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Todos se habían levantado, listos para esperar al grupo que Romolo había llamado en la madrugada. Jimin estaba inquieto, con los nervios a flor de piel, ya que tendría la oportunidad de ver a Terje. Lo consideraba un buen chico, quizás la única persona en la que había confiado de verdad en el centro psiquiátrico. Todo lo que había vivido con él parecía haber sido una mentira, y las traiciones le habían dejado cicatrices profundas, especialmente las de su propia familia. Esas heridas no se cerraban con facilidad, y esa sensación de desconfianza lo perseguía a cada paso.

El único que permanecía en completo silencio era Dujin. Se había sentado junto a Jongo, evitando tanto los codazos inoportunos de Dongyul como los comentarios cortantes de Edmond. Algo en la atmósfera había cambiado desde que Romolo había llegado. Era difícil identificar exactamente qué era, pero todos lo sentían. Todos, menos Romolo.

— ¿Qué ocurre, príncipe? — La voz de Romolo interrumpió el pesado silencio, mientras dejaba a un lado sus gafas, revelando el extraño color de sus ojos. Dongyul, quien compartía esa misma característica, lo miraba sorprendido. Había algo en la libertad con la que Romolo se comportaba que lo deslumbraba.

— Cállate.

Todos miraron a Dujin como si le hubiese crecido un tercer brazo. Era raro verlo tan reacio a cooperar, a participar en la conversación o, al menos, a mostrar un mínimo de disposición. Se notaba que algo no estaba bien. De alguna manera, su actitud revelaba que algo lo había trastornado: tal vez estaba furioso por haber sido derribado tan fácilmente, o quizás había algo más, algo que los demás no sabían, pero que estaba causando su irritación.

— Oh vamos, si sigues de mal humor, harás que todo el grupo se derrumbe. Deberíamos hablar en privado…

— Romolo, no.

El intercambio entre ambos era tan cargado de tensión que parecía una escena sacada de una película dramática. Jimin observaba en silencio, abrazando a Jungkook, deseando no volver a sentir jamás esa incomodidad en el aire. La sensación de opresión era tan palpable que anhelaba regresar a aquellos momentos de paz, aquellos en los que se tumbaba junto a Jungkook, escuchando la lluvia golpear suavemente el cristal de la ventana mientras descansaba sobre su torso desnudo. Esa calma le parecía un refugio imposible de alcanzar en ese instante.

— No digo que el silencio sea algo negativo. —Continuó Romolo, con un tono que intentaba ser tranquilo, casi filosófico —. Al contrario, el silencio es, para mí, una forma de comunicación. Es entender al otro, abrazarlo, dejarlo hablar y, sobre todo, escuchar. Pero sé que tienes algo que decir. Y nuestra misión ahora es escucharte para que todo fluya como debe ser.

— Siempre dices todo lo que uno quiere escuchar. — Dujin se golpeó la cabeza con la mano que no estaba lastimada, el gesto mostrando frustración y ansiedad. El peso de sus pensamientos lo estaba desbordando, y necesitaba encontrar algo de calma, algo que le permitiera respirar sin esa presión constante en su pecho —. Es molesto.

Dongyul observaba en silencio, sin entender realmente qué pasaba con Dujin. La frustración en su rostro era notoria, y no comprendía qué lo estaba alterando tanto o por qué parecía estar al borde de colapsar. Quería hacer algo para ayudar, aunque no sabía exactamente qué, y de alguna manera sentía que apartarlo de su propio torbellino de pensamientos podría darle algo de alivio. Justo cuando se acercaba para invitarlo a ir a la habitación, Romolo levantó una mano, deteniéndolo en seco. Fue entonces cuando el descendiente de italianos se acercó a Dujin, colocándole una mano en el hombro, y se inclinó hacia él, mirándolo directamente a los ojos.

— ¿Quieres un vaso de agua? — Preguntó Romolo con un tono tan suave y dulce que parecía más un susurro. Su voz tenía una calidez reconfortante, casi como la miel derritiéndose en la boca.

HECATOMBE 神 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora