Epílogo.

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Los bosques de Gerst eran lo más cercano a un paraíso en la tierra. Llegar hasta ellos no solamente era arriesgado, sino que requería ser alguien de relevancia para poder optar por un espacio en ese lugar. No bastaba con desearlo; hacía falta conocer las indicaciones correctas para llegar de forma segura.

Protegido por su propia naturaleza, aquel lugar exigía una precaución extrema. La vida allí era austera, con la tecnología reducida a lo esencial y la comunicación, casi nula. Los residentes dependían de aves robóticas para enviar cartas, ya que cualquier otra forma de contacto con las grandes ciudades estaba fuera de su alcance. Adaptarse a ese tipo de vida no era fácil, pero con el tiempo se volvía una realidad irremediable.

Park Jimin y Jeon Jungkook fueron elegidos para habitar una pequeña cabaña en las montañas, encargándose del cuidado de plantas raras y de pequeños animales en peligro de extinción. Un trabajo que no sólo requería dedicación, sino también una enorme paciencia para entender las necesidades de cada especie.

El motivo por el cual tanto ricos como pobres aceptaban que solo algunos tuvieran acceso a ese punto aislado era simple: se creía que el lugar no existía realmente. La mayoría pensaba que quienes intentaban encontrarlo simplemente caían al océano, perdiéndose para siempre, incapaces de hallar el camino.

Jimin disfrutaba de una tranquilidad rara en comparación con otros lugares. Su vida se desarrollaba en un ambiente pacífico, rodeado por vecinos que, aunque extraños, no dejaban de ser peculiares. Edmond Pierrat, taciturno y melancólico, pasaba sus días tocando un viejo piano, cuyas teclas ya se habían gastado con el paso del tiempo. Kim Dongyul y Kim Dujin, los hermanos de distinta familia, vivían cerca y compartían poco más que la obligación de ser una presencia constante, aunque distantes en la práctica. Jongo, el solitario escritor, se dedicaba a escribir cartas que nunca enviaba, dirigidas a Romolo Pasco, mientras se encargaba de insectos en su diminuta y ordenada casa.

Por razones evidentes, Edmond Pierrat y Kim Dujin nunca estarían en buenos términos amorosos, y eso no sólo era comprensible, sino que también estaba bien. Jungkook le comentó a Jimin que, por más que una persona pudiera ser amable y respetuosa con alguien que le gustara, los sentimientos no eran algo que pudiera controlarse. Nadie tenía el poder de mandar sobre ellos, y obligar a alguien a amar era un error. Lo peor que se podía hacer era estar con alguien por lástima. Por eso, la decisión de Edmond y Dujin de mantener su relación en términos de amistad era, en su opinión, la más acertada.

Gracias a las cartas de Romolo, pudieron mantenerse al tanto de lo que sucedía en el exterior. Romolo, sabiéndose observador, solía hacer hincapié en los eventos que ocurrían fuera de las montañas, con la certeza de que los demás sentirían curiosidad por la vida de aquellos que había conocido en su camino.

En una de esas cartas, Romolo les relató que el grupo en el que se encontraba Terje Schau y Joon-ho había sido trasladado a nuevas instalaciones del gobierno. Según sus palabras, Joon-ho había comenzado a asistir a terapia después de la trágica muerte de su novia en el templo Keru. Romolo describía a Joon-ho como alguien abatido, que apenas comía y que pasaba las noches en vela, reviviendo una y otra vez la última llamada que había recibido de ella.

Por otro lado, Terje Schau se mantenía calmado, sin mostrar signos de tensión. Romolo mencionó que se le había ofrecido continuar con el mismo trabajo que tenía antes, y que desempeñaría el rol de agente especial durante el tiempo que fuera necesario. Estaba bajo la protección del gobierno y, por lo que entendía Romolo, parecía estar tranquilo trabajando al lado de Dragomir Kovács.

Gyosik obtuvo la misma posición que Terje, y aunque sus pasados eran similares, ambos se adaptaron rápidamente al nuevo mundo que se había creado bajo el gobierno del presidente electo, quien había sido elegido por la gran mayoría de pobres y ricos. Por primera vez, alguien de la clase favorecida había logrado integrar a aquellos que vivían al margen, y eso permitió que Gyosik y Terje pudieran hallar su lugar sin mayores dificultades. El entorno, aunque distinto a lo que habían conocido antes, no les presentó barreras insuperables; más bien, lo vieron como una oportunidad para comenzar de nuevo, en un sistema que por fin parecía estar dispuesto a darles una oportunidad real.

HECATOMBE 神 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora