10.

151 39 3
                                    

Al bajar del auto, Jimin fue recibido de lleno por un frío cortante que lo obligó a cruzar los brazos sobre su torso en un intento de retener cualquier calor que aún quedara en su cuerpo. No esperaba que el clima fuera tan despiadado; su ropa, una camiseta delgada y sin mangas, apenas servía de barrera contra el viento helado. Se la habían dado en el hospital, donde parecían asumir que la calefacción interna compensaría la crudeza de la noche exterior.

Miró hacia Jungkook, buscando algún indicio de seguridad o una señal de que él supiera a dónde iban. Sin decir nada, Jungkook lo observó un momento, frunciendo el ceño al notar lo poco abrigado que estaba Jimin.

— Por Dios, ni un stripper lleva tan poca ropa. — Murmuró, soltando un suspiro antes de quitarse su chaqueta y envolverla alrededor de los hombros de Jimin sin vacilar.

Alzó la vista, sorprendido, y observó la figura de Jungkook, ahora con sólo una camisa ceñida que dejaba ver la musculatura bien definida de su torso. Había algo tranquilizador en él, una especie de fortaleza que iba más allá de lo físico. Con un gesto firme, Jungkook pasó un brazo alrededor de sus hombros, acercándolo de manera protectora para compartir algo de su calor. La diferencia entre sus cuerpos se notaba: mientras Jimin era de complexión frágil, Jungkook había moldeado cada uno de sus músculos con disciplina, forjándose en la dureza de su entorno, para liderar y proteger.

— ¿A dónde vamos? — Preguntó Jimin, sintiendo un leve temblor en su voz.

Jungkook exhaló suavemente y negó con la cabeza, sus ojos perdidos en algún punto indeterminado del camino.

— No lo sé. Quizás al sur, lejos de cualquier rastro de civilización. — Respondió, su voz tan baja como un susurro en la brisa nocturna —. Siento que tendremos que ir lejos si queremos un poco de paz.

Jimin soltó un suspiro resignado, pero al mismo tiempo encontró cierto consuelo en la presencia inquebrantable de Jungkook.

Jungkook avanzaba con pasos seguros, guiando a Jimin por el sendero oscuro del bosque. En cada recodo le advertía de cualquier obstáculo en el camino, fuera una roca medio enterrada o una raíz sobresaliendo. Jimin caminaba torpe detrás, incapaz de ver bien entre tanta penumbra; sus ojos aún no se acostumbraban a la oscuridad. No entendía cómo Jungkook podía saber exactamente dónde pisar, cómo evitaba cada trampa natural con tal precisión. Tal vez, pensó, era un don, una habilidad que lo elevaba por encima de los demás, como si poseyera una sabiduría fuera del alcance de los mortales.

Mientras avanzaban, en su mente resonaban las palabras del proverbio: “Probada es toda palabra de Dios; Él es escudo para los que en Él se refugian”. Al lado de Jungkook, Jimin se sentía protegido, a salvo. Recordaba las innumerables veces que había rezado, pidiendo ser liberado de todo lo que lo aprisionaba, de aquella vida que lo asfixiaba. Por mucho tiempo había deseado que alguien apareciera para cuidarlo, que lo guiara hacia un mundo que sólo conocía por rumores, el lado rico del muro, aquel del que todos hablaban, pero al que nadie podía acceder fácilmente.

— ¿Cómo puedes ver todo en la oscuridad? — Susurró. La quietud del bosque le infundía una desconfianza irracional; sentía que los árboles mismos los espiaban, aunque sabía que estaban solos.

— Cuando tenía doce años, me entrenaron un mes en completa oscuridad. — Contestó Jungkook, sin detenerse —. Me lanzaron a un campo que simulaba una zona de guerra y tuve que aprender a sobrevivir así. Vengo de una genética guerrera, ¿no lo crees?

Jimin asintió con una expresión casi reverente, lo que sorprendió un poco a Jungkook. Rara vez lo veía comportarse con tanta docilidad. Incluso aceptó la chaqueta que le ofreció sin rechistar. Aunque le intrigaba, Jungkook prefirió no hacer comentarios; se limitó a sonreír, guardándose las preguntas para después.

HECATOMBE 神 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora