Capítulo 56

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Mónica Griego:

Estaba recostada sobre mi cama, esperando que Paola apareciera con mis analgésicos, ella me trataba como si fuera su hija y yo podía sentir un cariño genuino de su parte, me siento devastada, mi bebé había muerto y creo que ella se compadece de mí ya que es madre.

La verdad me ha costado mucho llevar mi relación con César, estaba muy enojada con él, primero porque se había metido con la gorda nuevamente o bueno eso era lo que ella había dicho y luego lo que más me dolía es que debido a esta situación y a la furia que no me dejaba pensar, tuve este accidente, no me sentía cómoda con César, no me sentía bien y en estos momentos el amor no está siendo suficiente, necesito tiempo y mi espacio para poder pensar, no me siento lista para seguir con el necesito vivir el duelo de mi bebé sola.

Las lágrimas corrían por mis mejillas y muchos más pensamientos invadían mi mente, no solamente estaba perdiendo a mi hijo, sino que también iba a dejar al amor de mi vida, en estos momentos no me puedo valer por mí misma físicamente, pero solo me recupero y quiero estar lejos de acá y de todos, esa decisión ya está tomada, iba a irme lejos de Phoenix un tiempo.
César entró a la habitación con un vaso de agua, tomó los analgésicos y me los dio junto con el vaso, los metí a mi boca y tomé agua para que estos pasaran por mi garganta, decidí hablar.
Mónica: y Paola? - pregunté, César me miró con un poco de sorpresa en su rostro ya que era la primera vez que le hablaba desde hace dos semanas.
César: se fue a casa a descansar -respondió nervioso.
Mónica: okay, ya era hora, agradezco mucho sus atenciones pero ella también necesitaba descansar -César asintió con la cabeza y se formó un silencio bastante incómodo, levanté mi mirada y él estaba viéndome fijamente, nos vimos a los ojos unos cuantos segundos, hasta que él habló nuevamente.
César: nena necesito que escuches lo que pasó ese día con la gorda -suspiré profundamente, tratando de calmarme.
Mónica: te escucho -dije mirándolo a los ojos.
César: el día que peleamos me sentía muy enojado porque tú me querías ocultar lo de la prueba, así que manejé por un buen rato hasta llegar a una gasolinera donde bajé a comprar whisky y tequila, en un lapso de dos horas aproximadamente me tomé ambas botellas yo solo, tú sabes que la mayoría de veces en las que estoy borracho, cometo muchas estupideces y siendo sincero, no se porque llame a Elizabeth -el rostro de César contenía un sin fin de emociones y entre esas se veía avergonzado - cuando ella contestó automáticamente colgué la llamada, pero ella insistió varias veces y fue ahí cuando le dije donde estaba y ella llegó a buscarme -agachó la cabeza como queriendo esconderse, yo solo lo veía fijamente -de ahí ya no recuerdo mucho, hasta que desperté a la mañana siguiente, ella fue sincera y me dijo que entre nosotros no había pasado nada, que solo me veía como su amigo y que ya no estaba enamorada de mí, a los días me preguntó si tú sabías pero yo le dije que no, yo quería decirte pero en eso tú me dijiste que tendríamos a nuestro hijo y pues la verdad no quería arruinar el momento, nena te juro que yo no te engañé con Elizabeth, no sé porque tomó esas fotos y nena yo te amo y no te haría eso.

Siendo sincera creí en las palabras de César, lo conozco perfectamente y puedo ver en sus ojos que me está diciendo la verdad, sin embargo, no puedo pasar desapercibido que mi bebé ya no está con nosotros, el plan seguía en pie, yo necesitaba mi espacio.
Mónica: te creo César -el me miró con sorpresa - gracias por aclarar la situación, pero no pudimos evitar lo que pasó y es muy doloroso César -sentí mis mejillas húmedas a causa de mis lágrimas.
César: tienes razón chula, no sabes cuánto me duele haber perdido a mi bebé, pero no quiero perderte a ti -César se acercó a la cama y se sentó frente a mí- por favor déjame estar contigo, ambos necesitamos sanar este dolor.
Mónica: necesito tiempo César -la cara de César cambió por completo.
César: no me dejes chula por favor -suplico.
Mónica: tranquilo César, solo necesito tiempo para pensar, no me iré de la casa -no quería ver sufrir a César así que mentí un poco.

Un mes después...

Hoy era el día en el que me quitaran el yeso de mi pierna, ya estaba mejor, solo faltaba eso, la relación entre César y yo era ambivalente ya que cuando trataba de estar con él los recuerdos de mi hijo invadían mi mente, no voy a negar que amo a César con todo mi corazón, pero por lo que había pasado no podía darle lo mejor de mí y necesitaba estar sola un tiempo.
César estaba siendo muy detallista y amoroso conmigo, lo extrañaba muchísimo pero ese dolor seguía latente.

Salimos de la clínica y nos dirigimos hacia la casa, César tenía que ir a empacar ya que mañana tenía un concierto cerca de Phoenix, así que aprovecharía para irme, ya había comprado un vuelo directo a Los Ángeles, una tía mía vive en Santa Mónica y ahí estaré un tiempo, era de parte de mi madre así que Lilian no la conoce, yo tenía unos ahorros que me alcanzarían lo suficiente para estar bien y no causar molestias económicas.
César estaba empacando, así que decidí meterme al baño a tomar una ducha, quería despedirme de él y quería que me hiciera suya una ultima vez, así que decidí ponerme un sexy conjunto de lencería color rojo y una bata transparente sobre el conjunto. Quería amarlo una última vez, desde el accidente no habíamos echo el amor y sé que le sorprendería que yo tomara la iniciativa.

Salí del baño, él estaba sentado en la orilla de la cama con su teléfono en la mano, me acerqué lentamente hasta que él levantó su mirada, sus ojos se abrieron de par en par.
César: te ves preciosa nena -dijo con voz ronca y admirando mi cuerpo.
Mónica: quiero ser tuya esta noche mi amor.
César se paró y me tomó por la cintura, comenzamos a besarnos y sus manos bajaban a mis glúteos me cargo sobre su cintura y se sentó en la cama, empezó a tocar mis pechos y eso provocaba que pequeños gemidos salieran de mis labios.
Quito mi bata y quité su camiseta, enredé mis dedos en su pelo y empecé a moverme sobre el.
César: eres deliciosa nena -gruño para recostarme en la cama, no sin antes quitar mi sujetador de encaje rojo.
Él estaba sobre mi, mientras nos besamos, yo tocaba su miembro por encima de su boxer haciéndolo soltar uno que otro gemido.

César bajo mi tanga, metí dos dedos en mi feminidad, haciendo arquear mi espalda, estuvo un par de min ahí, cuando vi que bajó su boxer y acercó su amigo hacia mi entrada.
César; eres el amor de mi vida nena, te amo -dijo para luego penetrarme hasta que el clímax nos alcanzó a ambos.
Mónica: te amo César, siempre lo haré -dije para depositar un beso sobre su pecho. No sabía que iba a pasar pero sé que es el amor de mi vida, solo necesito recuperarme a mi, esa noche nos quedamos dormidos abrazados, lo extrañaría tanto.

My soulmate 🤍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora