Edmond Pierrat carecía de amigos, y eso lo rodeaba de una soledad que, aunque a veces lograba ignorar, nunca desaparecía del todo.
Su madre, una figura famosa en el mundo de la moda, le proveía los atuendos más exclusivos, siempre impecable con prendas seleccionadas por su estilista personal, que vivía casi como un miembro más de la familia en la gran casa. Pero, por alguna razón, esos lujos no lograban atraer la atención de los chicos de su edad.
Tal vez Edmond era un misterio difícil de descifrar o tal vez su aire de distanciamiento —producto más de la timidez que de la arrogancia— ahuyentaba a aquellos que podrían haberse interesado. En cualquier caso, a sus 15 años, los amigos seguían siendo para él un concepto abstracto, algo inalcanzable a pesar de haber seguido una y otra vez los consejos de motivadores profesionales que se esforzaban en explicar cómo entablar relaciones con los demás. Nada parecía funcionar.
Había encontrado un refugio en el piano, su único confidente en aquella mansión enorme y, a veces, asfixiante. Cada tarde, después de los deberes y de los compromisos sociales que su madre le imponía, Edmond se sentaba frente a las teclas y permitía que sus dedos interpretaran melodías suaves, llenas de nostalgia, que llenaban el aire de la casa.
Los visitantes solían detenerse unos momentos para escuchar, sorprendidos por la habilidad del joven, y la empleada que pasaba cerca a veces se paraba en la puerta para regalarle una mirada de aprobación, como si ese simple gesto le diera a Edmond el impulso necesario para seguir tocando. Aquellos momentos le daban una paz tan difícil de hallar en otros aspectos de su vida.
Era en los eventos organizados por su madre, en las noches de fiesta y glamour, cuando Edmond podía compartir su música con otros, aunque casi siempre sólo los trabajadores mostraban verdadero interés. La gente de la alta sociedad, aquellos invitados que parecían competir por quién llevaba la vestimenta más sofisticada, apenas notaba la presencia de Edmond y su música. Estaban demasiado inmersos en sus propias conversaciones y en la necesidad de aparentar ser lo mejor de la velada.
Una tarde, en uno de esos eventos, Edmond escuchó la voz de su joven guardaespaldas. Apenas un año mayor que él, el muchacho, encargado de su seguridad, le había confesado en alguna ocasión que preferiría estar en cualquier otro lugar. Edmond se sintió un poco ridículo bajo la custodia de alguien tan joven como él, pero en cierto modo, aquel guardaespaldas era lo más cercano que tenía a una compañía constante.
— Odio la comida de estas fiestas. — Murmuró el guardaespaldas, lanzando una mirada de desprecio a los pequeños bocados sobre la mesa —. No me llenan ni una tripa.
Edmond esbozó una sonrisa sutil, casi tímida. Había algo tranquilizador en esa queja tan sincera, que rompía con la formalidad del entorno. Miró de reojo al joven, quien se veía algo incómodo pero sin perder la seriedad de su trabajo.
— No te preocupes. — Le respondió Edmond en voz baja, como compartiendo un secreto—. Más tarde te prepararé un sándwich.
Para Edmond fue una revelación ver cómo el guardaespaldas tomaba asiento a su lado y, como nunca antes, le dedicaba una sonrisa genuina, tan cálida que casi lo desconcertó.
Había rumores de que Dujin estaba un poco desequilibrado, que su devoción a Dios lo llevaba a extremos insospechados; el rosario que colgaba de su cuello era una prueba tangible de ello. Sin embargo, el joven era conocido como uno de los soldados más letales y hábiles de la milicia, una figura intocable incluso con varios diagnósticos psiquiátricos a cuestas. Lo mismo podía decirse del chico prodigio Jeon Jungkook: ambos formaban parte de una generación de talentos excepcionales a quienes se les permitía cierta libertad de acción.
— Eres el mejor jefe que he tenido. — Dijo Dujin sin desviar la mirada, algo que Edmond notó con un asombro silencioso. Era de las pocas personas que lo miraban a los ojos con tanta franqueza.
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HECATOMBE 神 KOOKMIN
FanficLa religión tiene por padre a la miseria y por madre a la imaginación. ✨ Fanfic, distopía. ✨ Temas para gente madura. ✨ No acepto copias ni adaptaciones de ninguna de mis historias.