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En la puerta de la habitación, todos los chicos que Romolo había amenazado se encontraban reunidos, formando un círculo tenso.

Con una carcajada, el italiano se dejó caer junto a Jongo, observando cómo el grupo se agrupaba exactamente como había planeado. Jimin permanecía al lado de Jungkook, con el rostro pálido, inseguro de si podían hacerle daño. Edmond, distante, se apartó del bullicio, cruzándose de brazos, mientras Dujin, fiel a su estilo, mostraba su habitual expresión de desdén, mirando a todos con una mezcla de desinterés e intimidación.

— Park Jimin, ¿No es emocionante conocer a la persona que se hizo pasar por esquizofrénica? —Murmuró Romolo, sus palabras saliendo con frialdad mientras observaba a Terje —. Pero las personas con esquizofrenia suelen ser sinceras. No hacen bobadas frente a las cámaras.

La acusación flotaba en el aire, el tono de Romolo cortante y directo. Jongo, sentado junto a él, no apartaba la vista de su líder, manteniéndose alerta, consciente de la tensión. Esperaba que en cualquier momento Romolo lo atacara por su posición como líder de los tiburones toro, pero lo único que recibía era indiferencia. Era como si, en su mundo, todo aquello careciera de importancia. Romolo era, sin duda, impredecible.

El grupo de chicos recién llegados se posicionó en un círculo justo frente a la puerta, su presencia imponente haciendo que el aire se volviera más denso. Jimin deseaba acercarse a Terje, deseaba llenarlo de preguntas, pero una sensación incómoda lo frenó. Sabía que la persona que había conocido podría ser completamente distinta de su verdadero yo, y esa idea lo hacía retroceder, manteniendo una distancia prudente. Las palabras de Romolo, sin duda, tampoco ayudaban a disipar su desconfianza.

— Tengo muchísimo sueño, así que vamos a hacerlo rápido. — Dijo Romolo, bostezando de forma dramática. Sus ojos reflejaban aburrimiento, y su tono de voz no hacía, sino aumentar la tensión en el ambiente — ¿Gyosik? Un nombre interesante, difícil de pronunciar.

Se mordió los labios y se apoyó en Jongo, quien lo acompañaba con una actitud igualmente despreocupada. Ambos eran de una estatura similar, formando una figura amenazante, casi imposible de ignorar. Jongo, a su lado, no dejaba de preguntarse cuándo Romolo lo atacaría. Estaba esperando el momento, como siempre.

— Ya te conocemos, Terje, no hace falta repetir tu nombre por millonésima vez en el día. — Continuó Romolo con una calma inquietante —. También tenemos a Nikola, Anton y Joon-ho. Bienvenidos, buenas tardes. Si no hacen lo que queremos, les daremos algo peor que la muerte. ¿Saben lo que es peor que la muerte?

Hizo una pausa, dejando que la pregunta flotara en el aire, antes de responder con una frialdad helada:

— Querer morir y no poder hacerlo.

Jimin, que lo observaba en silencio, había llegado a la conclusión de que el carácter de Romolo se asemejaba al de un ángel, pero un ángel oscuro. Era implacable, absolutamente justo en su propia interpretación de la justicia, intimidante y fuerte, como una presencia que no se podía desafiar. No podía imaginar que seres tan poderosos pudieran ser amistosos con cualquiera, y su imagen le recordaba a esos ángeles que adornaban los cuadros más antiguos, representados con cualidades que tocaban lo sublime. No era de extrañar que Dujin lo considerara un dios. Romolo, con su leyenda, su poder y su presencia, era una figura que lo superaba todo, una autoridad casi divina en ese mundo caótico.

— ¡¿Qué te hace creer…?! — Joon-ho comenzó a gritar, su voz cargada de furia, pero antes de que pudiera continuar, el ambiente cambió por completo. El aura de Romolo se transformó en algo más sombrío, más denso. Sin mover un dedo, aún apoyado en Jongo, lo miró con una intensidad que hizo que el aire se volviera pesado. Sus ojos, usualmente tan brillantes y duales, ahora parecían tan oscuros como las noches más profundas en el lado olvidado del muro.

HECATOMBE 神 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora