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Antatris era el lugar más sombrío que Jimin había visto jamás. La atmósfera opresiva parecía cargar el aire con una sensación de inquietud constante. Los árboles, altos y frondosos, destacaban por su forma extraña. Su follaje no se parecía al de cualquier bosque común; en lugar de hojas, las ramas estaban cubiertas por una especie de red, algo que recordaba a telas de araña, finas y tensas, que Jimin temía que en cualquier momento pudieran soltarse y caer sobre el vehículo, trayendo consigo insectos extraños y peligrosos.

Su mente ya comenzaba a imaginar criaturas salvajes, bestias gigantes que se ocultaban en las sombras del bosque. Un escalofrío recorrió su cuerpo.

En toda su vida, sólo había conocido a los cuervos que se alimentaban de los cuerpos de los muertos en su vecindario. También recordaba a los perros que solían acompañarlo cuando era pequeño, a los cuales alimentaba, pero fuera de esos seres ordinarios, su conocimiento de la fauna era nulo. Todo lo que sabía lo había imaginado, y en su cabeza, los animales eran criaturas gigantescas, aterradoras, con dientes como cuchillas y ojos oscuros como el petróleo. Nunca tuvo acceso a libros sobre la historia del mundo. En su lado del muro, los animales eran más mitos que realidad.

— ¿Cómo son los tiburones? — Preguntó, su tono un poco más relajado, como si ahora buscara respuestas más prácticas que alimentaran sus temores.

Jungkook lo miró, en silencio por un momento, antes de responder con su característico tono despreocupado.

— Son como peces gigantes con dientes afilados. No son nada del otro mundo.

Jimin nunca había tenido la oportunidad de ver peces en persona. La única vez que probó atún en su vida fue de una lata, y terminó enfermo durante un mes entero. Siempre recibía alimentos caducados, y nunca había probado algo realmente sabroso, salvo las pocas veces que se alimentó en el hospital, donde al menos podía contar con algo decente.

— ¿Cómo son los peces? — Preguntó, sintiendo lo ridículo que sonaba.

— Uhm, tal vez sea mejor dejarlo así.

Mientras avanzaban, Jimin alcanzó a ver a lo lejos dos siluetas junto al camino. Al principio no pudo distinguir si eran hombres o mujeres, pero parecía que estaban atrapados en una discusión acalorada. Jungkook también se dio cuenta de ellos, y su rostro pasó de la expresión impasible a una de sorpresa, frenando un poco para detenerse frente a los desconocidos.

Conforme se acercaban, Jimin pudo notar más detalles. Los dos hombres estaban tan concentrados en su discusión que no parecían haber notado su presencia. Uno de ellos, sin embargo, captó su atención de inmediato: se veía igual que Jungkook, pero con una motocicleta a su lado. Llevaba una cinta roja en el brazo y, de alguna manera, emanaba una presencia que no se podía ignorar. Era increíblemente atractivo, con una belleza que bien podría haberle pertenecido a alguien del lado privilegiado del muro. Cualquier persona hubiera estado dispuesta a dejarlo todo por algo tan fascinante. Jimin, aunque lo sabía, no pudo evitar admitir que el chico era un encanto.

El otro joven era bastante alto, aunque muy delgado, pero su presencia no pasaba desapercibida. Llevaba puesta ropa que claramente no era común, de una calidad evidente en el corte y los detalles, y su rostro, aunque frágil, irradiaba una belleza tan feroz como la del otro chico. Quizá fue la intensidad de las luces del vehículo lo que hizo que su expresión cambiara de repente, pero por un momento pareció totalmente aterrorizado, como un gato al borde de un ataque, paralizado en su lugar.

Jungkook detuvo el coche de golpe, y antes de que pudiera siquiera cerrar la puerta, Jimin lo siguió de cerca, curioso. En lugar de sentirse intimidado por la escena, sentía una necesidad urgente de entender lo que estaba pasando con aquellos dos.

HECATOMBE 神 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora