Era la primera vez en su vida que Dujin se sentía completamente inútil. Los recuerdos de su etapa como novato se desvanecían frente a la brutal realidad que enfrentaba ahora.
En aquel entonces, era un niño intentando entrar en la milicia, sin la fuerza ni la experiencia para rivalizar con los hombres que ya llevaban años sobre el terreno, aquellos con cintas rojas en los brazos, símbolos de autoridad y poder. Pero ese momento, allí, en esa habitación, lo hizo sentir como ese niño tonto, débil, que apenas podía levantarse del suelo tras una caída. Era como si todo lo que había aprendido, todo lo que había jurado superar, regresara de golpe, golpeando su mente con la misma humillación que había prometido olvidar. Y, sin embargo, no entendía lo que ocurría. La rapidez de los eventos lo había dejado sin palabras y sin fuerzas para reaccionar.
Dujin había intentado levantarse con determinación, con la intención de abrir la puerta, de enfrentarse al intruso, de atacar antes de ser atacado. Pero ahora, allí en el suelo, con la cabeza descansando en el frío piso y el sabor metálico de la sangre recorriendo su labio partido, se sentía como la víctima. El peso de la situación se derrumbaba sobre él mientras veía a todos en la habitación, paralizados por la sorpresa. Era la atracción principal, aunque nunca había deseado serlo.
— Lamento interrumpir así, pero demonios, chicos, ¿me querían matar? ¿Qué demonios esperaban que hiciera? ¿Quieren que me ponga de rodillas frente a la maldita arma para que me volaran la cabeza? ¿Querían que me bajara los pantalones para que Jungkook tuviera una oportunidad de cortarme los testículos con esa katana suya? Por favor, algo de sentido común, ¿no?
Esa voz era imposible de ignorar. Profunda y algo rasposa, arrastrando un acento italiano que no dejaba lugar a dudas de su origen. Romolo Pasco. El cinta azul más peligroso y perturbador que había conocido la milicia. Nadie podía igualar su poder, su locura y su capacidad para manipular a las personas. Tenía bajo su mando a tantas almas que, si quisiera, podría derrocar al mismo presidente con la facilidad con la que aplastaba una hormiga. Era el ex jefe de Jungkook y Dujin, el único hombre capaz de acabar con ambos sin despeinarse.
— ¡Romolo, quítate de encima! — Dujin intentó levantarse, pero la rodilla del cinta azul presionó su espalda con una fuerza implacable, mientras tiraba de su cabello con brutalidad.
— Aprende modales, Dujin. — Romolo bromeó, soltándolo de golpe con una sonrisa burlona —. Salúdame, dame un besito, o por lo menos un abrazo, ¿eh?
Con un gesto despreciativo, Romolo se alejó un poco, observando a los otros con una mirada llena de diversión.
— Bueno, bueno, bueno… junta de prófugos, lo ponen demasiado fácil, bebés. Venir aquí fue lo más obvio que se les ocurrió. Estoy decepcionado de ti, Jungkook.
Jungkook apretó los dientes, sintiendo la presión de la situación, pero no podía permitir que su preocupación por Jimin se desbordara. Sin importar lo arriesgado que fuera, protegería a Jimin, sin dudarlo.
— ¿Tú te habrías entregado? — Preguntó Jungkook, su voz dura, mientras rodeaba a Jimin con su brazo, dejándole claro a Romolo que no dejaría que nadie lo tocara.
Romolo soltó una carcajada mientras caminaba alrededor de la habitación, su mirada afilada inspeccionando cada rincón con atención. Jimin, paralizado por la presencia de aquel hombre, se mantenía a la sombra del cuerpo de Jungkook, sus ojos fijos en Romolo.
Nunca había visto a una persona como él, tan imponente y, por encima de todo, tan indudablemente hermoso. No había palabras suficientes para describirlo. Su altura, su porte, su presencia lo elevaban a un nivel completamente distinto al de los demás. Sus ojos, dos fragmentos de cielo, uno tan azul como la cinta de su brazo, el otro verde, profundo, como la selva de las remotas tierras de Antatris. Las pecas en su rostro daban un toque de suavidad, contrastando con la dureza de su mirada. Su cabello largo, algo desordenado, caía en unos rizos sueltos que, lejos de restarle seriedad, sólo incrementaban su atractivo. Romolo no pertenecía a su mundo, su aura lo dejaba claro, y su forma de hablar lo hacía aún más evidente.
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HECATOMBE 神 KOOKMIN
FanfictionLa religión tiene por padre a la miseria y por madre a la imaginación. ✨ Fanfic, distopía. ✨ Temas para gente madura. ✨ No acepto copias ni adaptaciones de ninguna de mis historias.