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Valquirias, posiblemente las mujeres más fuertes que existían en el mundo. No cualquiera podía hacerse llamar a sí misma una valquiria, se debían cumplir ciertos requisitos que sólo un par logró alcanzar con un esfuerzo sobrehumano. No se trataba de ser bonitas, inteligentes y obedientes, se trataba de ser guerreras confiables con fuertes ideales que no cambiaran de la noche a la mañana; mujeres tan poco influenciables que su carácter para nada sumiso fuese comparable con el de una bestia.

El total de valquirias que existían con vida eran 13, todas repartidas en sectores importantes para proteger al presidente del mundo y su nuevo orden mundial. Cada una de ellas se encargaban de reclutar hombres que pudiesen ser útiles para los enfrentamientos futuros, eran las jefas así que, por lo tanto, nadie se atrevía a hablarles de igual a igual a menos se tratase de los genios de la nueva generación, tales como Jeon Jungkook o Kim Dujin. Los cinta azul, en cambio, les trataban como simples subordinados.

Entre todas las valquirias, sólo una destacaba por su indiferencia hacia la misión encomendada. Mientras sus compañeras esperaban el UTW, armadas de determinación y enfoque, ella permanecía apartada, sentada en el borde de una roca y mordisqueando una manzana con desgano. Sus ojos no estaban puestos en el horizonte ni en las amenazas que se cernían sobre su tarea, sino en el cielo, como si buscara algo más allá del alcance de las nubes.

— Voy a comprar. — Su voz cortó el silencio, lanzada al aire con más rutina que entusiasmo.

Ninguna de las otras valquirias respondió. Tal vez la ignoraron por costumbre, o quizá porque ya no esperaban nada diferente de Maxine. Sin más, ella se puso en pie, ajustó la capucha de su chaqueta sobre su cabello negro y ondulado, que caía en un caos ordenado y eficaz para ocultar su rostro.

Caminó por las calles abarrotadas de personas. De vez en cuando, sus ojos se desviaban hacia los escaparates de las tiendas, no tanto por curiosidad, sino por llenar el vacío del trayecto. El murmullo de las conversaciones, el tintineo de monedas, y el crujir del asfalto bajo sus botas componían el ruido de fondo que ella apenas notaba.

De repente, su andar se interrumpió con un golpe seco. Un pecho firme y musculoso detuvo su avance, y ella retrocedió un paso para alzar la vista. 

— Mira por dónde caminas, Max, no seas una tonta distraída. 

La voz profunda y familiar la sacudió como un rayo. Sus ojos, que normalmente reflejaban indiferencia y apatía, brillaron al encontrarse con dos irises azules que parecían capaces de desarmar cualquier barrera. Frente a ella estaba Dante Pasco, su esposo, cuya presencia no esperaba, pero reconocía al instante. 

— Dante… ¿qué haces aquí? Pensé que estabas… — Las palabras quedaron a medio camino entre la incredulidad y el alivio. 

—Sí, Maxine, sé lo que pensaste, pero he venido por ti. — La gravedad en su voz hizo que ella frunciera el ceño, aunque sus manos, casi temblorosas, parecían listas para sujetarlo como si pudiera desvanecerse en cualquier momento.

Dante la miró, y en sus ojos había una urgencia que se entrelazaba con algo más profundo, una preocupación difícil de disimular.

— No puedes volver con las demás valquirias. No es seguro estar con ellas.

Maxine quiso replicar, cuestionar qué era lo que él sabía y ella no. Pero había algo en la intensidad de su mirada, algo que le pedía, casi suplicante, que confiara en él, al menos por ahora.

— Te extrañé, idiota infeliz. — Respondió finalmente, dejando escapar una sonrisa torcida mientras alzaba un dedo para presionar el hoyuelo que se formaba en la mejilla de Dante.

Los labios de Dante se curvaron en una sonrisa y sus ojos se ablandaron al sentir el contacto de Maxine. Sin mediar palabra, la tomó de la mano y la condujo a través de la bulliciosa muchedumbre, sorteando a los compradores y vendedores ambulantes con práctica facilidad. Se metieron en un estrecho callejón y el ruido de la calle principal fue desapareciendo a medida que se adentraban en el sombrío pasadizo.

HECATOMBE 神 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora