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Jungkook había aceptado la ayuda, aunque no sin antes notar la convicción con la que Jimin insistía en que Romolo era el ángel que había acudido en su auxilio. No podía culparlo; el cinta azul realmente parecía de otro mundo. Sin embargo, Jungkook no se dejaba llevar por lo evidente. Sabía que los ángeles, como cualquier otra figura celestial, podían esconder demonios detrás de su apariencia atractiva, algo que siempre había tenido claro.

La noche había caído con fuerza, y ambos se prepararon para dormir juntos. Afuera, una tormenta rugía con furia, y los vidrios del edificio, aunque reforzados para resistir cualquier golpe, temblaban con cada estruendo cercano de los rayos. El ex joven mandamás dejó que su mano descansara sobre la frialdad del cristal, observando la vasta ciudad que se extendía bajo sus pies. Desde ese punto, las luces de la urbe parecían infinitas, nunca llegaba a apagarse por completo. En las grandes ciudades, el día nunca se iba por completo; siempre había algo que mantenía la oscuridad a raya, las aves mismas nunca podrían acostumbrarse a la constante artificialidad de esa vida.

— ¿Te sientes seguro durmiendo a unos metros de Romolo? — Preguntó Jungkook, girando la cabeza para mirar a Jimin. Él seguía preparando la cama, entretenido por la suavidad de las almohadas. Era la primera vez que dormía en un lugar tan elegante, y la emoción brillaba en su rostro.

— Por supuesto, él es como imagino que sería un ángel…

— Los ángeles adaptan su apariencia para no causar temor. Los serafines, que son los más cercanos a Dios, ni siquiera tienen una forma humana. Son como una bola de fuego, y lo único que podrías ver serían rostros rodeados de seis alas. Además, los ángeles caídos son los conocidos demonios, y la Biblia lo menciona en…

— Amo cuando hablas mucho, porque sé que te apasiona compartir tu conocimiento. En eso te pareces al cinta azul. Pero entiendo lo que también estás diciendo, lo de su aura poderosa. Es atractivo, sí, pero da miedo. Es ese tipo de atractivo. Podría aparecer de la nada, decirnos “no temáis” o algo así, y aun así me orinaría encima, sin importar lo guapo que sea. Porque en el fondo, intimida. Más que tú, lo que me sorprende, pero no me aterra.

Jungkook asintió con la cabeza, comprendiendo lo que Jimin quería decir. Sabía que Romolo tenía ese poder sobre las personas: siempre provocaba reacciones extremas, ya fuera odio o admiración. Nunca pasaba desapercibido, siempre dejaba huella.

Agradecía que Dujin aún le guardara rencor por el golpe en la puerta, porque así no tendría que pasar la noche vigilándolo, escuchando una y otra vez las mismas historias de sus viajes y consejos sobre la vida. Los dos dormitorios disponibles eran su suerte, pues, siendo la pareja oficial del grupo, les correspondía dormir apartados del resto. Sin embargo, Jungkook sabía que en la habitación llena de personas cercanas a Dujin, nadie abriría la boca. La competencia, silenciosa, pero palpable, mantenía a todos en su lugar. El único que parecía ajeno a esa tensión era Jongo, pero con el líder de un grupo de caníbales, la confianza nunca era segura.

— Romolo habla más que yo, es realmente desconcertante. Puedes preguntarle lo que sea y tiene una respuesta para ello. — Dijo Jungkook, con una sonrisa irónica al recordar las interminables conversaciones.

Mientras tanto, Jungkook comenzaba a desabrocharse la camisa, notando cómo Jimin se acomodaba en la cama bajo un montón de mantas cálidas. Sin embargo, al percatarse de lo que estaba haciendo, las mejillas del menor se tiñeron de rojo, y rápidamente apartó la mirada, dirigiéndola hacia la puerta para no sentirse tan avergonzado.

— ¿Dujin estará bien con él? — Preguntó Jimin, su voz cargada de duda.

Jungkook se detuvo por un momento, pensativo, antes de lanzar su camisa al suelo con un movimiento relajado. No pudo evitar notar la incomodidad de Jimin, quien no era capaz de mirarlo directamente.

HECATOMBE 神 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora