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Terje Schau era el loco más cuerdo que alguien podría llegar a conocer. Desde pequeño, fue entrenado por una sociedad secreta del gobierno, una organización que moldeó cada aspecto de su vida.

Era el orgullo de su familia, y su presencia siempre fue vista como un faro en medio de la oscuridad. A pesar de esto, nunca se le podía etiquetar de forma clara. No era ni el héroe ni el villano de su propia historia; se encontraba en un término medio, un hombre que se definía por su falta de definiciones. Nunca cometió un acto abiertamente malo, pero tampoco fue un ser de luz. La moralidad, para él, era un concepto tan volátil como la brisa. Tampoco encontraba satisfacción en los placeres convencionales de la vida, como el sexo o los matrimonios impuestos. En su lugar, estaba enamorado de sí mismo, y esa relación con su propia imagen era lo único que realmente le importaba.

Su trabajo, sin embargo, era de una naturaleza despiadada. Enfilado por el gobierno, se infiltraba en los grupos criminales más peligrosos de cada sector, ganándose su confianza como si fuera uno de ellos. Su habilidad para esconder sus intenciones y camuflarse como un miembro más de cada organización lo convertía en un espía impecable. Una vez dentro, obtenía información crucial y la entregaba a sus superiores, desmantelando sin piedad redes criminales enteras. No era bienvenido en las cárceles de los alrededores, un rostro conocido por aquellos que habían sido atrapados por su estrategia y por la eficacia con la que había desbaratado varios de los grupos forajidos más notorios.

Pero todo cambió cuando la organización Typhon, una de las más peligrosas con las que había jugado, descubrió su entramado de mentiras antes de que pudiera concluir su última misión.

En una noche fría y silenciosa, decidieron hacerle pagar por sus traiciones. Sabían que esa noche él no estaría en casa, y aprovecharon la oportunidad para saquear sus pertenencias más valiosas. Sin embargo, no se contentaron sólo con eso. Typhon, furioso por su engaño, asesinó a su familia de la manera más brutal. Uno a uno, degollaron a sus padres con un cuchillo afilado, dejando que la sangre se derramara lentamente, empapando las alfombras de la casa y ahogando los últimos alientos de vida. Todo lo que Terje había conocido y amado fue destruido en un abrir y cerrar de ojos, la venganza de aquellos que había traicionado siendo tan fría y calculada como la misión que él mismo realizaba cada día.

Terje quedó completamente solo en el mundo, una soledad que lo arrastró a una decisión radical: alejarse de cualquier persona que mostrara aunque fuera el mínimo interés por él. No era por ser un hombre gruñón o antisocial, sino por una simple y dolorosa certeza: quienquiera que permaneciera a su lado moriría. Esa verdad lo golpeaba con la fuerza de un destino inevitable.

Cuando decidió dejar su cargo, la sociedad lo consideró un loco. Sabía demasiado, y la gente del poder no perdona a quienes conocen demasiado. La única manera de protegerse era hacer lo que todos esperaban de él: encerrarse en un centro psiquiátrico y hacerse pasar por un hombre trastornado. Nadie se detuvo a pensar en cómo el hijo educado de la familia Schau había llegado a ese punto. La respuesta parecía obvia: la repentina muerte de su familia había sido un golpe devastador. Ante una tragedia como esa, ¿quién no perdería la razón?

“Se supone que estás loco, así que haz bien tu papel,” le dijo Gyosik. Era la única persona que Terje podría haber considerado su amigo, aunque esa palabra parecía demasiado grande para lo que quedaba de su relación. Habían compartido demasiadas experiencias en el servicio secreto, historias que sólo ellos entendían. Ahora, ambos abandonaban el centro psiquiátrico en medio de una alarma nacional, convocada por el presidente. La gente del lado empobrecido del muro estaba desatando un caos en las calles, una revolución violenta que ponía en peligro a toda la ciudad. Para sobrevivir a ese torbellino de rabia y destrucción, tendrían que abandonar la ciudad cuanto antes.

Gyosik era un curandero, alguien con un enorme conocimiento sobre diversos tipos de plantas y hierbas medicinales que curarían hasta el peor de los males. Había entrado al servicio secreto a pesar de no tener conocimientos militares, pero su sabiduría era necesaria. Vestía siempre camisetas con el logo de alguna banda realmente antigua y su cabello teñido de rubio sobresalía como una margarita en un campo de rosas. Respetaba a la tierra con su vida, era alguien libre que no seguía las leyes impuestas por los poderosos. Ayudó a Terje en todo momento, fue gracias a él que no se volvió del todo loco, lo sanó a través de consejos y remedios que le suministró en el centro psiquiátrico. No se trataba de ayudarlo a no volverse loco, sino que se trataba de ayudarlo a sanar su espíritu adolorido luego de haber perdido a toda su familia.

HECATOMBE 神 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora