasiva. Pero, Eduardo, quita su mochila de la silla que siempre se mantiene desocupads en su lugar, muy alegre—. Creí que te gustaba estar solo, como nunca te sientas con alguien...
Ay, creo que soné algo grosera. Es que no puedo ser demasiado amigable con él, porque se podría malinterpretar.
—Me gusta estar solo, pero realmente solo estoy esperando a que alguien se siente conmigo.
Su respuesta me enternece, sintiéndome peor al creer que lo he hecho sentir mal. Me quedo callada por algunos minutos, esperando que el grupo entero termine de entrar.
Una vez la clase comienza, los párpados se me hacen tan pesados que en cuanto se cierren, tendrán que abrírmelos con pinzas.¿Cuándo será su cumpleaños? ¿Qué música le gustará? ¿Cuál será su color favorito?
Aquellas tres preguntas me quitaron el sueño que la voz del profesor me había dado. Y todas ellas, fueron respondidas mediante un papelito escrito en mi cuaderno. Eduardo responde cada una de mis preguntas a mano, y después de la entrevista, empezamos a jugar gato. Él es muy bueno, tanto que no me ha dejado ganar ni una sola vez.
—¡Es la once, la once! —susurro enojada al ver que me ha ganado por once veces seguidas.
—Sigo con el resumen, chicos, guarden silencio —nos regaña el profesor, aunque hacemos caso omiso—. La república Dominicana, entonces...
—¡Eres un tramposo! —vuelvo a susurrar, regresando mi vista al resumen que el profesor suele dictar en cada clase, pero por andar jugando, me he perdido de varias líneas.
Como Eduardo sí ha anotado todo, se me hace fácil acercarme a su libreta para copiar lo que me hace falta, así que con algo de discreción posicionó mis ojos sobre las hojas desgastadas, leyendo las oraciones.
Mi flequillo largo abarca todo mi rostro, impidiéndome la vista. Justo estoy por recogerlo detrás de la oreja, cuando unos delicados dedos hacen el trabajo por mí; Eduardo, acomoda mi flequillo pelirrojo, siendo tan apacible como una lluvia en un pronto verano. Su tacto es tan suave y cauteloso, que me revuelve hasta las entrañas que no sabía que podían revolverse.
—Gracias —digo con la respiración pausada, volviendo a mi cuaderno.
¿Por qué hizo eso? ¿Por qué mis mejillas están ardiendo así? ¿Por qué no dejo de temblar?
(...)
—¡Ese también es mi chiste favorito! —. Eduardo y yo carcajeamos saliendo de la clase, parloteando sobre un comediante famoso—. ¡Me lo sé de memoria!
—¡Yo también! Me lo tienes que decir mañana.
—¡Por supuesto...! —mi alevosía al hablarle termina al tener a Pablo delante de mí, esperando para irnos a casa. Le saludo de lejos, diciéndole que me espere un poquito—. Un gusto conocerte, me la pasé increíble.
—Para mí también ha sido un gusto conocerte, Le —. Eduardo, sin deberla ni temerla, me abraza delante de Pablo.
Siendo abrazada por otro chico que no eres tú, Clean.
💜💚Datos curiosos💜💚
1- El comediante del qué hablaban era Franco Escamilla. Algo funado ahora, pero en sus tiempos era genial.
2- Estos son los únicos capítulos recién salidos del horno, por si ven algunas fallas qué no pude corregir ya que salieron tal cual lo estoy escribiendo.
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MoonCat II
Teen Fiction💚💜SEGUNDA PARTE DE MOONCAT💚💜 Las dos semanas de vacaciones más extensas de la historia. El año en el que todo se detuvo, el año en el que el desastre comenzó: 2020 Después de que Lena y Pablo afrontaran los diversos retos para poder estar juntos...